Elecciones

Experiencia desde el centro del PP

LA última vez que hable con María del Mar Agüero fue en la puerta de la Diputación. Su hija, María del Mar Vázquez la aguardaba con su nieta. Una pequeña de menos de un año que ha florecido en el jardín otoñal de los Agüero, confirmando la esencia de una de las familias de más abolengo de la provincia.

María del Mar repite como candidata al Senado de España. Aunque no las tenía todas consigo esta vez, al final se ha impuesto la coherencia y la razón de los partidos, esa que otras veces se echa en falta, y que permitirá que esta mujer de raza, política de vocación y casi de profesión, culmine su carrera con el Partido Popular al frente del Gobierno.

Llegó al centro derecha desde el PDP de Óscar Alzaga. Fueron comienzos duros, en los que hacer política se dibujaba siempre desde una cartulina azul y a lápiz. María del Mar ha recorrido la provincia de norte a sur y de este a oeste tantas veces como su fiel Carlos, el taxista que la acompañaba siempre, ha podido bajar bandera.

Nunca nada se le hizo cuesta arriba. Al contrario. Sacar fuerzas de flaqueza y poner buena cara al mal tiempo ha sido uno de sus leitmotiv. El argumento capaz de que se deje la piel en una campaña, que regale miles de macetas a sus seguidores o se "parta la cara" en el Senado a favor de los pescadores de Almería.

Ha vivido buenos y malos momentos en política, incluso algunos excelentes. Se queda con esos, aunque también en su haber está la lucha encarnizada que ha tenido con sus compañeros de partido por un voto, el reparto de sobres del Senado de forma individual por quienes se decían sus amigos o el recuento al voto que en su momento, marzo de 1989, sufrió con José María Martínez de Haro.

Eran otros tiempos, noches de mitin en los pueblos más apartados con dos o tres personas escuchándola y la vida casi echa jirones por carreteras infames. Pero como diría Don Hilarión en la reconocida zarzuela "La Verbena de la Paloma", los tiempos cambian una barbaridad. En 2011 se enfrenta, con seguridad, a una de las elecciones más fáciles de las que ha disfrutado. Un tiempo en el que persiste en sus ideales, en sus ideas de centro, en la solidaridad con aquellos que la necesitan y, sobre todo, en la amistad con sus amigos. Aquellos que con el paso de los años han permanecido fieles y que nunca le piden nada a cambio.

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