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Tradiciones navideñas

Calle Gloria

La Plaza Alta, el pasado jueves, tras el encendido del alumbrado navideño. / Erasmo Fenoy

El pasado jueves, por fin, llegó el encendido del alumbrado navideño a Algeciras. El anuncio municipal parecía prometer algo parecido a Vigo. Pero luego llegó la triste e innegable realidad.

Te puede gustar más o menos el alumbrado, pero lo que no se puede hacer es engañar a la ciudadanía. Está feo en Navidad hacer estas inauguraciones fake cuando el montaje no está ni mediadamente terminado. Y más aún cuando se hace en vísperas de jornada escolar, por no sabemos qué razones, pero podrían imaginarse. Un viaje inaplazable del electricista jefe, se me ocurre.

Lo que sí es verdad es que el pliego del contrato del alumbrado, por el que se pagará más de medio millón de euros, prevé que la iluminación luzca en calles donde todavía no es no se haya encendido, es que aún no han visto plantarse la escalera del montador de Ximenez. No es un despiste puntual: en la noche del viernes, la oscuridad se extendía a Castelar, Sevilla, Huertas, Tarifa, Monet, edificios como el Florida y Hospital de La Caridad, Plaza de Abastos y otra muchas ubicaciones.

Esperemos que el trenecito no tenga sus luces fundidas. Igual lo tiran renos imaginarios, según nota de prensa municipal, y tenemos que creérnoslo también.

Los comentarios en redes sociales no tienen desperdicio. Y ello sin que nadie explique por qué el año pasado se encendió el alumbrado el 22 de noviembre y esta Navidad, el 4 de diciembre. Habremos vuelto atrás en el tiempo, en recreación del fantasma de las navidades pasadas. Pero Algeciras no es la ciudad de la Canción de Navidad de Dickens. No hay metáfora, solo chapuza, una tras otra. Y muy caras.

Por el Poblado Navideño del año pasado se pagaron más de 20.000 euros por una instalación que debió durar 20 días, y que por retrasos en la contratación, solo estuvo abierto una semana, desde el 30 de diciembre. ¿Alguien ha pagado el patinazo? Seguro que no, que la culpa es de quien lo recuerda.

Pero es que esta tradición local traspasa las fechas navideñas. Por ejemplo, La Casa del Terror que se celebra el primer fin de semana de noviembre coincidiendo con Halloween, este año se pospone por no estar resuelta la adjudicación hasta dos semanas después. Supongo que sería para dar más miedo, sorprendiendo al personal fuera de la fecha en la que espera el susto. Desde luego es para darlo.

Y no olvidemos otro sonoro momento mágico de la navidad algecireña, cuando no sonaron las campanadas de Nochevieja del año pasado.Se dice que fue para no molestar a vecinos próximos. Dickens estaría orgulloso: una ciudad en silencio absoluto, como si todos los relojes hubieran sido visitados por el Fantasma del Sueño Profundo. El mismo en el que han caído algunos hace tiempo.

Mientras tanto, los vecinos seguimos observando, entre resignados y divertidos, cómo cada temporada festiva se convierte en una comedia involuntaria. Igual algún día acertamos a tiempo. Mientras tanto, el algecireño de a pie seguirá dando luz a nuestra navidad, sin que ningún Scrooge nos la pueda apagar.

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