Lo que no pudieron hacer los golpes de los defensas quizá sí lo consigan los aeropuertos: poner en duda la participación de Lionel Messi en el partido de mañana ante el Zaragoza de Javier Aguirre en el Camp Nou.

Durante los últimos tres años, y coincidiendo con la llegada de Josep Guardiola al banquillo del Barcelona, el argentino se ganó fama de hombre de hierro y apenas se perdió partidos por lesión. Tampoco por fatiga, pues el técnico reconoció públicamente que "Messi siempre quiere jugar, es un enorme competidor".

En años anteriores, era habitual ver a Messi descansar obligadamente cada poco por lesiones musculares o cansancio acumulado. Esta misma temporada, por el contrario, jugó todos los partidos de la Liga española y de la Liga de Campeones, para arrojar una media de más de un gol por encuentro. Sin embargo, esta vez la situación parece límite después de diez días cargados de viajes y tensiones con la selección argentina.

La albiceleste venció el martes por 1-2 en Colombia con una gran actuación de Messi, autor del primer gol. El final del partido fue una liberación por el triunfo y, también, el inicio de una travesía extenuante.

El viaje de regreso a Barcelona se hizo eterno, incluyendo 20 horas entre aviones y aeropuertos, con casi 10.000 kilómetros recorridos y la acumulación de un jet-lag considerable. En este intervalo de tiempo, Messi visitó las salas de espera de nada menos que cuatro aeropuertos: Barranquilla, Miami, Madrid y Barcelona.

En un hecho poco habitual, los diarios deportivos españoles Marca y Sport coincidieron ayer en emplear el mismo titular para hablar del estado del argentino: "Fundido".

Más optimista se mostró Mundo Deportivo, que apeló al historial del jugador para asegurar que Messi estará en el partido ante el Zaragoza. "Quiere jugarlo, como quiere jugarlos todos sean de la competición que sean", destacó el decano de la prensa deportiva española.

Messi demuestra su compromiso profesional tanto con el Barcelona como con la selección argentina, pero eso también tiene un indiscutible costo físico, aunque el jugador lleva tiempo disimulándolo con sus enormes ganas de competir siempre.

Ayer, nada más aterrizar en Barcelona, se dirigió con su compatriota Javier Mascherano a realizar un entrenamiento voluntario en la ciudad deportiva del club azulgrana.

Ahora, le corresponde a Guardiola decidir si desatiende los deseos de Messi y lo deja descansar o si, por el contrario, vuelve a complacer las incontenibles ansias de Messi por competir y lo alinea ante el Zaragoza.