Baladas y odas | Crítica

Prosas, inéditas y eróticas, de Juan Ramón Jiménez

Juan Ramón Jiménez

Juan Ramón Jiménez / DS

En 1905 regresaba Juan Ramón Jiménez a Moguer. Su familia, prácticamente arruinada tras la muerte del padre, no podía permitirse el lujo de mantener al poeta viviendo su vida de poeta, su vida de niño bien. Juan Ramón regresa desde Madrid al pueblo donde nació, y padece severos problemas de lo que ahora calificaríamos salud mental. El autor convive con la depresión y con un incomprensible miedo a la muerte. A la escritora María Lejárraga, a quien escribe con frecuencia, le habla de suicidio, de que apenas tiene ganas de vivir, de que todo en Moguer ahora son preocupaciones y adversidades –la ruina familiar, la nueva casa, incómoda y, según Juan Ramón, desagradable para vivir-.

Pero esta suma de noticias desfavorables no duró, por decirlo con una palabra muy del gusto del poeta, eternamente. De hecho, estos siete años de vuelta en Moguer supusieron una considerable evolución, una madurez, literaria y personal. De 1906 a 1912 Juan Ramón Jiménez escribía de manera compulsiva y publicaba a un ritmo insólito. Fueron estos los años –hacia 1906- en los que el poeta comenzó la redacción de Platero y yo; es decir, una época crucial en la producción del futuro Nobel.

En este periodo entre 1906 y 1912, Juan Ramón Jiménez, hasta entonces discípulo predilecto del modernismo y del romanticismo español, indaga en nuevas fórmulas que harán de su obra una excepción en el panorama de entonces y en la historia de nuestra literatura. Juan Ramón, influenciado por autores franceses, toma el poema en prosa –o la prosa poética- y lo incorpora a su literatura. Presente está Baudelaire, claro, pero también nombres no tan conocidos para el gran público, como Paul Fort.

Juan Ramón Jiménez, con esta dedicación sin pausa a la escritura y con la apuesta por renovadas formas de expresión, nos deja una serie de poemas en prosa que recientemente se han recopilado en el volumen Baladas y odas, con edición de Soledad González Ródenas y publicado en la colección Vandalia, de la fundación José Manuel Lara. Hablamos de textos inéditos, aunque también conocidos, pero contextualizados y fijados con un criterio y un rigor hasta ahora inexistentes.

Descubrimos un conjunto de poemas en prosa que Juan Ramón Jiménez dedica, entre otros temas, a las numerosas mujeres con las que mantuvo una relación sexual o sentimental –o las dos-. “De besos le llené su sexo castaño, lleno todo de besos. (…) ¡Maravilla del mundo ignoto entre mis manos!”, leemos. Son escritos naturalmente menores, pero no insustanciales, y sobre todo contienen la sensualidad y el tono –celebración y elegía- que hicieron de Juan Ramón Jiménez el autor inmenso que hoy conocemos.

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