Hay un tiempo que recuerdo con gusto. Un tiempo en el que pude haber dado una orientación, en todo momento impensable, a mi vida. A poco de terminar la carrera, en Madrid, oposité a lo que podía con el simple título de Licenciado en Matemáticas. Tuve éxito, pero lo dejé todo en espera y me puse a hacer el doctorado. A base de becas a la medida del supuesto, primero de la Fundación March y después del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, pude ingresar en el Instituto de Matemáticas de la Universidad de Ginebra. También me matriculé en Sociología y aunque formalmente no hice la carrera, me relacioné mucho con estudiantes de esa área de conocimientos. Empezaba la década de los últimos años setenta. Entre aquellos compañeros, hice una gran amistad con Óscar, nicaragüense, marxista y cofundador con el presidente Daniel Ortega y otros, del Frente Sandinista de Liberación, que llegaría al poder unos años más tarde.

Mis amigos sandinistas me propusieron colaborar con ellos en el diseño de la futura política universitaria nicaragüense y en su consecuente administración. Pero su orientación comunista hacía imposible mi complicidad, aun a sabiendas de la buena voluntad de aquellos jóvenes y de la bondad y generosidad de intenciones de la propuesta. Confieso, no obstante, que la aventura me parecía apasionante y que aquellos compañeros universitarios eran gente de bien. Se preparaban y se proponían lo mejor para su tierra. Para mí, se trataba de organizar el sistema educativo en un país maltratado por la saga de los Somoza, dictadores despiadados y asesinos que habían convertido a la nación centroamericana en su coto de explotación y de caza.

El paso del tiempo nos alejó y perdimos el contacto. Pero, como en otros muchos casos de viejos encuentros, no pocas veces enriquecedores, he seguido la trayectoria de aquel grupo. Hoy Óscar está siendo perseguido por el hombre al que, en una ocasión, salvo la vida. Del que sería asesor y consejero. Su antiguo camarada, el presidente Daniel Ortega, ha dictado una orden de detención contra Óscar, sociólogo y analista político de reconocido prestigio internacional. La historia se repite cientos de veces en nuestra América, en nuestro mundo. Un manifiesto firmado por cerca de un centenar de profesores universitarios de Europa y de América, denuncian el despropósito y se declaran solidarios con mi viejo amigo y condiscípulo.

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