La tribuna

Lourdes Alcañiz

Sanidad: el toro más difícil de Obama

HILLARY Clinton no lo consiguió en su día y no está claro del todo que Obama lo vaya a conseguir. El sistema de salud estadounidense es un embrollo tal de intereses creados que incluso los más optimistas dudan de que se pueda encontrar alguna solución que funcione para proporcionar una cobertura de salud mínima a los 47 millones de norteamericanos (9 millones de ellos niños) que no la tienen.

Visto con ojos europeos, el debate que está teniendo lugar estos días en ese país tiene tonos surrealistas. Por las cadenas de televisión que le han declarado la guerra al presidente Obama desfilan estos días una larga fila de damnificados por los excesos socialistas en materia de salud del país vecino. Canadá tiene un sistema sanitario que se asemeja en algunos puntos al español, como por ejemplo en las listas de espera. En los platós de televisión no faltan en estos días canadienses con historias de cómo tuvieron que cruzar la frontera para obtener la asistencia que necesitaban. Lo demencial del asunto es que en Estados Unidos la única forma de obtener la atención necesaria es pagar cantidades exorbitantes o estar en la beneficencia. Y la diferencia en la atención médica recibida en estas dos instancias es como del día a la noche. O en otras palabras, el derecho a la atención médica es un privilegio, no un derecho.

Es el lado más feo del capitalismo americano: no es un médico quien decide si un enfermo necesita un TAC, es un empleado en una compañía de seguros. Todos los años se gastan miles de millones de dólares en papeleo para decidir quién tiene cobertura médica y quién no. Esto sin contar con los gastos inflados hasta lo ridículo de la atención sanitaria (una visita a urgencias por un niño con fiebre puede costar tranquilamente 100.000 euros).

El plan de Obama consiste en ampliar la cobertura a más americanos. Para ello quiere reducir los gastos del sistema actual, aprovechar los impuestos que van a pagar aquellos que ganen más de 250.000 dólares al año (unos 177.000 euros) y promover las políticas de prevención. Parece simple, pero no lo es. Hay poderosísimos grupos de presión con la máquinas a todo vapor para que la estrategia de Obama no salga adelante. No en vano uno de los primeros lugares donde el presidente ha ido a vender su plan es ante la Asociación Médica Americana. Y a continuación ha intentado contrarrestar las campañas que los opositores a la reforma están llevando a cabo para influir en la poco cultivada opinión pública estadounidense, con apariciones televisivas estelares en horas de máxima audiencia.

Pero a pesar de la excelente retórica del presidente, este es un hueso duro de vender en las presentes circunstancias, en un país que no conoce desde hace décadas un índice de paro o un déficit semejante. El plan requiere desembolsar cientos de miles de millones de dólares para empezar a funcionar y el debate en el Congreso promete ser arduo y complicado. El objetivo de Obama es que sus planes de reforma hayan sido aprobados por el Congreso y el Senado para el 1 de agosto, una fecha sobre la que muchos expresan dudas debido al intenso debate que se avecina. Los demócratas han creado ya dos borradores de ley y tienen un tercero en el horno. Mientras tanto los comités del Congreso que tienen jurisdicción sobre la sanidad tienen un documento de casi 900 páginas con asuntos a discutir.

No está claro cuál será el resultado de tanto debate, pero lo que sí es evidente es la urgencia de una reforma sanitaria. ¿Qué hacen las familias sin cobertura sanitaria? Pues desde tener seguros con franquicias de hasta 10.000 dólares hasta no ir al médico. Ir a urgencias tiene el peligro de que te persigan las facturas médicas durante años.

Desde Europa parece inconcebible que en el país mas desarrollado del mundo haya millones de personas sin atención médica elemental porque no la pueden pagar y que esto se venda como la quintaesencia de la libertad democrática. Y quiso Dios que no ganase McCain las elecciones presidenciales porque la idea del veterano republicano para solucionar el problema era nada menos que dar rienda suelta a las aseguradoras para que compitieran en el mercado. Así, por arte de la ley de la oferta y la demanda, estas compañías harían surgir planes competitivos para los usuarios. Teniendo en cuenta lo que ha sido capaz de hacer el sistema financiero USA con el mercado hipotecario, mejor no pensar cómo podía haber acabado esta aproximación a la reforma del sistema de salud.

Decía Oscar Wilde que Estados Unidos era el único país que había pasado de la barbarie a la decadencia, sin civilización entre medias. En materia sanitaria al menos, parece que tenía razón.

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