Tribuna en recuerdo del periodista chiclanero Antonio Rivera Ruiz (1961-2002)

Veinte años ya, Antonio

  • Hoy se cumplen dos décadas del fallecimiento repentino en Chile de quien fuera subdirector de Diario de Cádiz

Antonio Rivera, en su etapa como subdirector de Diario de Cádiz.

Antonio Rivera, en su etapa como subdirector de Diario de Cádiz. / Manuel Aragón Pina

Muy buenas, don Chiclana:

Quillo, Largo, hazme un favor. Cuando termines de leer esto, date un paseíto entre las nubes y busca a Carlos Gardel. Y cuando des con él, dile de mi parte que deje de cantar pamplinas. "Veinte años no es nada", sigue diciendo el tío cada vez que se pone delante de un micrófono. Y se queda tan pancho. Cuando todo el mundo sabe que veinte años es una burrada.

Si te paras a pensar, no veas los cambios que se producen en veinte años en la familia, en el trabajo, en la sociedad, en la ciudad, en todo. Lo que cambiamos cada uno de nosotros y la de gente que se va y que viene al cabo de veinte años. Una locura. Y la de personas a las que se termina olvidando con el paso del tiempo.

Pero no es este tu caso, amigo, porque somos muchos los que te echamos de menos y los que en un día como hoy nos acordamos de ti. Porque hoy hace precisamente veinte años de aquel día en el que estando en vacaciones en Chile, cerca de Valparaíso, iniciaste sin avisar aquel viaje a tu Barrosa celestial que no incluía billete de vuelta. Fue una despedida brutal, de las que te dejan temblando muchísimo tiempo. "Nunca vi tantas lágrimas en el Diario", resumiría magníficamente tu inseparable Kiki en un artículo escrito al día siguiente en estas mismas páginas.

Pero no es momento de ponerse triste. Todo lo contrario. Porque son muchas cosas las que siguen avanzando. Un ejemplo son sus tres hijos, que ahí están intentando y consiguiendo labrarse un futuro. Me lo contó hace algunas semanas tu mujer, Carmen, que habla de ellos con ese cariño que sólo tienen las madres. Así que tienes motivos para estar orgulloso de ellos.

En cuanto a tu Diario del alma, ese periódico al que le echaste horas y horas durante veinte años y del que fuiste pieza esencial para su modernización, pues aquí seguimos con el estandarte en pie y manteniendo con la mayor dignidad y la mayor calidad posible la herencia que nos dejásteis tantos y tantos. Pero esto ha cambiado mucho, Largo. Antes para saber qué es lo que más interesaba a la gente te ponías en la barra del bar, pedías un café y mirabas de reojo al tipo de al lado que estaba leyendo el Diario. Ahí veías si empezaba leyéndolo por la portada o por las esquelas y en qué páginas se detenía para su lectura. Ahora, en cambio, tenemos un sistema de mediciones increíble y sabemos del tirón lo que más interesa a la gente. Y a veces te quedas de piedra con las preferencias de la audiencia, pero qué se le va a hacer, es la que manda. Y con esto de la versión digital, publicas una cosa en la web y descubres en menos de un minuto que te está leyendo alguien en Sri Lanka. Vamos, lo que en tu pueblo y en el mío se conoce como un bastinazo.

Cada vez somos menos en la plantilla, al igual que en todos los medios de comunicación, pero seguimos informando, que es de lo que se trata, y seguimos contando historias, que es por lo que elegimos esta profesión tan peculiar. Sí, peculiar, porque creo que no existe una profesión que esté eternamente en crisis como la del periodismo. ¿O tú que empezaste antes en esto viviste una época de bonanza en esta profesión? Yo al menos eso no lo he conocido nunca. Y en defensa de esta profesión aún se mantiene la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC), esa entidad en la que durante años te involucraste como vocal en la junta directiva que presidía Evaristo Cantero y a la que tanto mimaste.

Y qué contarte de tu Chiclana de siempre, a la que ya no le queda ni un atisbo de aquel pueblo que conociste durante tu infancia y adolescencia. Su evolución ha sido brutal, tanto en la parte de la playa como en su casco urbano. Y se ha convertido en un referente no sólo del turismo nacional e internacional, sino de mucha gente que elige esta esquina para vivir durante todo el año. Algún listillo se está aprovechando de eso y ha puesto últimamente los precios por las nubes, pero si viene gente 'con la de Ubrique' hasta los topes, como a ti te gustaba decir, pues que le aproveche. No sé si algún día llegaste a imaginártelo, pero es una evidencia que tu pueblo natal está de moda, posiblemente porque seguís teniendo la mejor playa de la provincia.

Esto es curioso, yo elogiando tu pueblo pese a la carga que siempre me diste con esa guerra imaginaria tuya entre tu Chiclana y mi San Fernando. "De La Isla, ni el viento", repetías como una cotorra para intentar sacarme de mis casillas. Porque a cargante poca gente te ganaba. O con ese antimadridismo tuyo tan efervescente. "Y el Madrid, ¿qué? ¿Otra vez campeón de Europa?", insistías parafraseando aquel anuncio de televisión que se convirtió casi en un objeto de culto para ti y al que recurrías cada vez que los merengues mordíamos el polvo.

"Echo de menos tu sapiencia, esas clases de periodismo que dabas casi sin querer"

Pues hasta esos piques inofensivos echo de menos, amigo. Pero también echo de menos tu sapiencia, esas clases de periodismo que dabas casi sin querer. Cuando escribías cualquier información, cuando hablabas por teléfono con algún dirigente de peso, cuando plasmabas en una maqueta cómo tenía que ir repartida esa información, cuando ponías ese titular tan certero o cuando planteabas el seguimiento que había que hacerle el día siguiente a esa noticia que tanto había impactado.

Si te pones gordo de autoestima me da igual, pero debes saber que fuiste una referencia para muchos en este periódico. No sé si fuiste un periodista de raza, porque me parece una frase tan manida que nunca he entendido qué significa. Lo que sí sé es que fuiste un maestro, al menos para mí. A veces cuando me pongo a escribir aún recuerdo algunos de tus consejos. Parece que te veo diciéndome "no uses tantas exageraciones en el texto, que no hace falta" o cuando insistías en que había que usar siempre los términos más sencillos: "Las frases rebuscadas y las palabras raras, para los libros de poesía pero nunca para un periódico", solías resumir. Y se me quedó aquello tuyo de que a los políticos había que tratarlos con respeto, pero nunca con temor o sumisión. Y tu obsesión con que el periodista no sólo tenía que ser objetivo sino que además tenía que parecerlo. Y no olvido lo poco que te gustaba que se hablara de los periodistas o del Diario en estas mismas páginas "porque los protagonistas tienen que ser los demás, nunca nosotros".

Han pasado los años, veinte, que se dice poco, y como puedes ver tu paso por este Diario y por esta vida no fue en balde. Era lo principal que quería contarte con estas líneas, unas líneas que llegan muy tarde, lo sé, pero que finalmente han llegado. Aquel nefasto 20 de septiembre de 2002 no pude unir dos palabras. Fue imposible. Mi corazón y mi cabeza me lo impedían. Pero hoy sí puedo decir con orgullo que fui compañero de Antonio Rivera, un periodista de Chiclana que siendo subdirector de Diario de Cádiz abandonó este mundo cuando acababa de cumplir 41 años y que hoy, veinte años después, sigue en la memoria de muchos, aunque no haya una calle, un premio o un título que lo refrende.

Sé que te parecerá una pérdida de tiempo, Antonio, pero hoy rezaré por ti. Y sé que te parecerá una gran idea, pero hoy además me tomaré un par de vasos en tu memoria. Porque fuiste y sigues siendo muy grande.

Ea, te dejo ya, que tienes que irte a buscar a Carlos Gardel. Ah, se me olvidaba, el Castillo de Sancti-Petri sigue siendo de San Fernando y sí, es verdad, el Real Madrid ha vuelto a ser campeón de Europa, je, je.

Sigue descansando en paz, compañero del alma, tan temprano. Y no olvides que por aquí, al sur del sur, nos seguimos acordando de ti.

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