El pasado 24 de junio de 2022 sucedió en las mismas puertas de España una tragedia que no debemos olvidar porque todavía no conocemos bien los hechos, lo que de verdad sucedió, quienes lo instigaron y quienes son los responsables por acción u omisión de los que pasó. Lo que sí sabemos es que es la crisis migratoria con mayor número de fallecidos en las fronteras españolas en los últimos tiempos. Ese día un grupo de unas doscientas personas procedentes en su mayoría de Sudán y Chad intentaron sortear las vallas que defienden la ciudad de Melilla. Por razones que se desconocen, los migrantes no trataron de saltar la valla en avalancha como había sucedido en anteriores ocasiones, sino que se dirigieron hacia las puertas de acceso en un embudo sin salida que resultó ser mortal. La represión de las fuerzas de seguridad marroquíes fue brutal y salvaje y desde el lado español se denegó el acceso y la ayuda a las personas que desesperadas trataban de acceder al sueño europeo. El resultado fue un alto número de fallecidos (23 según las autoridades marroquíes, 37 según distintas ONGs), desaparecidos y heridos. Las imágenes de la tragedia, en la que se perciben apilados cuerpos humanos en el que apenas se distinguen los vivos de los muertos, son indescriptibles

He podido leer y escuchar que el origen de la tragedia fue un intento de Marruecos a España de mostrar contundentemente que controla con mano férrea nuestras fronteras exteriores y que le conviene a España el giro en política exterior sobre el Sáhara y la renuncia de Sánchez a los principios y valores de un país democrático para tener unas fronteras seguras. Pero algo salió mal al querer utilizar a los migrantes. Estos fueron más numerosos de los previstos y la fuerza de sus deseos de entrar en España desbordó lo inicialmente orquestado recurriendo Marruecos finalmente a la brutalidad que condujo a esa tragedia. Por supuesto, son teorías no probadas ya que faltan investigaciones independientes que aclaren lo sucedido.

Pero en memoria de los fallecidos y de los heridos en la tragedia, lo que sucedió no debe olvidarse. Probablemente la lección que pretendió Marruecos debe leerse e interpretarse en sentido contrario: es extraordinariamente peligroso la externalización del control de las fronteras exteriores cuando el país al que se transfiere esa competencia es una autocracia represiva alejada del respeto de los derechos humanos. Donde he escrito Marruecos, léase también Túnez, Libia, o Turquía. Por el contrario, Europa debe trabajar para encontrar vías de migración segura, ordenada y regular que deje sin sentido el control de las mafias y de las autocracias de las fronteras europeas que utilizan nuestra vulnerabilidad para mantener un chantaje indecente que cuesta vidas humanas

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