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Un amargo bronce y una dulce plata

  • La tercera plaza del equipo femenino sabe a poco, pero el segundo puesto logrado por los chicos, a gloria

El Europeo de Barcelona dejó a España un bronce amargo y una plata que sabe a gloria, pese a que perder una final y hacerlo además en la tanda de penaltis siempre resulta doloroso.

Los chicos de David Martín cayeron de nuevo en ese último partido ante Serbia y en la serie de penas máximas, como sucedió en el Mundial de Roma 2009. Pero volver a pelear por el oro después de nueve años sin pelear por las medallas es para sentirse orgullosos.

Más aun después de haber eliminado a Grecia en cuartos, a Italia en semifinales y haber plantado cara hasta la última posesión al vigente campeón olímpico. Y es que, desde su declaración como estado independiente, Serbia ha ganado cinco Europeos, los últimos cuatro de forma consecutiva.

En cualquier caso, tras Barcelona, la selección española masculina vuelve a estar entre las grandes. En Barcelona ningún equipo fue superior a ella en los cuatro cuartos reglamentarios.

Demostraron tener la mejor defensa y el mejor portero -un sensacional Daniel López Pinedo- del campeonato y sólo la fatídica tanda de penaltis tras el 7-7 con el que acabó la final le impidieron proclamarse, por primera vez en su historia, campeón de Europa, la única medalla de oro que le falta en una gran competición.

Las guerreras de Miki Oca, en cambio, se marchan de la capital catalana con la sensación de haber perdido una ocasión de oro para volver a reinar. Una mala tarde en defensa las dejó fuera de la final, cuando hasta ese momento habían sido como una apisonadora.

En el partido por el tercer puesto golearon a Hungría (12-6), pero un bronce a veces sabe a poco para una superpotencia, que es en lo que se ha convertido España.

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