Provincia de Cádiz

Titania busca oxígeno en el hidrógeno

  • El laboratorio gaditano especializado en la ciencia de los materiales trata de diversificarse para sortear la crisis del sector aeronáutico, que aporta el 95% de su volumen de negocio

Miguel Ángel Rodríguez, director gerente de Titania.

Miguel Ángel Rodríguez, director gerente de Titania. / Andrés Mora

“Estamos obligados a pensar en cosas nuevas y a replicar lo que nos ha funcionado bien”. Miguel Ángel Rodríguez, director gerente de Titania, encara el futuro con optimismo pese al duro golpe que está suponiendo la crisis del sector aeronáutico en esta compañía especializada en ensayos de materiales radicada en El Puerto de Santa María y que da empleo a 60 trabajadores.

Titania es una estrella más de esa constelación de pequeñas y medianas empresas que han proliferado en la Bahía de Cádiz por el efecto tractor de la presencia de Airbus. Pero su caso es especial ya que se trata de la spin-off (empresa surgida de la Universidad) más exitosa de la historia de la Universidad de Cádiz, institución que este año le ha concedido además el V Premio a la Implicación Social por su política de Responsabilidad Social Corporativa.

2020 empezó muy bien en Titania, creciendo a un ritmo de dos dígitos. 2019 se cerró con una cifra de negocio superior a los tres millones de euros, un 10% más que el ejercicio anterior, y se alcanzó su récord de plantilla, con 64 empleados. Con clientes en 23 países, y certificada para trabajar con los cuatro gigantes aeronáuticos (Airbus, Boeing, Bombardier y Embraer) y sus cadenas de suministro, el futuro era muy prometedor... hasta que llegó la pandemia.

“Ocho meses después, la situación ha cambiado radicalmente. Hemos pasado a ser una empresa de algo más de dos millones de euros y nuestro escenario es que esta pérdida de facturación del 30% se mantenga el año que viene”, reconoce Miguel Ángel Rodríguez.

Menos facturación, mismo empleo

Esta pérdida de negocio apenas se ha traducido por ahora en el empleo. “Sólo hemos prescindido de cuatro personas que se habían incorporado para el crecimiento que estábamos teniendo. El núcleo tradicional de la empresa formado por 60 personas se ha mantenido”, explica el gerente de la compañía.

El problema estriba en que la empresa “ha retrocedido tres años en facturación”. “Sin embargo, en 2017 teníamos 45 empleados y ahora hay 60. Tenemos un desequilibrio entre ingresos y plantilla pero no hemos sido agresivos con el empleo por el compromiso que tenemos con nuestro equipo y porque es lo mejor para la empresa. Contamos con un personal de alta cualificación, por lo que perder ese patrimonio nos dificultaría la recuperación”, relata.

Precisamente, una de las señas de identidad de Titania es que sólo se nutre egresados de la Universidad de Cádiz, que suponen el 60% de su plantilla, o de tecnólogos de Formación Profesional de institutos de Cádiz, especialmente de los módulos de fabricación y procesos químicos.

Miguel Ángel Rodríguez, director gerente de Titania. Miguel Ángel Rodríguez, director gerente de Titania.

Miguel Ángel Rodríguez, director gerente de Titania. / Andrés Mora

Como tantas otras empresas, Titania ha recurrido a un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) para amortiguar el impacto de la crisis. Pero si algo tiene claro la compañía es que la industria aeronáutica, que aporta el 95% de sus ingresos, va a sufrir una transformación radical. “Nuestra apuesta es ver qué podemos hacer en este nuevo escenario”, apunta el director gerente de Titania.

La empresa se plantea dos estrategias para oxigenar sus cuentas. La primera es seguir trabajando en el campo de las ciencias de materiales, diversificando a otros sectores, como el naval, con el que tienen pequeñas vías de colaboración en la Bahía, o apostando aún más por la internacionalización.

En ese sentido, a pesar de las restricciones a la movilidad, Titania está en negociaciones avanzadas con dos laboratorios de Italia y Reino Unido para abrir nuevas líneas de colaboración, que se unirían a las que ya tienen en marcha con dos firmas similares de España y Alemania.

Hidrógeno verde

El segundo camino es explorar las oportunidades de negocio que se abren con la generación de hidrógeno a través de energías renovables para su uso como combustible. “Estamos especialmente sensibilizados con los temas medioambientales y tenemos una oportunidad para aplicar lo que sabemos hacer, que es investigar y generar conocimiento para la industria”, señala Miguel Ángel Rodríguez. Así se reflejará en el plan estratégico en el que está trabajando la compañía de cara al año que viene.

Precisamente, Airbus acaba de desvelar su intención de lanzar en 2035 el primer avión comercial impulsado por hidrógeno con cero emisiones. Y las aplicaciones de este elemento químico en el transporte no sólo se quedan en la aeronáutica. Talgo presentó el pasado mes de septiembre un prototipo de tren impulsado por pila de combustible de hidrógeno destinado a servicios de Cercanías y Media Distancia. Y Toyota ya comercializa en Japón, EEUU, Alemania y Noruega el Mirai, el primer turismo producido a gran escala que usa el hidrógeno como combustible.

El problema del hidrógeno es que se requiere una gran cantidad de energía para su producción. Dependiendo del origen de esa energía, se denomina hidrógeno gris (producido con carbón o gas natural), azul (producido con gas natural con captura o almacenamiento de las emisiones) o verde (con fuentes renovables para la electrólisis del agua).

“Nos encontramos en la tierra del sol y del viento. Estamos trabajando en un proyecto para aprovechar esa energía renovable para generar a su vez otra energía renovable que es el hidrógeno verde”, sostiene Miguel Ángel Rodríguez, que insiste en que el ADN de la compañía “es investigación con una fuerte orientación a las necesidades de la industria”.

Así ha sido desde su origen, en el que hay que remontarse a 1993, cuando el catedrático de la UCA Javier Botana impulsó el grupo de investigación de corrosión y protección con una fuerte orientación hacia el sector naval. En 2004, este laboratorio logró el mayor contrato de la historia de la UCA, lo que llevó a Botana y a Miguel Ángel Rodríguez, entonces investigador principal del grupo, a fundar Titania.

El éxito de la empresa atrajo hace dos años a una multinacional, pero la firma decidió hacer caso omiso a los cantos de sirena. “Tomamos la decisión de no integrarnos porque creemos en el concepto de pyme. Gracias a eso, estamos siendo capaces de gestionar esta crisis de una forma más operativa. Pero eso no significa que no seamos ambiciosos. Tenemos que reinventar el negocio, no quedarnos parados y pensar sólo en lo que hemos sido”, incide.

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