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La borrasca Emilia golpea el Campo de Gibraltar

Salvas monárquicas en la republicana y federal Algeciras

El Sexenio Democrático en Algeciras (1868-1874)

El Alcalde de Algeciras disfrutó de dos meses de licencia, no se sabe si debido a las altas temperaturas o la simple necesidad de un descanso

Judas políticos y mazmorras algecireñas

Rafael Otero tenía su domicilio en el número 21 de la calle General Castaños. / E.S.

Siguiendo con los escándalos políticos, pero esta vez a nivel nacional, hasta este olvidado rincón llega la interesada ola que se gestó en las aguas del río Pisuerga cuando: "El general Caballero de Rodas, a su paso por Valladolid ha presentado á sus amigos, autorizándoles para que la publiquen, una carta del general Prim, en que le ordenaba ponerse en inteligencia con el representante de los Estados Unidos para la venta de Cuba". Este y otros pasos contrarios a poderosos intereses fueron al parecer los que también gestaron la pronta y violenta desaparición del gran enemigo de la Casa de Borbón.

Y mientras los republicanos de la comarca siguen denunciando su suerte y los enemigos del desaparecido Prim mancillando su memoria, Algeciras celebra la onomástica de Amadeo I. Lo cierto fue que el antimonárquico ayuntamiento no se dio por enterado y la población en general tuvo conocimiento de tal celebración tras oír las muy sonoras salvas de honor que fueron disparadas por los cañones de la flota del Mediterráneo, anclada en el fondeadero local, y que según especifican las crónicas estaban situados los navíos bajo el amparo del Fuerte de Sant Yago.

Quizá, y mientras se le rendían los atronadores honores al constitucional rey de la Casa de Saboya y sin tanto estruendo, el algecireño y propietario Rafael Otero Altarriba, hijo de Antonia Altarriba y de Vicente Otero y Toribio, con domicilio en el número 21 de la calle Carretas (General Castaños), junto al conocido y popular patio de Saucedo; tiene a bien decidir: "Por cariño y respeto hacia sus progenitores, ceder todos los derechos que pudieran corresponderle a su padre, tras el fallecimiento de su madre". Esta vivienda perteneció a quién fuera abuelo del joven Rafael Otero, tan solo contaba con 25 años de edad, Agustín Otero.

Extracto de la carta para la venta de Cuba. / E.S.

El receptor de los derechos cedidos por su hijo, Agustín Otero y Toribio, sería años más tarde alcalde de nuestra ciudad; siendo uno de los servicios más destacados de los que prestó a la comunidad algecireña: "Construcción en 7 de abril de 1890 de un cementerio donde tengan decente sepultura los que mueran fuera de la Religión Católica. Para lo cual: Formando sobre ello el oportuno expediente y recalada la aprobación del Excmo. Sr. Gobernador de la Provincia, de último estado en sesión de 30 de Enero de este año los señores Alcalde y Síndico en unión del dueño del terreno colindante del Cementerio Católico, donde ha de edificarse el de que se trata".

"Acordando la Corporación municipal -prosigue el texto-, según certificación de la misma en 7 del actual [...] que puestos de acuerdo la representación del Ayuntamiento con la propietaria del terreno que debe adquirirse y que resulta ser Juana Durante Bernard, con su marido José Rodríguez Marín, propietarios y de esta vecindad, como poseedora del Cortijo nombrado Zarza del Moro de este término municipal, dentro de cuya finca se halla enclavado el Cementerio Católico y ha de construirse el de los disidentes [...] La propietaria haciendo uso de la licencia marital que le concede su esposo vende al Ayuntamiento de Algeciras los 2.730 m2 de terreno que antes pertenecieron como parte del Cortijo Zarza del Moro, y al precio de 250 pesetas, cuya cantidad recibe en el acto su libranza la Depositaría de la misma Corporación á disposición de la vendedora.=Don Antonio González Nouvelles, Secretario del Ilmo. Ayuntamiento Constitucional de esta Ciudad. Certifico". (Tapia Ledesma, M. Historias de Algeciras VIII. Cap. 14º.- Decente sepultura. Pág. 165. Ed. ImagenTa. 2022).

De regreso a la época del Sexenio Democrático y cuando aún los disidentes no tenían donde en sagrado caerse muertos —recordemos que subsiste la obligatoriedad de la firma del arcipreste de la ciudad para proceder al enterramiento en el católico cementerio—, aunque fuera de naturaleza municipal y pagado por tanto con los impuestos de los ciudadanos disidentes o no; que para “lo de pagar” al erario público las siempre abiertas arcas municipales nunca han sido tan tiquismiquis como las también abiertas tumbas.

Siguiendo con la temporalidad de los actos humanos y al igual que estos, el tiempo va poniendo las cosas en su sitio y donde antes podía existir rechazo ahora impera la colaboración; algo así, y para bien de la comunidad del Campo de Gibraltar aconteció en aquel caluroso mes de agosto de 1871 cuando el ayuntamiento matriz sanroqueño y el segregado linense, llegaron al siguiente acuerdo ante la siempre poderosa Administración provincial: "Dada cuenta de una comunicación del Alcalde de San Roque, en nombre de aquel Ayuntamiento y el de La Línea, pide no se le obligue á reformar las operaciones de amillaramiento y repartimiento de la contribución territorial que ya tienen formados; se acordó transcribirla al Sr. Gefe de la Administración económica, interesándole para que, ya que no se siguen perjuicios á la Hacienda y con el fin de cortar gastos y trabajos á dichos pueblos, se sirva admitir los referidos documentos por este solo año tal como han sido formados en lo cual la Comisión no ve inconveniente alguno".

Dos meses de licencia para el primer Alcalde de Algeciras. / E.S.

Siguiendo en el mismo contexto institucional, el algecireño alcalde tal vez motivado por la propia y tradicional paralización veraniega de la Administración española, las altas temperaturas o la simple necesidad de un descanso, remitió un institucional oficio que obtuvo la siguiente y oficial respuesta: "Se acordó dar conocimiento al Sr. Gobernador Civil de la Provincia de un oficio del Alcalde 1º de Algeciras, expresando que la Comisión no haya inconveniente en que se concedan dos meses de licencia al referido Alcalde". Tal rapidez administrativa poniendo de acuerdo a tres instituciones diferentes, desgraciadamente se echaba en falta cuando había que abordar otros problemas que acuciaban a la Algeciras de la época. Aunque también era cierto que, lógicamente, otras actividades propias de las instituciones no podían cerrar sus administrativas puertas: Disponer del ingreso en el Hospicio de esta Ciudad (Cádiz), de la expósita Ana María Aurora procedente de la Hijuela de Expósitos de Algeciras.

Curiosamente, y al mismo tiempo que emprende camino hacia la capital de la provincia la pobre expósita algecireña, la también humilde flota —recordemos su tardanza por navegar a vela frente al uso del carbón por parte de los navíos de iguales características de otras naciones—, eleva sus anclas echadas frente al Fuerte de Santiago y pone rumbo hacia el puerto de Cádiz, donde sería acogida con el mismo calor ciudadano que —se ha de suponer— también sería recibida la expósita proveniente de Algeciras.

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