El enclave rupestre del Peñón de la Cueva o Corchadillo, el arte esquemático en su esencia
Observatorio de La Trocha - Nuestro arte prehistórico
Situado en la falda de la sierra del Niño, en Los Barrios, el abrigo rocoso cuenta con 48 representaciones gráficas
Pueden apreciarse figuras antropomorfas, esteliformes, ramiformes, un pectiniforme, un soliforme y fragmentos de representaciones
Conjunto de cuevas pictóricas de Chinchilla, Jimena de la Frontera
Cueva de las Estrellas, un referente del arte rupestre paleolítico en el extremo sur peninsular
Este enclave se sitúa en el término municipal de Los Barrios, en la falda de la sierra del Niño, forma parte de las cordilleras Béticas y es uno de los elementos orográficos que rodean lo que antes era la laguna de la Janda, un antiguo humedal que se desecó en la década de los sesenta. La depresión tectónica que dio origen a la laguna se formó debido a fallas alineadas en dirección NE-SW, hacia donde fluye la mayoría de la red hidrográfica local. Toda esta zona, incluida la sierra del Niño, se encuentra en el complejo de unidades geológicas del Campo de Gibraltar. Está caracterizado por materiales como facies flychs, formaciones arcillosas y areniscosas que datan desde el Cretácico hasta el Mioceno Inferior. Las areniscas numídicas o del Aljibe, con un alto contenido de cuarzo y granos bien redondeados, son predominantes en la zona.
El relieve de la sierra se forma a partir de factores como la litología, la estructura, el clima y la vegetación. Esto da lugar a montañas con pendientes suaves, suelos bien desarrollados y una vegetación exuberante, impulsada por la alta humedad ambiental, resultado de la pluviosidad y la proximidad al estrecho de Gibraltar. La niebla constante aporta humedad al suelo, fomentando el crecimiento de la vegetación, a excepción de las áreas de areniscas con estratos verticales que no permiten la formación de suelo.
La meteorización es el principal proceso de modelado en la zona, actuando principalmente sobre las areniscas del Aljibe. Estas rocas son particularmente susceptibles a la meteorización biológica, lo que da lugar a una tipología de suelo y vegetación adaptada a un clima húmedo. Las sierras del Campo de Gibraltar cuentan con numerosas cavidades y abrigos rocosos de pequeño tamaño, formados por erosión eólica y corrosión, así como superficies corroídas en extensión, lo que contribuye a la morfología de tafonis de areniscas silíceas.
Uno de los primeros estudios que recogen este maravilloso enclave rupestre del Peñón de la Cueva o Corchadillo fue publicado en 1929, por Henri Breuil y M.C. Burkitt, en el ya conocido Rock Paintings of Southern Andalusia, obra maestra que examinó enclaves rupestres en las sierras cerca de la antigua laguna de La Janda y el Campo de Gibraltar, publicando dibujos de la mayoría de los paneles de los abrigos que investigaron y publicaron. Desde entonces hasta la década de los 80, hubo escasos estudios relacionados con el arte rupestre en el extremo sur peninsular. No siendo hasta 1988 cuando el matrimonio Topper realizo un trabajo divulgativo de algunos de los enclaves de la provincia de Cádiz, incluyendo también el abrigo del Peñón de la Cueva.
Describen las dos oquedades que lo componen, realizando varios calcos de las pinturas que allí se conservaban. Ya entre los años 1988-1993, se realizó una investigación arqueológica en la zona gaditana, autorizada y subvencionada por la Dirección General de Bienes Culturales de la Junta de Andalucía, que culminó en la publicación de Las manifestaciones rupestres prehistóricas de la zona gaditana, donde se actualizo en parte el catalogo rupestre de la provincia gaditana, publicado en el año 2000 y dirigida por Martí Mas Cornellà. En este trabajo de investigación se analizaron expresiones gráficas en la sierra Momia, mientras que el trabajo en la sierra del Niño y otros lugares quedó sin procesar. Siendo el estudio de esta zona la base de la tesis doctoral presentada por la Mónica Solís Delgado en 2015, que incluyó un estudio del Peñón de la Cueva, el grupo de Bacinete, el abrigo de Pilones y otros emplazamientos en la zona.
En 1989-1990, Cecilio Barroso Ruiz realizó investigaciones en Bacinete y prospecciones en el Peñón de la Cueva y Pilones, aunque su trabajo no se completó y solo se publicó una comunicación en las IV Jornadas de Arqueología de Andalucía en 1991. Estas investigaciones se centraron en un informe metodológico con advertencias sobre la conservación de los abrigos.
Ya en 2022 la doctora Mónica Solís Delgado, a través del Instituto de Estudios Campogibraltareños, público un cuadernillo que recoge una actualización del catálogo rupestre que se conserva en las dos oquedades que conforman el Peñón de la Cueva.
El Peñón de la Cueva se encuentra en Los Barrios, Cádiz, a unos 118 metros sobre el nivel del mar, en la ladera suroriental del cerro Peruétano, que es parte de la sierra del Niño. En esta área, también se encuentran el conjunto rupestre de Bacinete y el abrigo de Pilones, cerca del puerto de Bacinete, que separa las sierras del Peruétano y el Niño en dirección N-S.
Este enclave rupestre destaca por ser un peñón rocoso aislado, con unas dimensiones de 7,00 metros de altura, 9,50 metros de anchura y una profundidad media de sus oquedades de 2,75 metros, se caracteriza por su naturaleza prismática. Este bloque rocoso exhibe sus dos cavidades cóncavas que se asemejan a pequeñas covachas. Estas cavidades se orientan hacia el Sureste y se alzan a más de cinco metros y cuatro metros de altura sobre una pared vertical, respectivamente. Su inclinación es de aproximadamente 45 grados, y por razones de referencia, se les han asignado los nombres de sector 1 y sector 2, denominación aplicada por Mónica Solís, ambas áreas cuentan en sus paredes con pinturas.
En el sector 1, situado a la izquierda, se han identificado zonas afectadas por capas de alteración. Se observan numerosos huecos de dimensiones reducidas y alveolos, algunos de considerable tamaño. El suelo y la entrada al abrigo están colonizados por comunidades de líquenes y musgos. Las paredes presentan una parcial decoloración, probablemente causada por microorganismos. Se ha confirmado la presencia de nidos de vencejos, así como excrementos de búhos y cabras.
El sector 2, o cavidad derecha, exhibe varias alteraciones que afectan a la estructura de la roca, como desconchones y descamaciones. Se identifican huecos de dimensiones reducidas, incluyendo algunos de gran tamaño, junto con una capa significativa de alteración producto de exudaciones y filtraciones de agua. Comunidades de líquenes y musgos se han desarrollado en este entorno, y se observa una proliferación de plantas en la entrada del abrigo, aunque estas no interfieren con la zona de las pinturas.
Tanto en el sector 1 como en el sector 2, se aprecian alteraciones antrópicas en forma de grabados recientes, algunos de los cuales afectan directamente a las pinturas.
Como se ha mencionado previamente vamos a utilizar la designación que la doctora Mónica Solís Delgado aplico para referenciar las grafías de este enclave rupestre, por parecernos muy acertadas. Las manifestaciones pictóricas se encuentran en dos sectores del abrigo rocoso, a los que hemos asignado los nombres de sector 1 (izquierda) y sector 2 (derecha) para su referencia. El sector 1 abarca la hornacina natural ubicada en la parte izquierda, la más occidental del abrigo. En esta sección, se identifican los paneles I, II, III, IV, V, VI y VII, que albergan diversas representaciones rupestres.
Por otro lado, el sector 2 se encuentra en la pared derecha del abrigo, la parte más oriental del mismo. En esta área, se localizan los paneles VIII y IX, que también contienen expresiones artísticas prehistóricas.
En total, se han registrado cuarenta y ocho representaciones gráficas en el abrigo rocoso. Estas incluyen figuras antropomorfas, esteliformes, ramiformes, un pectiniforme, un soliforme y fragmentos de representaciones. A continuación describimos por paneles las grafías que los componen:
Sector 1
Panel I: En paralelo, siete trazos verticales de color rojo oscuro. Trazo simple. Se observan desprendimientos y decoloraciones del pigmento que afectan en mayor medida a los trazos situados a la izquierda. Posible agrupación de antropomorfos, siempre y cuando el concepto de forma humana se reduzca a un trazo vertical que representaría la cabeza, el tronco, brazos pegados a este y piernas juntas. Además de un antropomorfo esquemático, tipo brazos en aspa y piernas en “T” invertida, posición vertical, de color rojo.
Panel II: Cuenta con tres motivos del tipo antropomorfo esquemático tipo doble “T”, orientado frontalmente, de trazo simple y de pigmento en color rojo.
Panel III: Formado por varios motivos: un antropomorfo esquemático, del tipo brazos en aspa y piernas en “T” invertida, orientación frontal, en este caso se observa una gran decoloración del pigmento, y dos líneas paralelas de puntiformes.
Panel IV: Este panel lo forman ocho grafías situadas en una zona plana de la pared rocosa. Un trazo horizontal de color rojo, un soliforme de color rojo oscuro, dos antropomorfos del tipo doble T, frontal, de trazo simple, color del pigmento rojo. Tres motivos escaleriformes, de color rojo oscuro. Y restos indefinidos de pigmentos.
Panel V: Este panel este formado por dieciséis motivos; once antropomorfos del tipo doble “T”, dos esteliformes, dos ramiformes, un trazo horizontal, trazo oblicuo, un pectiniforme, y restos de pigmentos.
Panel VI: Formado por seis motivos; cinco antropomorfos esquemáticos tipo doble T de color rojo, y un esteliforme.
Panel VII: Cuenta con un solo motivo representando en una zona cóncava de la pared: Antropomorfo esquemático del tipo doble “T”, en color rojo.
Sector 2
Panel VIII: Pequeño panel en una zona lisa, formado por dos motivos, en este caso el pigmento está muy desvaído: Un trazo vertical, y justo a su derecha un antropomorfo esquemático, varios de color de pigmento rojo.
Panel IX: Al igual que el panel anterior cuenta con dos motivos muy mal conservados: un antropomorfo esquemático, y un motivo complejo, posiblemente un antropomorfo, donde el autor represento una figura formada por un trazo vertical acabada en dos pequeños trazos en “V” invertida y a modo de brazos dos trazos curvos bastante grandes que parten de la parte superior.
Podríamos estar hablando para este abrigo y sus representaciones grafías de un mismo momento o momentos cercanos, por la coincidencia estilística de los diferentes motivos que se representaron en sus paredes. La simplicidad, el esquematismo en su más puro sentido, situaría estas grafías en un momento medio final del Calcolítico.
Sobra decir la importancia de estos enclaves rupestres, que día a día son más conocidos y que hacen que las personas se estén concienciando del valor patrimonial que se encuentra en el extremo sur peninsular.
Hugo Alberto Mira Perales. Especialista en arte prehistórico de la Asociación Cultural La Trocha y miembro de la 2ª sección (Arqueología, Etnología, Patrimonio y Arquitectura) en el Instituto de Estudios Campogibraltareños, Miembro del comité ejecutivo de la revista 1902 COMMITTEE, Miembro del Proyecto First Art.
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