Le propinaron un golpe en la cabeza con un objeto contundente, lo ataron de pies y manos, lo apuñalaron varias veces en el pecho y en el abdomen y, para rematar, le cortaron en el cuello con una botella rota. Pensaban que estaba muerto y lo abandonaron a su suerte. Pero la víctima de este brutal ataque ocurrido en Chiclana en 2019 no falleció. Pudo salvar la vida y sentar en el banquillo a F. y a J., la pareja que intentó asesinarlo. Ahora, él ha sido condenado en firme por la Audiencia de Cádiz a siete años, seis meses y 15 días de prisión mientras que a ella se le ha impuesto una pena inferior, cuatro años de cárcel, al aplicarle el tribunal la atenuante de toxicomanía y la eximente incompleta de miedo insuperable.

Los dos responsables de este intento de asesinato evitaron la celebración del juicio toda vez que reconocieron ser los autores de los hechos por los que venían acusados y por los que la Fiscalía solicitaba 15 años de prisión para cada uno de ellos.

Esta confesión les valió una rebaja en la pena privativa de libertad finalmente decretada por el tribunal de la Sección Cuarta de la Audiencia de Cádiz, encargado de juzgar el caso.

F. se encontraba en prisión provisional por estos hechos desde el 19 de septiembre de 2019. El tiempo que ha estado privado de libertad se le abonará para el cumplimiento de la condena.

Asimismo, F. cuenta con varios antecedentes penales. Fue condenado en 2013 como autor de un delito de robo con fuerza en casa habitada a la pena de dos años y cuatro meses de prisión y en 2015, por un delito de tráfico de drogas, a ocho meses de cárcel.

J., por su parte, tiene reconocida una discapacidad psíquica del 65% y un trastorno mental y del comportamiento por el consumo de tóxicos que afecta a sus capacidades volitivas e intelectivas.

La sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Cádiz recoge como hechos probados que la noche de 15 de septiembre de 2019, sobre las nueve de la noche, la acusada se encontraba con la víctima, de 53 años, en su domicilio de Chiclana. El procesado, que sabía esta información, aprovechó que el hombre salía de la vivienda para, sin previo aviso, propinarle un golpe en la cabeza con un objeto contundente y así minimizar su posible defensa. Acto seguido, lo introdujo de nuevo en su casa.

A continuación, prosigue la resolución judicial, F. ató al agredido de manos y pies con unos cordones y lo arrojó en una cama boca abajo. Entonces le reclamó una deuda económica que supuestamente tenían pendiente.

Al mismo tiempo, J., conminada por el otro procesado y ante un temor por su vida que afectaba levemente a sus facultades volitivas, “asestó varias puñaladas en el pecho y en el abdomen a la víctima con la clara intención de acabar con su vida”. Finalmente, F. rompió una botella de cristal y cortó al hombre en la zona del cuello.

La pareja abandonó la vivienda dejando al agredido atado y herido de gravedad, y convencidos, además, de que éste había fallecido.

Sobre las once de la noche de ese mismo día, la víctima consiguió desasirse de las ataduras y pedir auxilio en un bar de la zona.

Entre otras lesiones, el perjudicado sufrió un hemotórax y laceraciones hepáticas que “supusieron un riesgo vital, ya que de no tratarse, podrían haber supuesto un riesgo para su vida”.

El agredido tardó 60 días en recuperarse de este ataque, de los que 37 fueron días no impeditivos, 15 impeditivos y ocho de hospitalización.

Además de las penas de prisión, el tribunal de la Sección Cuarta de la Audiencia de Cádiz ha acordado que los ahora condenados indemnicen al damnificado en la cantidad de 15.443,29 euros. Asimismo, ha decretado una orden de alejamiento respecto a la víctima.