Cultura

Caballero colorea su flamenco heterodoxo en San Roque

  • La cantaora granadina y Javier Patino triunfan con su propuesta novedosa

Gema Caballero, ayer, con Javier Patino a la guitarra.

Gema Caballero, ayer, con Javier Patino a la guitarra. / erasmo fenoy

Fantasía popular, de García Lorca, fue la primera letra de la granadina Gema Caballero en el salón de actos del palacio de Los Gobernadores de San Roque. La cantó de pie de forma solemne, acompañada a la guitarra por Javier Patino y haciendo gala de una voz preciosa, muy heterodoxa y llena de matices y colores diferentes.

Previamente había explicado que con esta canción rinde homenaje al más universal de los granadinos, cuyas palabras mágicas y eternas ha trabajado para su repertorio musical. Con Gema Caballero, la II Bienal Canela de San Roque comenzó a adentrarse anoche por la interesante vía de la propuesta diferente. Hoy, con la onubense Rocío Márquez en el teatro Galiardo, esta vía caminará nuevos tramos.

Es preciso explicar en esta crónica que Gema Caballero no es una cantaora al uso. Estamos ante una artista netamente creativa. Su voz flamenca también lo es, pero no esperen de ella, al menos hoy por hoy, el clásico recital de soleá, seguiriyas, alegrías, martinetes o bulerías.

Ella -se ve- tiene el instrumento en su garganta para afrontar esos retos. Y la capacidad y sabiduría cantaoras. Pero ha preferido ahora elegir esa iniciativa diferente. Lo más importante es que es muy enriquecedora para este arte, independientemente de la belleza y delicadeza sorprendente que atesora. Que no son pocas.

No se sentó Gema Caballero hasta su tercer cante. Abordó entonces una zambra con la que la cantaora se quiso acordar de la ciudad de la Alhambra, su tierra natal.

El recital de esta artista fue una bonita y sensible muestra de su último trabajo discográfico, de nombre Lo traigo andao. En él, como anoche en San Roque, la acompaña el guitarrista jerezano Javier Patino, quien brilló con ella demostrando que ha sabido adaptarse con creces a esta apuesta fresca y alternativa.

"Se murió mi esperanza, yo fui al entierro. Y he visto al desengaño que iba de duelo", cantó por serranas enseñando que la tradición es una excelente base para que el flamenco no se quede anquilosado.

Luego lo hizo por caracoles, con una musicalidad y un aire extraordinarios.

Resultó a la postre una noche histórica para la bienal de Canela, porque con ella se abrió a una sensibilidad que debe tener cabida. Enhorabuena con cero dudas.

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