El mundo de ayer
Rafael Castaño
Una línea en la pared
El jefe de Vigilancia Aduanera en Algeciras, Lisardo Capote González, dirigió ayer una carta a Europa Sur para aclarar el trágico suceso ocurrido el pasado jueves en alta mar, donde una lancha neumática colisionó con una patrullera del Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA) con el resultado de cuatro personas fallecidas.
En primer lugar, Lisardo Capote lamenta las pérdidas: "Como creyente, ruego a Dios por el eterno descanso de las almas de las cuatro personas que desgraciadamente hallaron la muerte en aguas del Estrecho. Mis condolencias más sentidas a sus familiares y demás seres queridos".
Así mismo, traslada su gratitud y reconocimiento a los compañeros -servidores públicos todos- que, "desde el primer momento, se volcaron en nuestra ayuda, ofreciéndonos su compañía y afecto en horas tan bajas en lo humano: policías nacionales, guardias civiles, policías locales de Algeciras, policías portuarios, personal sanitario, y personal de Salvamento Marítimo".
En tercero, el jefe de Vigilancia Aduanera renuncia a hacer una defensa encendida de la labor de este cuerpo. "Así lo he decidido porque escribiría desde el rencor hacia alguno -muy pocos es cierto- que ha intentado sembrar dudas acerca de la misma; sin preguntarnos, sin acercarse a nosotros a interesarse por el estado de nuestras heridas; tomando por ciertas las afirmaciones de aquellos que nos llaman asesinos a gritos y que se jactan al anunciar que van a matarnos. No ha lugar a ello. Nuestra actuación no la necesita. Pero, sobre todo, no lo hago porque ello sería desmerecer el trabajo de mis compañeros. Los mismos que a la hora de escribir estas palabras sentidas se hallan de nuevo ya en la mar a bordo de sus patrulleros en el aire, vigilando desde los helicópteros y los aviones, o en sus vehículos camuflados o en las oficinas, investigando. Como hacen a diario, de manera abnegada, profesional, casi siempre invisible para la mayoría de la ciudadanía. En el cumplimiento de su deber, en defensa de las leyes, del orden constitucional al que todos tenemos derecho; incluidos aquellos que nos insultan y amenazan", concluye Capote.
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