La gobernanza de Andalucía no ha cambiado con Juanma Moreno de presidente. Cinco años después de su investidura, la vida en la política regional sigue igual: presidencialismo, culto a la personalidad y autocomplacencia. Tras 36 años y cinco presidentes del PSOE, la alternancia era necesaria. La administración autonómica se convirtió en una extensión del Partido Socialista, que manipulaba la televisión pública, exageraba el autobombo y relajaba la gestión de la cosa pública. Las elecciones de 2018 las perdió el PS por desgaste; la corrupción de los ERE es un paradigma. Y el cambio llegó de carambola: Moreno, con el peor resultado del PP, llegó al poder por el sidecar de Ciudadanos y el auge de Vox.

Ha traído pocas novedades, incluso en los mensajes. Que Andalucía no quiere ser más que nadie, pero tampoco menos que nadie es de Escuredo. Que aspira a ser la Baviera del sur, es similar a la California de Europa de Borbolla. La Andalucía líder de Moreno es la imparable de Chaves. Acuerdos de concertación ya hicieron Chaves, Griñán y Díaz. La hostilidad contra el Gobierno por recortes en la PAC ya la trabajó Díaz. Con eso ha fabricado un andalucismo de alta intensidad y baja profundidad. Prometió como Aznar estar dos mandatos y se olvidó. Igual que Aznar fue dialogante en minoría y rodillo con mayoría absoluta.

Juanma presume de moderado; lo llama la vía andaluza. Pero tiene contradicciones. Ataca con tanto ardor al sanchismo en las sesiones de control, que se le dispara la adrenalina. Alardea de ecologista. Califica con razón de urbanismo salvaje el Algarrobico, pero su ley urbanística devuelve la barra libre a los ayuntamientos. Reivindica mejoras hidráulicas, pero no pide agricultura menos intensiva en agua. Se alineó con Vox en Doñana para blanquear riegos ilegales, pero compra una finca de 7.500 hectáreas en el entorno del Parque. Tiene un millón de andaluces en listas de espera, pero ha inaugurado ¡cuatro veces! el antiguo hospital militar de Sevilla. Ha multiplicado la privatización de la sanidad, la formación profesional o las universidades.

Es fijo en todos los noticiarios de Canal Sur, cuya propaganda sectaria supera a la época socialista. Su inmoderada toma de posesión y la apropiación del Día de la Bandera, que celebra en San Telmo en vez de en Cinco Llagas, ponen en evidencia su afán de protagonismo. Con un PSOE en shock, ha ganado peso y soltura ante un Parlamento relegado a un rol secundario. Repite que Andalucía es el tercer motor de la economía nacional, que es lo que ha sido siempre desde 1982, pero ahora es la última en PIB per cápita. Se jacta de haber bajado mucho los impuestos y recaudar más. Pero todas las autonomías y el Estado también ingresan más. Y se están beneficiando de la mayor disponibilidad de fondos europeos de la historia.

La amabilidad y empatía marcan su imagen. Inmaculada Nieto (IU) ha hecho una gran definición del personaje: “no es moderado, pero lo que sí es, es educado”.

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