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Calidad como único objetivo

  • En el Cortijo de Jara se une un conjunto de empresas agrícolas bajo el nombre de Puerta Nueva donde destacan los vinos tranquilos que elabora la finca jerezana

Uno de los viñedos de Cortijo de Jara.

Uno de los viñedos de Cortijo de Jara. / Cortijo de Jara

A pocos kilómetros del centro neurálgico de Jerez y entre Torremelgarejo y Nueva Jarilla, se encuentra el Cortijo de Jara, una finca de 400 hectáreas con una casa del siglo XIX. Ahí se encuentran el conjunto de empresas Puerta Nueva que pretende aportar valor al mercado con un producto de calidad para salir del círculo que impone la globalización, quien impone los productos a bajo precio, y dejando parte de los beneficios de los mismos por el camino.

Hace unos años en Cortijo de Jara decidieron plantar algunas hectáreas de viña, tras unos años en los que cultivaban mayoritariamente remolacha, trigo y girasol. Después plantaron olivos. Hoy, la antigua casa del cortijo, que se hundía perdida su utilidad, está recuperada convertida en bodega. La transformación de la uva en vino requiere compras de los más variados elementos, lo que estimula a la industria auxiliar. Y los montes pelados, sin más alternativas que la siembra de trigo y girasol, son un bosque de olivos lleno de vida, con alto nivel de empleo de mano de obra.

Desde el principio la búsqueda de la calidad ha sido su principal objetivo y queriendo en todo momento poder mirar cara a cara a sus clientes, escuchar sus demandas y sus quejas y entender qué es lo que necesitan. Sabiendo, por tanto, que hay otro camino para volver a lo que en otros tiempos fue la agricultura de nuestra provincia, reinvirtiendo en el Cortijo de Jara nuestros beneficios y creando riqueza y trabajo. Todo bajo el prisma de la economía circular, donde todos los pasos para la producción del producto siguen unos cánones de calidad adecuados. Actualmente Cortijo de Jara posee unas 19 hectáreas de viñedo, las cuales están repartidas entre diferentes variedades de uva. Pero, sobre todo, gewürztraminer, la variedad monovarietal de su vino blanco; y las variedades tintas de Syrah, Merlot y Tempranillo.

En este sentido, actualmente todos sus tintos en el mercado buscan transmitir la fruta que expresan el coupage de estas tres variedades en un terruño rico en albariza como el de Cortijo de Jara, y siempre buscando un equilibrio perfecto en su estructura.

La bodega de crianza de Cortijo de Jara. La bodega de crianza de Cortijo de Jara.

La bodega de crianza de Cortijo de Jara.

Sin embargo, en 2022, lanzará al mercado la que muy probablemente sea la joya de su corona vitivinícola. Un monovarietal de Merlot, con 12 meses en barrica que encuentra el equilibrio perfecto entre aroma, sabor, profundidad, estructura y cuerpo. Un vino realmente extraordinario que viene a demostrar, más si cabe, que los vinos de la Tierra de Cádiz, no tienen nada que envidiar a otros de denominaciones de origen foráneas y más conocidas.

En palabras de los propios miembros de Cortijo de Jara “la variedad Merlot ha encontrado aquí su casa”. Y no les falta razón. Pues el monovarietal que presentará al mercado a principios del próximo año esta bodega jerezana a buen seguro romperá moldes en la producción de vinos monovarietales de la provincia de Cádiz.

Se unirá así al blanco de la casa, con mucha personalidad y estilo, y a los dos tintos con crianza: 6 y 12 meses. Vinos realmente buenos, con el sello de quien disfruta elaborando vinos de la Tierra de Cádiz.