PERSONAJES HISTÓRICOS DEL CAMPO DE GIBRALTAR (XXVII)

Abbas ben Nasih, poeta y juez algecireño del siglo IX

  • Pasó parte de su juventud en Medina, Kufa y Basora, lugares en los que estudió literatura y gramática árabes y se dedicó al conocimiento de la poesía pre-islámica beduina y a la astrología

Reunión de poetas árabes (Biblioteca Suleymaniyye, Estambul)

Reunión de poetas árabes (Biblioteca Suleymaniyye, Estambul)

En los dos primeros siglos de la Algeciras andalusí, su población estaba constituida por indígenas (mozárabes cristianos y muladíes conversos al Islam) establecidos en la ciudad y sus entornos con anterioridad al desembarco árabe-bereber capitaneado por Tariq ben Ziyad en la primavera del año 711, por unos pocos clanes árabes y por gran número de bereberes que llegaron formando parte del ejército invasor y, en los decenios siguientes, como emigrantes venidos desde la otra orilla.

No sabemos cuál era el porcentaje de población indígena, ni el de árabes, pero si podemos afirmar, gracias a la documentación conservada y a los trabajos de investigación llevados a cabo por las arabistas Manuela Marín y Maribel Fierro, que una buena parte de los habitantes de Algeciras y de su cora o provincia, pertenecían a la etnia bereber.

Existen testimonios escritos que tratan de los siglos VIII y IX que mencionan los nombres de los clanes bereberes establecidos en la capital de la cora y en sus comarcas, como los masmudas, miknasas, kutamas, sinhayas y hawwaras, entre otros. Algunos de ellos asentados en los distritos montañosos del interior (Castellar, Jimena, Ojén, Gaucín y Casares), pero otros, dedicados fundamentalmente al comercio marítimo, residiendo en barrios de la propia capital.

Algunos de estos bereberes llegaron a ocupar cargos relevantes en la ciudad, como el de gobernador, juez o imán. Un caso especial -por la novedad que representaba que un no árabe fuera nombrado por el emir omeya de al-Andalus gobernador- fue el de Yahya ben Katir, de la tribu masmuda, al que el emir Abderramán I nombró gobernador de la cora de Algeciras en el año 769, o el de Abbas ben Nasih, perteneciente, también a los bereberes masmudas, que ocupó el cargo de juez de Algeciras y Sidonia en tiempos de al-Hakam I.

Moneda de cobre (felús) hallada en Algeciras, acuñada en los siglos VIII o IX. (Museo Municipal). Moneda de cobre (felús) hallada en Algeciras, acuñada en los siglos VIII o IX. (Museo Municipal).

Moneda de cobre (felús) hallada en Algeciras, acuñada en los siglos VIII o IX. (Museo Municipal).

Abbas ben Nasih nació en Algeciras en el último tercio del siglo VIII. Su padre, Nasih ben Yltit, había sido esclavo de una familia aristocrática árabe asentada en al-Yazira al-Jadra en los tiempos de la Conquista de Hispania que logró ser manumitido dedicándose al comercio. Siendo aún un niño, realizó su primer viaje a Oriente acompañando a su padre que hacía la obligada Peregrinación a la Meca. Cumplido los dieciocho años, volvió a viajar a Oriente, estableciéndose durante algún tiempo en Medina, Kufa y Basora, lugares en los que estudió literatura y gramática árabes y se dedicó al conocimiento de la poesía pre-islámica beduina y a la astrología.

En Irak asistió a las tertulias que organizaba el famoso poeta de la escuela “modernista” Abu Nuwas, que fue el que lo introdujo en ese nuevo estilo poético. El propio Abbas ben Nasih cuenta que, estando en Basora, buscó conocer a Abu Nuwas, al que encontró en su casa rodeado de discípulos y hombres de letras. Nuwas, finalizada la tertulia, preguntó por aquel desconocido que había estado callado durante toda la velada, a lo que Ben Nasih respondió que era un aspirante a literato que había llegado del lejano Occidente, del emirato de Córdoba. Entonces, el gran maestro persa le pidió que recitara algún poema de uno de los célebres líricos andalusíes del siglo VIII, a lo que el algecireño contestó con una célebre composición en la que el poeta ciego de Elvira (luego Granada), Abu-l-Majsi, describía su ceguera originada como castigo por haber participado en una revuelta contra el emir Abderramán I.

Tan perfecta fue su declamación que Nuwa le preguntó si él era Abbas ben Nasih, el mejor poeta de al-Andalus, a lo que respondió que sí. Seguidamente Nuwas le pidió que recitara alguno de sus poemas. Al oír la declamación de la casida que incluye los versos: "¡Yo acerté a dar en el blanco de la poesía! ¿Cuántos son los que han logrado dar en ese blanco?". El maestro reconoció la voz sincera de Abbas ben Nasih y descubrió su identidad, proclamando a ese poema como el mejor de Occidente.

Poema en el que se ensalza la llegada de los clanes sirios a al-Andalus. Poema en el que se ensalza la llegada de los clanes sirios a  al-Andalus.

Poema en el que se ensalza la llegada de los clanes sirios a al-Andalus.

A su vuelta a Algeciras, ciudad en la que presentó e introdujo las tablas astronómicas árabes de Oriente, hasta entonces desconocidas en al-Andalus, fue reclamada su presencia por el emir de Córdoba, al-Hakam I, sabedor de sus conocimientos astrológicos y filológicos y de las novedades que aportaba su poesía. El poeta algecireño compuso algunos panegíricos que agradaron al emir omeya, nombrándolo juez de la cora o provincia de al-Yazira al-Jadra.

Es probable que al-Hakam I se inclinase por nombrar a un bereber como juez de Algeciras, porque, de esa manera, atemperaba los levantiscos ánimos de la numerosa población bereber establecida en la ciudad, todavía apegada a sus viejas costumbres tribales y no siempre proclive a los omeyas. Aunque está documentada su residencia en Algeciras, como juez que era de la provincia, durante la mayor parte de su vida, estuvo en varias ocasiones en Córdoba, por orden del emir, que solicitaba sus consejos y le gustaba oír declamar sus poemas. En una de esas ocasiones denunció ante al-Hakam I la presencia en su ciudad de un grupo de rebeldes jariyíes que habían llegado del Norte de África. Como eran miembros de una secta que proclamaba la destitución de los omeyas de al-Andalus, el emir envió un destacamento armado para que los detuviera y, luego, los ejecutara.

En su labor de juez de la ciudad y sus distritos, se sabe que impartía justicia aplicando el derecho consuetudinario, escasamente islamizado, método que no se aplicaba en otras zonas de al-Andalus con una mayoría de habitantes indígenas o árabe-musulmanes, pero bien aceptado por la población bereber de la provincia algecireña.

Como poeta alcanzó un gran prestigio en la nueva sociedad andalusí, pues, además de sus trabajos astronómicos y filológicos, su lírica era muy apreciada por su cercanía a la bella poesía pre-islámica beduina (aprendió y llegó a dominar el dialecto de los beduinos y sus particularidades poéticas), pero, sobre todo, por las innovaciones que aportaba al introducir en al-Andalus un nuevo estilo, conocido como “modernista”, con la inclusión de cuidadas comparaciones y metáforas y novedosos temas, como la poesía báquica y erótica, aún repudiada en Occidente, de la que fue uno o de sus más famosos representantes en al-Andalus el poeta algecireño del siglo XII Ibn Abi Ruh, autor del magnífico poema Detente junto al río de la Miel.

Candil de piquera, de los siglos IX o X, hallado en la calle General Castaños de Algeciras (Museo Municipal). Candil de piquera, de  los siglos IX o X, hallado en la calle General Castaños de Algeciras (Museo Municipal).

Candil de piquera, de los siglos IX o X, hallado en la calle General Castaños de Algeciras (Museo Municipal).

De la renovada poesía neoclásica, en la que comenzaban a predominar -como se ha dicho- los temas, todavía denostados por los literatos de al-Andalus, báquicos y eróticos, se conservan algunos de sus poemas, como éste que enaltece el amor a una esclava que pertenecía a otro amo y cuya traducción es la siguiente:

“Di a Abderrahim que sea benigno con su siervo,

que no mate su corazón con la angustia de tu desdén,

con el rigor de la pasión, con el insomnio de tus ojos,

con el rojo de las amapolas de tus mejillas.

¡Sé suave conmigo, con una suavidad semejante a la delicadeza

de tus caderas y no tengas otra dureza que la de tus senos!”

Abbas ben Nasih pasó los últimos años de su vida retirado en su mansión de Algeciras, cultivando la poesía ascética que conoció y practicó en sus viajes a Oriente, alejado de los ámbitos cortesanos y de las polémicas intelectuales y la envidia de los mediocres poetas cordobeses que alardeaban de su noble ascendencia árabe para despreciar las obras de un poeta de etnia bereber.

Ben Nasih falleció en su ciudad natal en el año 852.

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