Viejos patios, lienzos naturales

El mes de mayo siempre ha sido el mes Mariano, de San Isidro y de las flores. Coincidiendo con la primavera las macetas se rebelan como adornos naturales de indudable belleza.

Córdoba es famosa por sus "patios". Patios repletos de geranios, pensamientos, rosales y claveles en arriates o macetas. Buganvillas rivalizando en bellezas con bignonias y daturas trepando desde el suelo hasta las recalentadas azoteas al sol de mayo. Las calles estrechas se impregnan de los aromas de los naranjos en flor, los limoneros y las damas de noche que se abren para bañar de intensos aromas las frescas noches aún.

No es un patrimonio de Córdoba sino que en la Andalucía blanca de la cal de las casas y el verde de campo, en los pueblos y algunos barrios de las ciudades se mantiene aún viva la tradición de adornar con flores aquellos patios comunes de las viejas casas de vecinos. Casas con soportales donde al frescor de una sombra los vecinos se reunían para hacer vecindad.

Las urbes han ido devorando aquellas tradiciones y fagocitándolas en forma de apartamentos deshumanizados donde un cariñoso y amable buenos días con el vecino parece que se convierte en una asignatura pendiente a la que no prestar demasiada atención.

Son una especie en extinción pero aún perduran. Solo hay que buscar un poco, escudriñar por calles y callejones, plazas y plazoletas. Dejándonos llevar por la brújula de nuestro olfato para descubrir un paraíso de frescura donde las margaritas y las rosas juegan con la hierbabuena y el jazmín. Los helechos con las azucenas que trepan en busca de los rayos de sol desde el sombrío frescor de una arquería de uno de los patios.

En Tarifa, el número 10 de la calle Silos ha sido siempre un referente y tras su portal y el escudo blasonado que decora su dintel hablándonos de su origen noble de vivienda, se esconde uno de los patios más bonitos del municipio donde la luz pelea con las sombras y el verde es solo quebrado por el rojo de los geranios y el blanco de las margaritas. Los azules y celestes de las hortensias se nos descubre como alegres ramilletes que se abren mientras que las fuchsia desprenden su aroma en el pendular de sus campanas. Un patio que ha sido premiado en diferentes ocasiones con numerosos reconocimientos relacionados con la decoración. Un trabajo acometido por los antiguos vecinos a quienes los relevos generacionales no le han seguido en su hacer.

Otro referente del adorno floral era el número 13 de la calle Parras. Desde la calle Silos, esa vivienda y su profusa decoración competía antaño con la sobria belleza del campanario de San Mateo, que se alza entre las blancas paredes y las terrizas tejas repletas de moho y verdín. Su luminosa fachada encalada y sus incontables macetas en sus balcones la hicieron que fuese una imagen tradicional en las típicas postales de la Tarifa en los años ochenta.

Y es que en esas viejas estampas costumbristas de los años 60 hasta pasados los 80, se podía apreciar la dedicación de los vecinos para adornar sus fachadas, sus balcones y sus patios, participando de aquellos concursos que se realizaban con motivo de la feria y fiestas de Tarifa.

Hoy hay que escudriñar entre las calles para intentar encontrar una fachada engalanada con macetas y plantas, capaces de sobrevivir al gamberrismo. Pero resulta agradable y es un atractivo más, no solo para el visitante, sino como orgullo de los tarifeños, descubrir algunos patios, donde el tiempo ha parecido detenerse para regalarnos a los sentidos, el buen oficio de vecino y de tarifeño que gusta de decorar su propiedad para que todos la disfrutemos.

Mayo es mes de las flores, macetas, los aromas, el sol y la cal. Y de recuerdos venidos a la mente, gracias al simple y sublime contemplar de la belleza de uno de nuestros patios andaluces.