Recreativo de Huelva - Real Balompédica Linense | La crónica

Cuando el junco se dobla... (1-0)

  • La Balona no es peor que el Recre, pero un gol anulado por un fuera de juego dudosísimo y un penalti absurdo, en el que el balón puede salir antes del campo, la condenan a su quinta derrota

Al final, todo fue una cuestión de dinámicas. El todopoderoso Recre, el que escribe las mejores páginas de su inabarcable historia, derrotó a la Balompédica, sumida en la peor crisis de resultados del presente siglo, solo porque está en su momento y el equipo de La Línea en un agujero negro.

El Decano –que al final del día certificó su presencia en el play-off– no fue mejor en momento alguno que una Balona a la que esta vez no se le pueden poner peros por intensidad, motivación... pero a la que, como le pasa a todos los equipos cuando entran en barrena, también le volvieron la espalda la suerte y las decisiones arbitrales. Un penalti absurdo, innecesario, casi accidental –en el que es muy probable incluso que el balón hubiese salido antes del terreno de juego– acabó con la resistencia de los de Jordi Roger en un Nuevo Colombino que se le muestra históricamente esquivo. Lo de después fue el eterno querer y no poder de toda la temporada, cuando es al equipo de La Línea al que le toca tener el balón.

El técnico balono buscó el lógico recurso que trata de introducir aquel que ve que lo que intenta no da resultados. Regresó a su defensa con tres centrales que tanto rédito concedió en aquellos primeros compases de la competición que ya se antojan tan lejanos y literalmente, renunció a jugar con un nueve, convirtiendo a Pirulo en su hombre más adelantado. La realidad es que las más de las veces los albinegros formaban una línea con tres mediaspuntas arriba.

La Balona presionaba, a ratos muy adelantada, y el Recre se sentía incómodo. La posesión era para el Decano, pero era esa posesión estéril a la que tantas veces se sometía antes la Balompédica con buenos resultados. Es verdad que los linenses no salían de la cueva, pero también que no pasaban por apenas sobresaltos.

El conjunto albinegro recordaba por momentos a aquel abnegado de la primera vuelta. Aquel que, de momento, sigue siendo el último verdugo del Recreativo, que apenas se atrevió en un disparo de Quiles en el 32’ desde la frontal del área.

En el 39’, Ródenas ganó la línea de fondo y centró atrás. Caye Quintana no llegó por centímetros al pase de la muerte. En la siguiente acción pudo cambiar el partido. En honor a la verdad el árbitro pitó hasta un poquito antes de que Gato disparase al marco y para entonces Marc Martínez ya había decidido quedarse quieto. Pero tan cierto como eso es que no acabó en el 0-1 una jugada en la que, si existió fuera de juego, que a la vista de las imágenes parece que no, fue por micras y que el linier, mal colocado, lo señaló por intuición. Esos goles que solo le arrebatan a los equipos que están en mal momento.

La Balona regresó del vestuario menos intimidada. Dio un pasito adelante, a sabiendas de que poco o nada tenía que perder y que cortar la sangría en la que se haya inmersa siempre es un objetivo. De hecho en el 47’ se produjo el primer disparo reglamentario del partido con atisbo de intención por parte de los visitantes.

Roger recupera los tres centrales y los linenses no conceden una sola ocasión en el primer tiempo

Ahí andaba la Balona, enseñando músculo, cuando llegó el minuto 56. Israel Puerto la puso desde un costado y el balón se perdía por la línea de fondo cuando Diego Jiménez cabeceó para tratar de impedirlo. Ni siquiera la televisión aclara si el balón llegó a salir totalmente –que parece que sí– pero lo cierto es que en su camino de vuelta se fue a la mano de Carlos Expósito, levantada, fuera de la posición natural. Penalti. De esos que irritan, que entra hasta mala leche porque se sabe que no hubo voluntariedad, pero que reglamento en mano son penaltis. Caye Quintana lanzó con una frialdad tremenda e hizo el definitivo 1-0.

El banquillo linense buscó soluciones. Volvió a la defensa de cuatro y colocó a Buba como referente. Pero el Recre se conocía la copla y le entregó la pelota a una Balona a la que le cuesta Dios y ayuda atacar en posicional.

Al Decano, a ése que no para con toda justicia de alardear de sus números, no le quedó otra que meterse en su trinchera para aguantar la ventaja, con la esperanza de protagonizar una contra definitiva que nunca fue capaz de construir.

La Balona lo intentó. Le puso empeño, pero el partido terminó sin que el meta rival tuviese que hacer una sola parada de mérito. Muy significativo de su incapacidad. Lo más cercano a una ocasión fue un balón que le cayó a Buba entre los pies después de un córner en el 87’, pero el nueve balono, sorprendido por el error de la zaga, ni siquiera disparó.

Esta vez no hay apenas espacio siquiera para reproches. Solo para seguir engrosando una cuenta negativa que ya pesa. Ya lo decían los abuelos, cuando el junco se dobla...

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