OBITUARIO

Paco Franco, un trabajador inagotable

Se nos ha ido muy pronto, con setenta años. Francisco Franco Corbacho, Paco Franco, nos ha dejado tras quince meses luchando contra una cruel enfermedad, hasta que su vida se 'apagó' la madrugada de ayer martes.

Hace dos semanas, el 22 de mayo, cumplió los setenta años el que fue un compañero de profesión que ha dejado huella en esta casa. Encargado de las relaciones con los puntos de venta en la provincia de Cádiz de los periódicos del Grupo Joly, a Paco Franco, jerezano de nacimiento, le recordamos ayer en el Diario con pena pero también con una inevitable sonrisa por los muchos momentos agradables que nos brindó.

Trabajador inagotable, de los que dedican horas y horas a su cometido, recorriendo además kilómetros y kilómetros por toda la provincia, a Paco Franco se le abrían todas las puertas, o mejor dicho, no se le cerraba ninguna porque con todos sus "quiosqueros", como él les llamaba, mantenía una relación de gran amistad.

Cuando venía por el periódico siempre contaba alguna de las anécdotas que le sucedían en sus interminables desplazamientos por la provincia. Afable y campechano, muy campechano, Paco Franco sólo tenía dos 'aficiones', sus quinielas de fútbol y sus apuestas en las carreras de caballos. De hecho, durante años realizaba una quiniela para los lectores del Diario: 'La quiniela por F. Franco'. A menudo le veíamos repasando boletos que, si no tenían premio, no merecía ningún tipo de lamento por su parte, más bien todo lo contrario porque él se tomaba la vida con un optimismo que mitigaba ese cansancio que su trabajo le proporcionaba y al que él le quitaba importancia.

Padre de dos hijos, Álvaro y Jorge, a los que adoraba, como también a su mujer, María Teresa, y a su nieto, Leo, Paco Franco, que cursó sus estudios en La Salle en Jerez aunque se cultivó en esa que llaman universidad de la vida, comenzó su etapa laboral como profesor de autoescuela y en 1985 empezó a trabajar en el Grupo Joly, donde estuvo hasta su jubilación. Y una vez jubilado, ese tiempo que antes no tenía lo dedicó a cuidar un huerto en su finca particular. Disfrutó en su trabajo en esta casa y luego, jubilado, lo hizo cuando recogía los tomates, los pimientos, las lechugas y todo lo que sembraba.

Deja muchos amigos porque se llevaba bien con todo el mundo este hombre "trabajador, formal y puntual", como ayer le definía su mujer. Descanse en paz.

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