tribuna de opinión

Sin palabras

  • La inmigración exige una gran templanza, una visión de Estado, políticas europeas, prudencia y coordinación

Dice el proverbio chino que "una imagen vale más que mil palabras". Se puede traducir literalmente como el significado que "una imagen puede expresar diez mil palabras". En ocasiones, "una palabra vale más que mil imágenes".

Nuestro mundo, es de las imágenes, pero no podemos olvidar, sobre todo quienes escribimos, el poder de la palabra, de tal manera que a veces lo más contundente para expresar algún contenido conceptual o emocional es quedarnos sin palabras.

Cuando recorremos las páginas de un libro, ponemos a prueba nuestras fortalezas y debilidades, y desde la primera a la última hoja experimentamos todo tipo de sentimientos y emociones, todo tipo de aventuras.

Hay días que nos cunden mucho y nos sentimos pletóricos, mientras que hay otros que con asuntos insustanciales y aburridos, lo mejor es que nos quitemos de en medio cuanto antes. El esfuerzo y la concentración nos llevan a conseguir resultados satisfactorios.

El mundo se nos complica entre coladas y culadas, cuerdas y nudos, precauciones y condiciones, protagonistas y secundarios, contajes y recuentos, debilidades y refuerzos, estilos y calidades, cantos y cuentos, entre prosas increíbles y versos inéditos.

Cuando superamos todos los test y resolvemos todos enigmas, entre atmósferas extrañas, seducciones y salvaciones, majaras como cabras y corazones sin freno, debemos procurar ser discretos, cautelosos y amables, y por supuesto, no imponer jamás nuestro criterio.

Pues esto tan claro y sencillo, algunos responsables políticos de nuestra Comarca, no acaban de entenderlo, y se enfadan si no se les da la razón o se les saca en cuatro fotos en lugar de en cinco como ellos reclaman. No digamos si el que aparece es el adversario, entonces entran en una especie de ira sin freno o tormenta sin fin.

No debemos dejarnos llevar por la pereza, y con orden y sin prisa hemos de afrontar los problemas sin dilación, no ir engordando el catálogo de dificultades y la relación interminable de ausencia de soluciones. Ver la meta más cerca que nunca y la frustración y el fracaso más lejos que siempre. En lo que nunca debemos caer es en la tentación de culpar a los demás de nuestras propias incompetencias.

Hay momentos en los que nos sentimos sin palabras, aunque deberíamos gritar fuerte y alto ante la injusticia que supone que cerca de 900 millones de seres estén sufriendo las consecuencias del hambre, que todavía haya muchos lugares de este mundo en los que el racismo sea la norma.

Deberíamos denunciar sin contemplaciones los efectos de la contaminación sobre nuestro medio ambiente y sobre nuestros cuerpos. Nos estamos cargando nuestra gran casa y deteriorando nuestra salud. Nos hemos acostumbrado, sin inmutarnos a convivir con todo tipo de corrupciones y guerras y para eso hemos de tener palabras y actuaciones.

Resulta escandaloso que alrededor de 800 millones de personas no tengan acceso a un sistema de cuidado de su salud y mueran de enfermedades que serían impensables en el mundo occidental y desarrollado como la diarrea o el frío.

Lo que nos parece lo más normal y solo está a nuestra alcance con apretar o girar un botón o una llave, es un milagro para una cuarta parte de la humanidad, que vive sin ningún tipo de electricidad, a los que tendríamos que añadir los que padecen una situación de pobreza energética.

Y podríamos continuar la lista de quienes o no tienen palabras o no les escuchamos cuando nos las escupen en nuestros rostros, como quienes tienen sed y no tienen agua para beber o los más de 1.400 millones de seres humanos que viven en situación de pobreza extrema.

Hemos de recuperar el poder y la fuerza de la palabra para luchar por la igualdad y denunciar la injusticia. Como dice el filósofo Emilio Lledó, "aceptar un corrupto en el poder es algo que la sociedad tiene que rechazar". Si algunos de nuestros responsables políticos lo tuvieran claro, no dirían tantas tonterías y medirían más sus palabras.

En este maravilloso lugar del mundo que es el Campo de Gibraltar tenemos todos los días del año muestras de algunos políticos que ante un problema tan complicado y difícil como las migraciones no se resisten a decir cualquier tontería. Estamos ante un tema que exige una gran templanza, una visión de Estado, una política a nivel europeo, mucha prudencia y coordinación. Y los torpes e imprudentes deberían aprender a estar callados, por mucha tentación que tuvieran de ser protagonistas de lo insustancial o la mentira, nada máss para salir en la foto o en la pantalla. ¡La mayoría se lo agradeceríamos!

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