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Los términos de Algeciras entre los años 1383 y 1514: Pleito por su posesión

Algeciras, una ciudad portuaria en el estrecho de Tarifa (siglos VIII-XIX)

Los Reyes Católicos exigieron la devolución a Gibraltar de estos los echos e campos de "Las Algeciras" y, además, que pagasen los de Tarifa las rentas que los dichos echos hubieran rendido durante los años que fueron aprovechados por los vecinos de esa ciudad

Conquista de Algeciras por Muhammad V en 1369 y destrucción de la ciudad

Plano con los términos de la Algeciras cristiana entre los años 1344 y 1462. / E.S.

En los años que siguieron a la destrucción y abandono de la ciudad, los términos de “las Algeciras” —como se denominan en la documentación de los siglos XV y XVI— quedaron convertidos en baldíos, conformando una amplia zona fronteriza o tierra de nadie situada entre los territorios castellanos de Tarifa, Medina Sidonia y Alcalá de los Gazules y los enclaves granadinos de Gibraltar y Castellar. Esta situación debió perdurar durante varias décadas en tanto que existió un estado de inseguridad en la zona a causa de la ruptura de las treguas entre castellanos y nazaríes. Sin embargo, el rey Juan I (1379-1390) concertó con Muhammad V, al final de su reinado, una tregua que iba a prolongarse durante el reinado de su sucesor Enrique III. Las nuevas relaciones de amistad entre Castilla y Granada —no exentas de esporádicas algaradas organizadas desde uno u otro lado de la frontera— iban a permitir que los concejos castellanos cercanos a los términos de la destruida Algeciras (Tarifa, Jerez y Alcalá) comenzaran a hacer uso de los mismos, dado su total abandono, aprovechando sus dehesas para pasto del ganado, sus campos para sembrar vinas, sus montes para la saca de leña y la caza y sus aguas litorales para pescar (Carta del rey Enrique IV a los concejos de Jerez y Tarifa).

'Echos e campos' que pertenecieron a “las Algeciras” y hoy son parte del término municipal de Tarifa. / E.S.

Sabemos que en el siglo XV las autoridades de Tarifa alegaban, para demostrar la legalidad de las tierras ocupadas en el antiguo territorio algecireño, que su ciudad había recibido en el año 1383 una parte de los términos de Algeciras para su uso y aprovechamiento, según consta en una Provisión Real de los Reyes Católicos del 4 de enero de 1485. Este documento, que contiene el pleito mantenido entre los concejos de Gibraltar y Tarifa, dice expresamente que “se ha de advertir que el año 1383 se concedió a Tarifa que gozase de los términos de Algexira”. De esta afirmación se extraen dos consecuencias: la primera que para que el rey de Castilla concediera a la ciudad de Tarifa los campos y echos de “las Algeciras”, era necesario que los granadinos hubieran destruido y abandonado ya la ciudad; y la segunda, que la concesión a Tarifa se debió hacer en una fecha muy cercana al abandono, dada la disputa que estos términos había provocado desde un principio entre la vecinos de Jerez y Tarifa, que esperaban ser los beneficiarios de esos términos.

En 1439 pudo haberse reconstruido la ciudad y repoblado de nuevo su territorio, al menos estuvo en la mesa de negociaciones mantenidas entre los reyes de Castilla y Granada la posibilidad de que se llevara a cabo tal proyecto. En ese año se inició una serie de encuentros entre embajadores de los reyes castellano y granadino con el objeto de redactar las estipulaciones que habría de contener el nuevo tratado de paz. Una de las clausulas que Juan II exigía para llevar a feliz término las conversaciones de paz, era que el rey de Granada debía comprometerse a reconstruir la ciudad de Algeciras a su costa, “por cuanto fueron destruidas (las Algeciras) por los moros estando en tregua y seguridad” o, en caso contrario, pagar el granadino la suma que tasadores imparciales calcularan sobre los daños causados a la ciudad (Archivo de los Duques del Infantado).

Provisión Real de los Reyes Católicos expedida el 4 de enero de 1485. / E.S.

En el año 1462 los castellanos consiguieron tomar la ciudad de Gibraltar a los nazaríes. Como el termino de esa enriscada ciudad era escaso y abrupto, carente de agua corriente, de tierras de cultivos y de dehesas, pues solo ocupaba una estrecha franja de tierra situada entre el río Guadarranque, Sierra Carbonera y el propio Peñón, el rey Enrique IV decidió donar los términos de “las Algeciras” al recién instaurado concejo gibraltareño para que los vecinos que lo vinieran a poblar lo aprovechen (dice la carta-privilegio de concesión): “…e porque soy informado de que la dicha ciudad (de Gibraltar) tiene muy poco término para los vecinos que quisieren venir a morar e vivir, es necesario de les dar término e pastos para que pascan con sus ganados e de tierras en que aren e labren e siembren e puedan plantar viñas; e que los vecinos que agora viven e de aquí adelante vivieren en la dicha ciudad de Gibraltar puedan pacer y pascan con sus ganados e puedan labrar e plantar viñas e huertas en término de las Algeciras, e non otra persona nin personas algunas”. (Archivo Ducal de Medinaceli).

Tarifa y Jerez, que venían disfrutando de los abandonados términos de “las Algeciras” desde finales del siglo XIV, alegaron tener derechos adquiridos sobre los echos e campos que ocupaban, de los que ahora se veían desposeídos por la provisión real, y recurrieron ante las autoridades judiciales para hacer valer lo que ellos consideraban derechos de posesión otorgados por el rey de Castilla. Por tal motivo se mantuvo un largo pleito entre el concejo de Tarifa y el de Gibraltar (al que se unió desde junio de 1466, el Duque de Medina Sidonia), hasta que se resolvió, en primera instancia, mediante sentencia dada por los Reyes Católicos el 14 de julio de 1484 (Archivo Ducal de Medinaceli) y, por sentencia definitiva, favorable a Gibraltar, dada en el año I514 por la Real Chancillería de Granada.

De los diversos documentos conservados que tratan de tan interesante pleito y que se localizan en los archivos de la Casa Ducal de Medinaceli, Ducado de Medina Sidonia y Archivo General de Simancas, uno de ellos (Seccion Medinaceli, Leg. 288) sobresale por los abundantes datos que ofrece sobre los términos de Algeciras. A través de él sabemos que en el año 1445 Manuel Ordiales, alcaide de Medina Sidonia, llevó a cabo el amojonamiento de los términos de Algeciras por encargo del duque de Medina Sidonia, aunque el deslinde que realizó no satisfizo a los vecinos de Tarifa que consideraron favorecía al Duque, por lo que recurrieron el informe elaborado por el alcaide ante la Real Chancillería de Granada.

En los echos e campos que eran objeto del litigio venían desde antiguo pastando los ganados de Jerez, Medina Sidonia y Tarifa, aunque el Concejo de Tarifa alegaba que lo hacían por arrendamiento del Adelantado Mayor de la Frontera y no porque dichos pueblos tuvieran escrituras de propiedad. En 1485, por provisión real de los Reyes Católicos dirigida al Adelantado Mayor de la Frontera y al Concejo de Tarifa (ilustración adjunta), doña Isabel y don Fernando instan a esta ciudad a restituir los términos de Algeciras, que tenían ocupados, a la ciudad de Gibraltar.

Provisión Real de los Reyes Católicos, instando a restituir los echos e campos de Algeciras. / E.S.

Los campos y dehesas motivo de la controversia eran los siguientes: Arroyo de Cuevas, Arroyo de las Culebras, Nava Fría, Cabeza de las Habas, El Aciscal, El Pedregoso y El Arráez. Los Reyes Católicos exigen la devolución a Gibraltar de estos echos e campos y, además, que paguen los de Tarifa las rentas que los dichos echos hubieran rendido durante los años que fueron aprovechados por los vecinos de esa ciudad o 300.000 maravedíes por cada año que los hubieran tenido.

En la actualidad esos echos e campos pertenecen a la ciudad de Tarifa. Es probable que el caos y el vacío de poder provocados en la zona la toma de Gibraltar por la escuadra anglo-holandesa en agosto de 1704 y la posterior consolidación de la perdida de Gibraltar con la firma del Tratado de Utrech en 1713, animaran al Ayuntamiento de Tarifa a incluir en su término municipal unas tierras que, legalmente, pertenecían a la ciudad de Gibraltar.

En el año 1469, dueño ya el duque de Medina Sidonia de la ciudad de Gibraltar (desde 1465), procedió al repartimiento de las dehesas y tierras de labor de sus términos (en su mayor parte pertenecientes a la antigua Algeciras). Dice Ignacio López de Ayala que “el Duque repartió los términos entre los vecinos que había y muchos que de nuevo se vinieron a establecer en ella (en Gibraltar); separó dehesas y baldíos en estos términos y en los de Algeciras, que ya gozaban”.

Portada del informe-recurso elevado por el Duque de Medina Sidonia en relación con la sentencia del año 1514. / Real Chancillería de Granada

A principios del siglo XVI, Gibraltar con sus términos pasó a ser definitivamente ciudad de realengo. En 1502 los Reyes Católicos ordenaron la realización de un detallado estudio para proceder a un nuevo repartimiento y repoblación del término gibraltareño (la mayor parte de él perteneciente a los echos e campos de la antigua Algeciras, estudio que realizó el funcionario real Fernando de Zafra. En junio de aquel año Zafra remitió a los reyes un memorial después de haber realizado un minucioso estudio de las tierras del término. Entre los echos más ricos enumera los siguientes: Ojen, Getares, Navas, Zanona y Benarax (Archivo General de Simancas).

Sabemos que en los primeros años del siglo XVI la vega del río de la Miel se dedicaba a la siembra de caña de azúcar. La plantación pertenecía al marqués de Cádiz. Sin embargo, este cultivo debió ser abandonado, pues los vecinos de Gibraltar se querellaron contra el marqués, alegando que “han tomado y tienen sembrada de cañas dulces todas las vegas del río de la Miel que es en Algeciras” (Real Chancillería de Granada). Los vecinos se quejaban porque las cañas ocupaban los vados por donde pasaba el ganado, y, también, porque se dedicaban a la caña tierras que debían ser de sementera. El pleito debió fallarse a favor de los vecinos, pues no vuelve a mencionarse dicho cultivo en los años siguientes.

Cuando, en torno a 1530, Pedro de Medina cruzó el solar de Algeciras, nos dejó la siguiente descripción de lo que quedaba de la ciudad: “Parecen en ella pedazos de muy hermosos edificios, en especial algunas torres de la cerca. Tenía esta ciudad campos y dehesas de yerba donde se crían los mejores ganados vacunos de España”.

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