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Pizarro, el estimado profesor

El presidente del Puertollano, que se hizo cargo de la entidad en septiembre, impartió nueve años clases de Historia en el Instituto Mediterráneo de La Línea, donde nacieron sus hijos y dejó muchos amigos

Luis Pizarro, presidente del Puertollano, en una imagen reciente.
Rubén Almagro / La Línea

15 de octubre 2011 - 05:02

El presidente del Club Deportivo Puertollano, Luis Pizarro, envía mañana a su equipo a jugar… a su casa. Porque así sigue considerando el máximo mandatario manchego a La Línea, ciudad en la que ejerció durante nueve años (1981-1990) como profesor de Historia en el Instituto Mediterráneo -lo que todo el mundo aún hoy conoce como Maestría-, del que fue Jefe de Estudios durante siete cursos. Hablar con él resulta un placer para cualquier linense, porque se le acaban los halagos para la ciudad.

Aunque parezca empezar por el final, la despedida de Pizarro resume perfectamente el espíritu de una conversación tan larga como agradable: "Rogaría que en lo que vaya a escribir deje muy claro que llevo a gala ser linense de adopción, que siempre estuve muy a gusto allí y que envío un abrazo y un recuerdo muy fuerte para todos aquellos con los que compartí algún momento durante aquellos nueve años: alumnos, profesores y a las muchas amistades que dejé en La Línea, ciudad de la que nunca me olvido y a la que siempre estoy deseando voler". Para qué más.

Pizarro se hizo cargo del CD Puertollano el pasado uno de septiembre, cuando la entidad, que mañana domingo se enfrente a una asamblea decisiva para su futuro, amenazaba con desaparecer como consecuencia de las deudas. Antes fue concejal . Pero ya había regresado a la localidad manchega con dos hijos (Paola y Luis Ramón), que le unieron para siempre a La Línea. El fútbol se encargó de ponerle al frente del que mañana, por avatares de la competición, es el rival de 'su Balona'

"Como voy a sentir que mi equipo va a un campo ajeno si yo he vivido en la Avenida de la Banqueta y me levantaba y lo primero que veía era el estadio", dice con orgullo. "Luego estuve algún tiempo en la Plaza Fariñas".

"Recuerdo aquella época con enorme cariño", insiste. "Dejé allí muchísimos amigos y con algunos de ellos aún tengo contacto más o menos frecuente".

"Para mí La Línea es especial… y no lo digo conseguidas", bromea. "Como lo es también la Balona, porque como soy un hombre de fútbol vi muchos partidos… incluso de la propia Balona con el Calvo Sotelo, que era como se llamaba entonces nuestro club y que en aquella etapa eran rivales frecuentes".

"Por supuesto que el nacimiento de mis dos hijos es el mejor recuerdo que guardo de aquella etapa, pero siempre me acordaré de la buena gente que hay en esa ciudad, de cómo nos acogieron, que siempre nos trataron maravillosamente", insiste.

"Me vienen a la memoria nombres como los de Rossi y Diego, del kiosko de prensa que había en la Plaza de la Constitución, Maruja Ciatelo, Margari, la viuda de Ricardo Balloqui, Ruperto el de La Escocesa… tanta gente y tantas cosas, porque tampoco me olvido de los desayunos del Yoki, que para mí se sigue llamando así".

"Lo que más pena me da es que no puedo ir a La Línea porque tenemos fijada la asamblea, que intenté por todos los medios que no coincidiera con este partido, pero por cuestiones burocráticas al final no he podido evitarlo", lamenta. "La situación del club es dramática, totalmente, no admite más aplazamientos. De hecho, si me presenté fue porque el club corría el riesgo de desaparecer ese mismo día".

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