La Balompédica derrotó por la mínima al Peñarroya-Pueblonuevo… y al viento de Levante y acaricia ya el título de campeón. Un logro que podría celebrar la próxima semana incluso antes de saltar al terreno de juego del Sancho Dávila. La afición se dio por contenta con el resultado y despidió a los suyos con gritos de '¡campeones campeones!' a pesar del fútbol espeso desplegado por los de casa durante ochenta minutos.

Los albinegros resolvieron el duelo a falta de cuatro minutos, con un gol del súperpichichi Copi (¿de quién si no?), cuando ya parecía que los cordobeses podían obtener recompensa a su madrugón. El de ayer es de esos partidos que dejan la sensación de que si la Balona hubiese sido capaz de marcar en el aluvión de los primeros minutos podría haber logrado una goleada. Pero que acaba con una victoria pírrica. A fin de cuentas, igual de útil.

La Balona salió desatada. Pudo y debió marcar en el primer arreón, cuando el rival estaba aún desajustado, especialmente en defensa. En el primer minuto Pibe -que, como en Huelva, dejó sello de futbolista interesante- no acertó a dirigir un cabezazo y en el cuatro el árbitro ignoró un penalti de libro de Toni, que interceptó con las manos un disparo de Copi que llevaba marchamo de gol.

El partido se convirtió en un monólogo de posesión de los de Rafa Escobar, pero a medida que avanzaban los minutos el equipo de La Línea se iba quedando enredado en el entramado táctico del Peñarroya, que consistía básicamente en defender con nueve y encomendarse a Javi Cabezas, aislado arriba. Bueno, se enredaba en el rival y un temporal que hacía casi imposible dirigir el balón con criterio.

Los de casa disfrutaron de más de una ocasión para sentenciar antes del intermedio. Sin duda, la más clara llegó en la prolongación cuando un deslucido David Navarro sirvió en bandeja para que Ismael Chico, con todo el marco para él, lanzase fuera casi al mismo tiempo que se llevaba las manos a la cabeza.

La mejor réplica, casi la única, de Javi Cabezas fue un disparo al lateral de la red en el 37'.

La segunda mitad comenzó como la primera. Con la Balona vertical. A los 46' Copi recibió un buen pase de David Navarro, pero tropezó su lanzamiento en los pies de Andrés.

Poco a poco el conjunto de casa se fue difuminando. Volvió a quedarse sin chispa y su fútbol se hizo monótono. El Peñarroya se agarró a la posibilidad de sumar algún punto, creyó en su repliegue intensivo y se vació sobre el césped, que cada vez se le hacía más amplio. La lesión en el 53' del exbalono Castilla, aplaudido cuando se dirigía el banquillo, no consiguió debilitar el entramado defensivo de Pedrito. En el 62' y el 75' incluso se atrevió a salir al ataque, pero Cabezas se topó con Borja.

Las sustituciones de la Balona y los consiguientes cambios de posición de algunos de los que estaban sobre el terreno de juego no surtieron demasiado efecto. El público asistía callado a un partido sin pellizco, hasta que en el 86' Francis -que sigue siendo uno de los más regulares- mandó a las entrañas del área para que Copi controlase y con un disparo que envenenó el viento, hizo el uno-cero.

Los locales lo celebraron casi como un gol histórico. Subidos a la valla para compartirlo con el público, que por entonces se reinició y comenzó a celebrar lo que se antoja un título cierto.

Lo que quedó fue un trámite, utilizado por los de casa para forzar tarjetas mientras el rival, agotado y desanimado, trataba de estirarse a la heroica.

El final dejó cierto sabor a festividad por adelantado y a sentencia casi definitiva para los forasteros, que cayeron desconsolados al suelo. La Balona, en los últimos partidos en casa, ha perdido su sello. Pero, afortunadamente, no su ventaja sobre el segundo clasificado.