Benedictus

Todo el pensamiento de Benedicto XVI combatía el relativismo que nos quiere hacer creer que no existe la verdad

Debió de ser hace unos quince años, cuando Benedicto XVI fue elegido papa. Recuerdo bien haberme burlado de él porque me creía la propaganda idiota que circulaba en los medios de izquierda y que consideraba al papa Ratzinger poco menos que un nazi y un inquisidor cargado de dogmas y prejuicios. Había que ser un bobo redomado para creerse aquello, pero yo me lo creí, igual que tantas y tantas almas cándidas que sólo se alimentan con el pienso intelectual que fabrica la incesante propaganda contemporánea. Por suerte, con el tiempo llegué a averiguar la verdad: Benedicto XVI jamás fue nazi, y no sólo eso, sino que muchos de sus maestros, sobre todo el teólogo ítalo-germano Romano Guardini, fueron represaliados por los nazis. Pero la insidia y la mentira ya habían hecho su sucio trabajo de carcoma. Y aquel hombre, que en realidad era -es- uno de los grandes pensadores del siglo XX, ya había sido fulminado por la inagotable máquina de crear mentiras que llamamos "pensamiento progresista": Ratzinger era un nazi, un inquisidor, un horrible reaccionario.

Pero es normal que Benedicto XVI fuera recibido de manera tan hostil por los defensores del progresismo (hoy serían los "intensitos woke"). El papa Ratzinger era un hombre solitario que no amaba los espectáculos de masas ni las multitudes y que prefería el retiro y el silencio. Y todo el pensamiento de Benedicto XVI -un pensamiento formidable que se expresaba en una lengua de una claridad y una elegancia pasmosas- se concentraba en combatir el relativismo contemporáneo que nos quiere hacer creer que no hay verdades absolutas ni existe el bien ni existe el mal porque todo es opinable y relativo (el posmodernismo filosófico de Foucault y Deleuze está en la base de todo esto). Pues bien, contra la dictadura del relativismo se rebeló Benedicto XVI y nunca dejó de luchar contra ella en sus libros y en sus encíclicas, donde resplandecía un pensamiento deslumbrante, siempre empapado de poesía, que citaba a Hölderlin y a Simone Weil y que buscaba la verdad y el raciocinio y la belleza. Tenía algo de platónico Benedicto XVI, pero su platonismo estaba atemperado por la modestia y por la fe en la razón (razón y fe, para él, eran palabras que significaban los mismo). Fue -lo repito- uno de los grandes pensadores del siglo XX. Y sí, sí, la palabra es exacta: un sabio.

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