Si han paseado alguno de estos calurosos días de junio por las playas de Algeciras probablemente han podido presenciar un comportamiento que me ha llevado a escribir esta reflexión. Me refiero al uso que se hace del agua de las duchas públicas. Posiblemente hayan visto niños jugando ante la indolente complacencia de sus padres o familiares construyendo canales, vías de agua, ríos, océanos o mares en sus juegos infantiles. No se trata solo de una pequeña anécdota. Se pone de manifiesto un grave problema cultural y educativo en relación a un recurso que se considera ilimitado y gratuito. Y ciertamente no lo es.

La realidad es que el agua es un recurso cada vez más escaso, limitado y que se tiene que gestionar de forma diferente como se ha venido haciendo hasta ahora. El cambio climático está teniendo múltiples manifestaciones sobre las pautas climáticas de nuestro planeta. En toda la cuenca mediterránea una de sus consecuencias es la disminución de los niveles de lluvia y de recursos hídricos. Lo cierto es que ya no hace falta leer los informes técnicos para tener conocimiento de este hecho. Basta la mera observación y casi todos los ciudadanos han podido testimoniar este cambio.

En consecuencia, hace falta un profundo cambio de la relación de nuestra sociedad con el agua. Y este cambio debe abarcar no solo su uso ciudadano sino su uso por los principales agentes económicos y administraciones. Debe imponerse una nueva cultura basada en el ahorro, la gestión sostenible, el desarrollo de nuevas tecnologías y el reciclaje continuo de ese recurso. Tanto la agricultura, principal consumidor de las reservas hídricas en este país, como la industria deben adaptar y modificar sus pautas en relación con la gestión del agua. Por su parte, los ciudadanos deben ser conscientes de esa necesidad de cambio de paradigma en relación con el uso del agua. Esto debe empezar en todos los niveles, la familia, la escuela, la sociedad en general y las administraciones deben ser pioneras en este cambio.

Posiblemente el derroche de agua en las duchas de las playas algecireñas no sea muy significativo en términos absolutos, pero es importante destacar el efecto educativo y cultural que tiene gestionar de forma responsable este recurso. Es de reconocer la valentía del alcalde de San Roque que ha decidido cortar el suministro de agua en las duchas de San Roque ya que indudablemente puede ser una medida impopular, pero ha advertido que es necesario ante la situación de los embalses y el esfuerzo de ahorro que hacen muchas empresas. En definitiva, las administraciones públicas deben ser responsables en la gestión del agua, un recurso cada vez más escaso, y en la transmisión a sus ciudadanos de la necesidad de uso responsable, aunque haya que adoptar medidas impopulares.

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