Crítica

Cinco guitarras más una

contra las cuerdas

Cante: Marina Heredia. Guitarra: Paco del Gastor, Manolo Franco, José Quevedo 'El Bolita', Dani de Morón, Manuel Valencia, Dorantes. Percusión: Paquito González. Palmas y coros: Anabel Rivera, Víctor Carrasco y Diego Montoya. Lugar: Teatro Lope de Vega. Fecha: Sábado 1 de octubre. Aforo: Lleno.

La primera sorpresa es el maestro Paco del Gastor y esas falsetas celestiales. Se trata de otro universo, otra forma de entender el flamenco. Un toque que se ha desarrollado con independencia de la tendencia mayoritaria de la guitarra flamenca de los últimos 40 años. Es la sencillez y la emoción a flor de piel. El virtuosismo rítmico pero sin alardes. Bulerías y soleá en las que Marina Heredia cantó con intimismo y sobriedad. El contraste con el maestro lo ofreció otro tocaor de Morón, en cierta forma en su estela y en otra forma en las antípodas de su estética. Se trata del toque nervioso e intrincado de Dani de Morón.

El joven tocaor le ofreció a Heredia unas cantiñas plenas de compás y gracilidad. La actuación del de Morón acabó con una selección de boleros por bulerías. El siguiente invitado fue Manolo Franco. Este sevillano es clásico y moderno, barroco y popular. Es como la fachada del Hospital de la Caridad, profuso y claro, encalado. Fresco y elegante. Y un enamorado del cante, como demostró en las tarantas y los tientos. El joven Manuel Valencia se acordó de su paisano Manuel Morao en las seguiriyas, uno de los momentos más emotivos de la noche, con la cantaora entregada y Valencia reconcentrado y enjundioso. Las bamberas han sido el cante de moda esta Bienal y Heredia no quiso permanecer ajena a la tendencia.

Antes del último guitarrista de la noche la cantaora sorprendió invitando a un espectador a subir al escenario. Este espectador no era otro que Dorantes que acompañó a Heredia en el cante por galeras que patentó Juan Peña El Lebrijano, el tío del pianista que anoche cambió de instrumento para ejercer su primer oficio flamenco, el de guitarrista.

El último invitado de la noche es un hombre de la casa, un familiar de Heredia, José Quevedo. El jerezano es el guitarrista habitual de la cantaora desde hace años y productor de sus últimos discos. Un toque nervioso para las malagueñas del Mellizo y el Chato de las Ventas que Heredia cinceló con elegancia. Los tangos marcaron el camino del fin de fiesta por bulerías con los cinco guitarristas invitados en el escenario y con una Marina Heredia, que estuvo entregada toda la noche, portentosa en los cuplés por bulerías. Una diva que rompe la voz en busca de la emoción y que anoche se encerró en el Lope de Vega con cinco de los mejores guitarristas de nuestro tiempo.

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