Lo que podría haber sido un buen empate, un buen punto de partida para dejar atrás una mala dinámica, se convirtió en un nuevo capítulo del pupas Algeciras CF. Los albirrojos se pusieron con ventaja de dos goles en Vigo, donde jugaron más de una hora con un jugador menos por una expulsión totalmente injusta. Los de Iván Ania, con ese 0-2 arrancado a base de muchísimo trabajo, encajaron dos tantos con su portero Pol Tristán en el blanco de la diana. El meta hizo un penalti y, no se sabe bien cómo ni por qué, concedió un gol de falta que machacó todas las ilusiones de un algecirismo algo hastiado. No hay derecho a que se escape una victoria así.

El Algeciras llegará al Clásico del Campo de Gibraltar por detrás de la Balona (el miércoles a las 21:00 en el Nuevo Mirador) tras haber tomado algo de oxígeno, pero con los ánimos igual o más calentitos entre una afición entre la que ya no hay dudas: este equipo necesita un cancerbero de garantías sí o sí en invierno o puede pasar fatigas para mantener la categoría en la Primera Federación.

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Los dos goles del bravo Iñaki Elejalde quedaron agriados en un partido que, no hay que olvidar, quedó condicionado por la expulsión de Tomás en el minuto 34 cuando campeaba el 0-1. El colegiado Pozueta Rodríguez, a instancias de su asistente, enseñó la roja al algecireño y la amarilla a Raúl Blanco, el presunto agredido, en una acción en la que no se aprecia más que un forcejeo. No es la primera cacicada arbitral de la temporada contra los albirrojos. Igual el club debe tomar cartas en el asunto. 

El Algeciras mereció más en el colosal estadio de Balaídos, pero la cantinela de los merecimientos ya empieza a cansar cuando se concede tanto y tan fácil una semana tras otra y tras otra.

Los albirrojos cuajaron un partido muy serio manchado por dos situaciones que pueden pasar de vez en cuando, pero no cada jornada porque la inseguridad es un veneno que se expande como el miedo, veloz y silencioso. El Algeciras venció la mayor parte del tiempo a esos fantasmas y fue por delante desde pronto durante más de 80 minutos, pero la sensación de rabia al encajar, otra vez, a balón parado... El penalti es un lance del juego aunque es el segundo consecutivo tras el del Sanse y el tanto de falta se antoja incomprensible e hizo llevarse las manos a la cabeza a una hinchada que habría aceptado empatar o perder por alguna genialidad de un rival que jugaba en superioridad numérica.    

El Algeciras se plantó en Vigo con un once con varios retoques: la esperada entrada de Van Rijn por el lesionado Amoah estuvo acompañada por la titularidad de Benítez en el lateral derecho por Albarrán -un cambio sorprendente- y por la inclusión de Unai Veiga para apuntalar el centro del campo.

El Celta B avisó en su primera aproximación con una media oportunidad en la que un jugador pudo chutar solo pero no encontró disparo. El que sí vio portería en el área contraria al instante fue Iñaki Elejalde, que sigue de dulce. El Algeciras se adelantó a los 5 minutos en un balón centrado desde la izquierda por Tomás al que llegó en segunda instancia el madrileño para encañonar.

El gol no cambió a un filial que seguía buscando las cosquillas a la espalda algecirista aunque los de Ania casi se hacían el lío ellos mismos: pasó en el 12' en una cesión con la cabeza de Figueras a Tristán y en el 24' en una salida del meta al que le rebotó en el balón en las rodillas.

Esa inseguridad, de momento, no afectó a un Algeciras que seguía a lo suyo, con presencia cada vez que pisaba dominio contrario. Figueras cortó providencial un balón filtrado a Miguel Miguel Rodríguez, de los mejores de la cantera celtiña. Los de Ania funcionaban en los dos lados del campo.

A la media hora pudo dar un vuelco todo porque el Celta B regaló un balón atrás y Alvarito Romero la tuvo para marcar de tiro cruzado pero Javi Rodríguez evitó el gol cuando ya se colaba. Dos minutos después, en el 34', se produjo la polémica expulsión de Tomás al entender un asistente que el algecireño había golpeado a Raúl Blanco en un forcejeo que, como mucho, era de amarillas para ambos y listo. Pues no, roja directa al algecireño y a remar con uno menos con una hora de partido por delante. Ania parcheó el costado con Albarrán y el equipo aguantó entero hasta el descanso. Quedaba un mundo.

Iván, ante el Celta B.

El filial regresó del intermedio con un triple cambio, consciente de que iba a llevar el peso del juego. El Algeciras se cerró bien con cinco. Manejaban los celestes, pero sin apuros para los rojiblancos. Transcurrió ese primer cuarto de hora psicológico y con dos tercios de encuentro consumidos volvieron a pasar cosas. 

El Celta B casi celebró gol en el 64' en un balón filtrado a Losada, que estaba en fuera de juego. Dos minutos después, el Algeciras fue el que festejó en unos de sus esporádicos ataques: Benítez metió el balón desde la izquierda y Elejalde -que está donde tiene que estar- cazó el rechace para hacer el 0-2.

La alegría duró poquísimo porque en el minuto 68 el Celta B sacó un penalti. Balón metido en profundo y Pol Tristán que llegó tarde ante Raúl Blanco. Algo parecido a lo que ocurrió con el Sanse la semana anterior. Losada convirtió el 1-2 y partido otra vez en disputa.

Trataba de quemar el reloj el Algeciras cuando una falta lateral -evitable- en el minuto 82 brindó el gol de golpeo directo de Damián que metió el balón entre los brazos de Pol Tristán, que ni la tocó. El empate heló al algecirismo, seguramente más a todos los que estaban viéndolo desde casa, porque los de Ania sacaron las fuerzas que tenían en reserva para al menos conservar el punto y no caer en una depresión total.

El próximo miércoles 7 a las 21:00 viene la Balona al Nuevo Mirador y lo hará por delante del Algeciras, con un punto más.