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Ya lo avisó Luis Enrique, se equivocó al no llevar a Fabián Ruiz al Mundial de Qatar 2022. Eso sí, ha enmendado el asturiano su error con creces, otorgando las llaves del centro del campo al sevillano, termómetro de un PSG histórico, campeón por vez primera en su historia de una Liga de Campeones tremenda que culminó con la goleada al Inter (5-0), en un partido que puso punto y final a su aparente reivindicación constante.
Parecía que el de Los Palacios sorprendía constantemente. Al menos fuera de España y más allá de París, donde su talento ya era conocido de sobra. Algo que también puso de manifiesto Luis de la Fuente, seleccionador español, durante la Eurocopa de 2024. "Si no se llamase Fabián, se hablaría mucho más de él", dijo. Fue una manera de decir que su nombre no es mediático. Lo típico que se dice de jugadores que no tienen un peinado extravagante, tatuajes por todo el cuerpo o pendientes. Todos esos clichés que ne realidad no valen para nada a la hora de ser futbolista. Al final Fabián Ruiz se dedica a jugar. Y lleva muchos años haciéndolo de maravilla.
Por eso su reivindicación, esa que parecía constante, finalizó definitivamente en el Allianz Arena, en el mismo escenario en el que dio una clase magistral ante Francia en las semifinales de la Eurocopa y en el que volvió a brillar en la final de la Champions. A nadie ya puede sorprender el talento de un jugador que estuvo cerca de volver al Betis el verano pasado, pero que decidió quedarse finalmente en París para hacer historia.
Pasó de ser una gran oportunidad de hacer caja para el PSG a ser uno de los jugadores claves, indiscutible en el centro del campo de Luis Enrique, llave de la creación de un equipo que doblegó al Inter en la gran final, esa a la que llegó tras un golazo suyo en las semifinales ante el Arsenal.
Siempre ha dejado buen recuerdo allá donde ha ido. Después del equipo de su vida, el Betis, militó 4 años en el Nápoles donde también logró algo que pocos pueden decir, un título en la casa de Diego Armando Maradona, una Copa Italia de 2020 que sentó las bases del Nápoles que poco después se convirtió en campeón, aunque ya sin su presencia. Después, su llegada a París le permitió dar ese salto final de calidad para asentarse en la élite europea. Ganador de dos Copas de Francia, de tres Ligue 1 y de otras dos Supercopas de Francia, es ahora un ídolo. Solo le faltaba el éxito continental a nivel de clubes, pues ya ganó la Eurocopa y la Liga de Naciones con España, además de un europeo sub-21.
Conseguido el objetivo de la Champions y del triplete, finalizada esa reivindicación que ya no necesita, completamente estable entre los mejores centrocampistas del mundo, Fabián piensa ya en su nuevo reto: los dos Mundiales, el de clubes con el PSG y el de Estados Unido con España.
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