Análisis

carmen pérez

La rentabilidad empresarial: ¡alerta!

El Banco de España ha publicado esta semana un análisis sobre el comportamiento de la rentabilidad de las empresas no financieras españolas. Compara los resultados en tres momentos del tiempo: los que se obtenían antes de que comenzara la crisis; los de 2013, el año peor de ésta; y los de la situación actual, a 2017, último año del que se disponen datos. Pues bien, la rentabilidad -ratio entre el resultado de la actividad ordinaria de explotación y el nivel de los recursos propios- descendió intensamente, del 14,5% al 5,2%, y posteriormente fue subiendo hasta alcanzar el 9,7%.

Es decir, pese a la importante mejora experimentada, en 2017 aún se situaba casi un 5% por debajo del nivel precrisis. Este perfil se observa tanto en grandes empresas como en pymes, aunque las de mayor dimensión siempre mantuvieron unos niveles de rentabilidad superiores a los de las más pequeñas.

No obstante, estas medias esconden sustanciales diferencias entre los sectores. Algunos -industria, comercio y hostelería, y transporte y almacenamiento- se han recuperado totalmente. Sin embargo, el de la construcción, cuya rentabilidad llegó a ser negativa en 2013, en 2017 estaba aún muy lejos (2%) de su nivel precrisis (12%). Y los sectores de energía e información y comunicaciones experimentaron fuertes descensos en su rentabilidad hasta 2013 pero sus niveles medios han continuado decreciendo, de forma más moderada, hasta 2017, porque no sólo acusaron el impacto de la crisis sino también el de una creciente competencia en ambas ramas.

La variable que más explica el comportamiento de la rentabilidad es el resultado económico bruto, que contribuyó en mayor medida tanto a su descenso durante la crisis como a su posterior recuperación. Pero también inciden los menores gastos financieros durante todo el periodo analizado, debido al proceso de desendeudamiento y a las sucesivas caídas de tipos de interés. Y, por último, viene determinado por el incremento del denominador de la ratio, los recursos propios, que aumentó notablemente entre 2007 y 2013, favoreciendo la caída de la rentabilidad en este período, sobre todo en las empresas grandes y en algunos sectores concretos (energía, construcción, e información y comunicaciones).

La importancia de esta ratio radica en que es un buen indicador de la salud económica y financiera de las empresas, refleja la capacidad de resistencia que tienen ante perturbaciones adversas y su propensión a invertir. Y el Banco de España, además de señalar que no han conseguido volver a disfrutar del tono que tenían antes de la crisis, nos deja dos conclusiones adversas más. Atendiendo a la distribución de las empresas, en 2017 había proporcionalmente mayor número de ellas con rentabilidades relativamente reducidas (aunque positivas), lo que implica una alta sensibilidad ante un eventual shock negativo en el entorno macrofinanciero. Y la segunda, para la que utiliza otra base de datos menos robusta pero válida para observar tendencias, es que la rentabilidad siguió subiendo en 2018 pero ha ido cayendo en los primeros seis meses del presente año: las empresas están acusando ya la desaceleración económica.

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