Orígenes

Los orígenes de La Línea y el nacimiento de su núcleo urbano

1786. Alexandre de Laborde.

1786. Alexandre de Laborde.

La construcción de La Línea de contravalación no puede considerarse como el origen de La Línea, sino que aquellas fortificaciones militares son fruto de un contexto internacional y nacional. Los civiles que abastecían a la tropa no podían considerarse una población permanente que contaran con viviendas o propiedades, ya que sólo poseían simples tenderetes bajo la vigilancia de la autoridad militar.

La llegada de civiles

El cese de las hostilidades en el año 1783 fue el motivo para que algunos civiles que habían estado abasteciendo a la tropa se quedaran en el istmo. El investigador y exconcejal de cultura del Ayuntamiento de La Línea, Alfonso Escuadra Sánchez, cita el acta de la sesión plenaria del Ayuntamiento de San Roque, del 11 de marzo de 1784, donde el corregidor, Miguel de la Torre, expone: “Siendo notorias las voces esparcidas sobre fomentar una nueva población en el sitio que ocupa el acampado del bloqueo contra Gibraltar (es necesario pedir al Rey)... que no tan solamente se niegue a esta idea sino que se destruyan todas las habitaciones de poca monta que allí se han formado”.

El Ayuntamiento de San Roque era contrario al establecimiento de civiles en el istmo. Por el contrario, estos asentamientos, aún no permanentes en cuanto a construcciones, pero sí en permanencia de personas, contaban con el apoyo de los comandantes generales del Campo de Gibraltar. Aquel consistorio exigía la destrucción de aquel tinglado que iba surgiendo en aquel territorio, teniéndose la urgente necesidad de “…limpiarlo de gente inútil y forajida que no viven si no del contrabando y el fraude de los Reales Derechos…”.

No hay que asustarse por este calificativo despectivo por parte del gobierno municipal de aquel momento, ya que las razones obedecían al importante proceso de despoblación que estaba sucediendo en el casco urbano de San Roque y se deseaba fomentar el asentamiento de población en aquella ciudad, y no en otros puntos alejados de la misma, ya que también consideraban que era nocivo para los intereses económicos municipales la permanencia de habitantes en el istmo, comerciando con una colonia extranjera y haciendo negocio con los productos de ella.

En toda ciudad fronteriza siempre sucede un movimiento comercial importante y un contrabando de este. Esto pasaba en Cádiz cuando tenía su conexión directa con la Habana (siglos XVII-XIX) o en Sevilla, cuando era la puerta de América (siglos XVI-XVIII). Lo que queda claro es que aquellos pobladores, que se iban asentando en esta tierra, eran unos buscavidas. Estos habitantes estaban sujetos a las obligaciones fiscales del momento e incluso San Roque intentó crear un marco legal para ir edificando en terrenos cercanos aún existentes, la llamada Línea de Contravalación.

El 24 de octubre de 1787 se promulga una Real Orden, mediante la que se establecía la total prohibición de edificar en el istmo, pero al estar en una jurisdicción militar, los comandantes eran a veces permisivos a pesar de las denuncias de permanencia de “habitaciones de poca monta”. Así que eran más que habituales los enfrentamientos entre la autoridad municipal de San Roque, por pérdidas económicas en la población asentada en La Línea al no ser edificaciones oficiales las levantadas por los habitantes, y el comandante militar del Campo de Gibraltar, por conceder permisos para nuevos asentamientos. La puerta de España

A partir del año 1793, Gibraltar empieza a tener un gran empuje económico, que irá coincidiendo con la llegada de un mayor número de comerciantes, trabajadores en general y también marinos llegados de Italia, Malta y la propia España, ya que la colonia británica estaba pasando por un incremento de la actividad comercial, sobre todo a partir del momento en que Napoleón, como cónsul de la Republica Francesa, decretaba el bloqueo del continente europeo a Reino Unido. Por lo tanto, era lógico que la población civil que estaba en La Línea se fuera asentando justo a las puertas de la frontera, donde hoy en día está la fuente monumental de la Plaza de la Constitución.

El nacimiento de un núcleo urbano

Si por un lado hay referencias en las actas de las sesiones plenarias del Ayuntamiento de San Roque sobre tenderetes y población civil desde al menos 1784, por el otro lado también se observa que en los planos, vistas y grabados, como los realizados por el capitán británico Drinkwater (quien participó en el último asedio (1779-1783), se detallan todas las fortificaciones españolas sin que aparezca en el lugar que hoy ocupa La Línea, ni en los fuertes de Santa Bárbara o San Felipe ninguna vivienda, construcción civil ni poblado. En cambio, sí aparecen los extensos jardines que podía haber y las diferentes huertas.

Eduardo Gómez de la Mata, segundo cronista de la ciudad, escribía en el año 1910 su Reseña Histórica de La Línea de la Concepción, en la edición del periódico de Gibraltar El Calpense para el día 19 de julio, y, literalmente, exponía: “acudiesen a estos lugares gentes venidas de los pueblos próximos, bien a negociar o como aventureros”.

También el que fuera hijo del primer alcalde de La Línea, y primer cronista de la localidad, Lutgardo López Muñoz, en su obra Guía de Gibraltar y su Campo, editada en 1899, cita refiriéndose al año 1810: “próximo a estas ruinas fue estableciéndose un núcleo de viviendas muy modestas, construidas de madera, junco, cañas, y muy pocas de piedra y barro, constituyendo el cantón denominado, Línea de Gibraltar, con una sola y corta calle a la que se denominó Real”. Por tanto, la voladura de toda la ¨Línea de Contravalación” debe considerarse como el origen de aquel primitivo caserío de viviendas y establecimientos que llegaría a pedir su independencia del municipio madre en el año 1870.

Los ingleses, de enemigos a aliados

El 14 de enero de 1809 se firmó el Tratado de Londres entre España y Reino Unido, para convertirse en aliados frente a la Francia imperial de Napoleón. El ejercito francés ocupaba ya parte de la provincia, incluso llegaría a la ciudad de San Roque, encontrándosela despoblada, ya que sus habitantes se refugiaron en la Caleta de Gibraltar. El general Francisco Ballesteros llega hasta el istmo, teniéndose incluso que proteger bajo los cañones de Gibraltar. Como era habitual que el ejército napoleónico destruyera las fortificaciones para dejarlas inutilizadas si ya no eran de su interés, como pasó con el castillo de Santa Catalina en Jaén o con el intento de la alcazaba de la Alhambra, el general Campbell, gobernador de Gibraltar, acuerda con las autoridades españolas la destrucción de toda La Línea de Contravalación, para así dejarla inutilizada para la posible llegada del enemigo francés y de esta forma se procedió a la voladura el 18 de febrero de 1810.

El conflicto terminó favoreciendo el asentamiento de personas en el istmo, ya que muchas personas que en un primer momento llegaron porque huían del horror de una guerra, una vez que esta va terminando, deciden quedarse aquí de forma permanente en el caserío de La Línea, teniendo en cuenta la oportunidad de mano de obra que ofrece la ciudad de Gibraltar. Ese mismo año se realizaría por parte del comandante militar del Campo de Gibraltar el primer reparto de tierras de titularidad pública, donde las huertas serían explotadas por los primeros vecinos, cuya recolecta servía para el propio abastecimiento, la venta en Gibraltar y para los militares que custodiaban la frontera. Por todo esto, surgiría finalmente el pueblo dormitorio de La Línea de Gibraltar.