La linense Lola Sánchez vuelve a casa tras cinco años en una cárcel boliviana
Aterriza en Barajas después de ser indultada por padecer cáncer de mama "Lo errores se pagan muy caros", dice
La linense afincada en Denia María Dolores Sánchez, que sufre un cáncer terminal y que fue indultada en Bolivia tras pasar más de cinco años en el penal de Palmasola, llegó ayer a Madrid "muy feliz de estar en casa" y asegurando que "los errores se pagan muy caros", tras ser encarcelada por un delito de narcotráfico.
La española fue recibida en el aeropuerto de Barajas por su hijo, Alejandro de la Rica, y otros familiares y amigos con los que se fundió en un largo abrazo.
Lola, como es conocida familiarmente, no paró de repetir su alegría por estar en España, por el sol que la recibía en el aeropuerto y por comprobar que "después de muchas lágrimas" finalmente estaba en libertad.
Sánchez ingresó en la penitenciaria de Palmasola en 2008 con una condena de ocho años y a los ocho meses de estar recluida le detectaron un cáncer de mama, y no ha recibido tratamiento médico. Por ello dijo que ahora su prioridad es estar con sus hijos e iniciar un tratamiento para "poder estar un poco mejor".
Sánchez nació en La Línea hace 47 años, pero vivía con sus hijos de 22 y 27 años en Denia (Alicante), donde trabajaba de limpiadora, tras pasar por Algeciras y antes de trasladarse a Bolivia para hacer una operación de tráfico de drogas, ya que su familia en España necesitaba dinero para evitar el desahucio de su casa y, por ello, aceptó hacer de mula.
Fuentes jurídicas bolivianas informaron de que Sánchez logró el beneficio porque su caso se enmarcaba en los alcances de un decreto de indulto emitido por Evo Morales el mes pasado.
El mandatario firmó el indulto, el segundo de este tipo en menos de un año, con el fin de beneficiar a presos condenados por delitos menores y para quienes padecen enfermedades graves.
La medida también busca aliviar el hacinamiento en los penales de Bolivia, que actualmente tienen recluidas a 15.000 personas que sobrepasan en mucho la capacidad de esos recintos donde hay motines de forma constante para reclamar mejores condiciones de vida.
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