Cómics

La inmensidad en un suspiro

  • Cuando parecía que estaba todo hecho, Laura Pérez Vernetti se adentró con 'Arrabal' en el territorio casi virgen del maridaje entre cómic y poesía, lo visual y poético

Detalle de una viñeta de 'Arrabal'.

Detalle de una viñeta de 'Arrabal'.

Después de leer Arrabal, me pregunto ¿es Laura Pérez Vernetti el mejor historietista español actual? (lo pongo así, en masculino, para que se entienda que los incluyo también a ellos). ¿Qué otro puede presumir de una obra tan extensa, elevada y consistente? ¿Qué otro es capaz de tensar el lenguaje de la narrativa gráfica hasta el extremo de reinventarlo, obra tras obra, contando como acierto cada intento? ¿Quién trabaja persistentemente al margen de las modas, en busca de un ideal estético propio, sin perder de vista el potencial comunicativo del arte? ¿Y quién que reúna estas características sigue persiguiendo (y alcanzando) nuevas cotas? Los ha habido antes (pienso en El Cubri, el Raúl de aquella década prodigiosa, determinados álbumes de Del Barrio o Keko, el nunca suficientemente valorado Micharmut) y los hay que se acercan, pero sólo puntualmente.

Uno de los grandes méritos de Laura es que lleva 40 años en esta misma brecha sin dar muestras de agotamiento, tozuda en sus planteamientos y con la maestría que le otorga la larga experiencia. Trabaja calladamente, pero sus libros son gritos sobre la mesa.

Desde que me robó la mirada con El toro blanco (1989, con guion de Lo Duca), he seguido con pasión una trayectoria que incluye maravillas como Macandé (2000) o Será Servito (2010), ambos escritos por Felipe Hernández Cava, el sorprendente recopilatorio Las habitaciones desmanteladas (1999), colaboraciones con guionistas de la talla de Carlos Sampayo o Antonio Altarriba y adaptaciones de genios literarios como Borges, Kafka, Maupassant, De Quincey y Marcel Schwob, entre otros.

Y cuando parecía que estaba todo hecho, se adentró en el territorio casi virgen del maridaje entre cómic y poesía y encadenó una serie impresionante de volúmenes, editados mayormente por Luces de Gálibo: Pessoa & cía (2011), El caso Makakovski (2014), Poémic (2015), Ocho poemas (2016), Yo, Rilke (2016), Viñetas de plata (2017), La cólera de Baudelaire (2020) y este Arrabal que acaba de llegar a librerías.

En su magnífica introducción, donde se reflexiona sobre la relación entre lo visual y lo poético y se desvelan algunos detalles de la génesis del presente volumen, dice Pólux Hernúñez que "Quien conozca la poesía de Arrabal entenderá perfectamente por qué Laura quiso recrearla en viñetas. Es altamente rompedora, sugestiva, pictórica, llena de imágenes inusitadas e impactantes. (...) Laura no solo describe y reproduce gráficamente el texto, sino que lo reinterpreta, lo recrea y lo completa (...). Todo está estudiado en las viñetas de Laura y meticulosamente ejecutado en una línea clara característica en la que reinan la sencillez, la pulcritud, la simetría, el equilibrio y la armonía de formas".

Son diez capítulos, o sea, diez poemas escogidos por la ganadora del Gran Premio a la Trayectoria en el Salón Internacional del Cómic de Barcelona de 2018, que es tan buena lectora como dibujante y logra, en pocas páginas, empaparnos del torrente caudaloso de un artista irrepetible. Como la propia Laura.

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