Rescate editorial

Oselito se marcha a la Guerra Civil

  • Una edición recupera las crónicas que el dibujante Andrés Martínez de León escribió entre marzo y octubre de 1937 para los periódicos del 'Altavoz del Frente', cargadas de humor, razón y disparate           

Andrés Martínez de León, en la terraza del 'Altavoz del Frente Sur', en la calle Llana de Jaén. F. MARTÍNEZ DE LEÓN

Andrés Martínez de León, en la terraza del 'Altavoz del Frente Sur', en la calle Llana de Jaén. F. MARTÍNEZ DE LEÓN

Desde el frente de guerra de Extremadura, el poeta Miguel Hernández anotaba el 19 de junio de 1937 en una carta dirigida a su compañera Josefina Manresa que, entre tanto dolor, al menos "Oselito está aquí, y él es quien hace que de pronto suelte yo la risa a borbotones". En realidad, ese Oselito era el sevillano Andrés Martínez de León. Hacía ya tiempo que el personaje -ejecutado siempre a rápidos trazos con sombrero de ala ancha, zapatos charolados y pajarita- se había (con)fundido con su creador. “Muchas veces se duda si es Oselito dominado por el dibujante, o éste por Oselito”, llegaría a confesar en 1935 el escritor y crítico de arte Mariano Sánchez de Palacios.  

Porque, en aquellos años, Oselito fue tan célebre como Mickey Mouse. Los principales periódicos –La Voz, El Sol y el Heraldo de Madrid, entre otros- se disputaron sus historias ilustradas. En ellas, el personaje contemplaba siempre la vida con sarcasmo, distancia, sencillez; sentenciando y denunciando el mundo que veía. "Es prototipo del andaluz sevillano y trianero, senequista e irónico, crítico cuando hay que serlo, que transmite con gracia todo un fondo de sabiduría popular en su habla y en su pensamiento", señala el profesor Rafael Alarcón Sierra, quien se ha ocupado del rescate y de la edición de Las crónicas de Oselito en Frente Sur, Frente Extremeño y Frente Rojo.

El volumen –publicado por Guillermo Escolar Editor- tiene el brillo de lo inédito. Son veintiún textos ahora exhumados de las hemerotecas tras su aparición entre los meses de marzo y octubre de 1937 en los periódicos Frente Sur, de Jaén, Frente Extremeño, de Castuera (en la provincia de Badajoz, capital de la Extremadura republicana), y Frente Rojo, de Valencia. Las tres cabeceras, impulsadas por el órgano de propaganda Altavoz del Frente, tuvieron una vida efímera, estrechamente vinculada a los propósitos de las filas republicanas en la Guerra Civil: dar ánimo y valor a la tropa, difundir consignas, contrarrestar la propaganda de los golpistas, realzar logros y conquistas...

El ilustrador presenta a su popular personaje desubicado, fuera de lugar, creando así un recurso humorístico de gran potencia

"Estos artículos de Oselito son crónicas de viajes, de actualidad y de guerra (en la retaguardia pero también en el frente), siempre con una actitud a la vez popular y elegante: en primera persona describe principalmente lo que ve, lo que experimenta, pero siempre con humor. Su llegada a Jaén y a Castuera, su contraste con Madrid; un mitin donde interviene Pasionaria, un recitado de Miguel Hernández, los soldados y los gitanos en el frente (con Pedro Garfias), los viajes del frente andaluz al extremeño, la impresión que le producen los pueblos por los que pasa y en los que para, las escaramuzas bélicas", expone Alarcón Sierra en el estudio introductorio.

Desde esa peculiar ortografía "fonética" de sus textos, próxima al habla popular de Sevilla, Martínez de León presenta a su personaje desubicado, fuera de lugar, creando así un recurso humorístico de gran potencia. Así, Oselito es un trianero que está fuera de su barrio y de Sevilla, que nunca viste de miliciano o de soldado, sino "de civil", y de civil elegante además, puesto que sigue llevando su traje ajustado y su sombrero habitual. "Este desconocimiento y descolocamiento continuo hacen de él un espíritu libre, lo que suele provocar asombro y perplejidad, desembocando en unas situaciones y una escritura jocosa", apunta el responsable de esta propuesta editorial. 

A través de la exploración de los juegos de palabras, las paradojas y los equívocos, Oselito consigue hacerse cómplice de su lector. Aún más cuando, al margen de lanzar consignas a favor de la causa republicana, se sitúa al lado del campesino y del soldado que sufren y viven la contienda día a día. "Es a ellos a los que verdaderamente respeta y admira", concluye Alarcón Sierra, quien apunta a que la criatura no sólo ve la guerra desde fuera, sino también desde abajo, junto a los humildes. "Por más que en ocasiones llegue a codearse con los altos cargos políticos y militares, casi siempre con resultado humorístico, nunca se siente parte de los de arriba, sino de los de abajo", remata.

Son crónicas de viajes, de actualidad y de guerra (en la retaguardia y en el frente), próximas al campesino y al soldado

El disparate, a veces, también está presente en esta colección de crónicas de la Guerra Civil. Posiblemente son los textos más logrados. Sucede así en la pieza La toma de Sanlúcar –Frente Rojo, 11 de junio-, donde imagina la conquista de la ciudad gaditana por la Colurna Oselito pro Sanluca para disfrutar de sus buenos vinos, y en otra sin título publicada en Frente Sur el 16 de mayo, en la que concluye que el santuario de la Cabeza en Andújar se podía haber convertido en un "parque temático" de la España más carpetovetónica: "sivilitos auténticos", curas trabucaires y campesinos analfabetos engañados por el cacique, que un guía, tras una valla, iría explicando a los turistas.

La aventura de Martínez de León en la Guerra Civil está estrechamente vinculada a Miguel Hernández. Ambos se conocieron en los primeros meses de 1937 en Jaén, a donde el dibujante se traslada con su mujer y sus dos hijos desde Madrid, y pronto se enrolaron en las actividades del Altavoz del Frente. El poeta y el ilustrador comparten viajes, temas y preocupaciones en sus crónicas de combate, donde, a menudo, se cruzan las citas y los encuentros. "Oselito advierte que en cuanto Queipo de Llano oiga este cencerro [hallado en un nido de ametralladoras en el frente] vendrá a la querencia boyunamente", anota en una crónica el autor de El rayo que no cesa.   

Por último, Alarcón Sierra ofrece algunas novedades biográficas sobre el dibujante de Coria del Río. Así, da cuenta con detalle de su despegue artístico, alumbra la gestación de dos de sus principales trabajos, Oselito en Rusia (1936) y Oselito extranjero en su tierra (1938), y se asoma a su cruel y fugaz paso por las cárceles franquistas a la conclusión de la Guerra Civil, donde contó para su salida con el favor del líder falangista andaluz Sancho Dávila. De aquellos años se conservan algunos dibujos en los que aparece Oselito con su vestimenta de siempre, sentado con las piernas cruzadas sobre un jergón doblado y bajo una venta con barrotes...

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