Algeciras, el que sabe lo que ha sido y ve lo que es
EL SEXENIO DEMOCRÁTICO EN ALGECIRAS (1868-1874)
La ciudad de Algeciras era capital del cantón de su nombre y al mismo tiempo de todo el Campo de Gibraltar, con 15.000 almas en 1859
El pontón de Algeciras y el sitio del Realejo
Retomando la descripción comenzada en el anterior capítulo sobre la denominada Huerta de Varela, cabe agregar que esta huerta poseía dos grandes caseríos, de ordinario de segunda vida, convertidos en la actualidad en posadas y marcados con los números 1 y 2 de la citada calle de Tarifa [...] distribuidos en dos salas, dos alcobas, dos cuartos, dos cocinas, un patio, una cuadra, pajares, dos pozos abrevaderos y una ventana con rejas. Los techos de la citada cuadra se encuentran en estado de ruina y el portaje y suelo de la finca en mediano estado. Esta finca fue tasada en la cantidad de 4.500 escudos [...] convocándose la oportuna subasta [...] quedando el remate a favor de D. Domingo López Elvilla, casado, comerciante, mayor de cuarenta años y de este domicilio. Como mejor postor en la suma de 23.300 pesetas [...] a pagar en los plazos señalados por las leyes vigentes de desamortización para la venta de los bienes del Estado, a cuya clase corresponde la finca.
De regreso a la denuncia presentada por el algecireño y liberal político González de la Vega, descrita anteriormente, aquella produjo al parecer su buen efecto, dado que: “Accediendo a una instancia de D. Manuel Yacoza y León, rematante de los puentes de Aojiz y Valdeinfierno en la carretera de Medina al Campo de Gibraltar, y toda vez que D. Manuel María Mejías tiene aceptado y garantizado el cumplimiento del compromiso, se acordó devolver el depósito previo constituido por Yacoza en la Depositaría provincial.”
Al mismo tiempo que la vida administrativa vuelve a la normalidad provincial, otra rama de la tan necesaria Administración también sigue su curso, cuando: “Ha sido ascendido a interventor de la Aduana de Algeciras, con un sueldo de 2.000 pesetas anuales, D. Ramón de la Carrera, vista de aduanas de la Administración de Salamanca.” El tan taurino mes finiquitaba con la llegada hasta el consistorio algecireño de importante información de carácter financiero, que bien podía dar la medida del peso económico de la ciudad dentro del contexto provincial:
“Valor nominal de títulos enajenados: Algeciras = 21.134 reales con 68 céntimos.
Producto en venta: Algeciras = 5.809 reales.
Intereses a cobrar en Madrid: Algeciras = 2.196 reales con 46 céntimos.”
Y tras el feriado de junio, los algecireños se mentalizan para afrontar el no siempre fácil comienzo de la canícula de julio; mientras tanto, la ciudad sigue tal y como fue descrita una década antes (1859) por el teniente coronel de artillería José de Ribas, quien en un minucioso informe publicado en Madrid por la librería de Eusebio Aguado, situada en el número 8 de la calle de Pontejos, entre otras, recogió:
“A unas 200 varas del fuerte de Santiago se encuentra la ciudad de Algeciras que hemos señalado como capital del cantón de su nombre, y que lo es al mismo tiempo de todo el Campo de Gibraltar, en la que tiene su residencia el Sr. Comandante general del Campo y su estado mayor [...] Aunque esta ciudad, como hemos dicho, es muy moderna en su reedificación, es muy antigua en su fundación [...] y el que sabe lo que ha sido y ve lo que es [...] no puede menos de lamentarse al ver que Algeciras es en el día insignificante como punto militar, sin más fortificaciones que Santiago y la Isla Verde que la defienden por la parte del mar [...] en un corto periodo de 124 años que cuenta su nueva existencia ha crecido tan rápidamente su vecindario que cuenta en el día ya con 3.000 vecinos o 15.000 almas [...] la parte principal de esta nueva ciudad se halla situada sobre un terreno elevado, tiene muchas casas desde cuyos terrados o azoteas se descubre perfectamente toda la bahía de Gibraltar, y que por consiguiente pueden servir como vigía, entre las cuales señalaré la casa titulada de Bárcena, situada en una esquina de la Plaza Alta, en el lado de la fuente; y la de D. Francisco Machado, situada en la calle de Carretas esquina al callejón de San Pedro, las cuales han servido en este tiempo para otro objeto [...] A la orilla izquierda del río de la Miel, donde acaba la ciudad de Algeciras, está su muelle desde el cual hay a la Isla Verde como media milla, que son 1.108 varas [...] en un temporal que sobrevino en 1825 se hundieron dos pedazos de murallas de 60 varas de largo, los cuales con el hundimiento de las tierras que formaban el terraplén han preparado una rampa tan suave y accesible que se puede subir por ella a pie llano al interior de la isla.”
Volviendo de la Isla Verde -prosigue el texto- a Algeciras y continuando hacia Poniente se encuentra, a la salida de la ciudad, la ensenada del Rodeo, que empieza en la torre de Don Rodrigo, situada en el extremo de la Villa Vieja, y acaba en la punta también llamada del Rodeo [...] Prosiguiendo desde la torre de San García se encuentra la ensenada de Getares, formada por las puntas de San García y del Carnero, la cual es buen fondeadero y en su medianía desaguan en el mar dos riachuelos, llamados el primero río Pícaro y el segundo río Lobo [...] en las inmediaciones de esta ensenada se encuentran varias canteras de losas que van a cargar allí los barcos, como que es un ramo del comercio del que se utilizan los dueños de dichas canteras, vendiéndolas para los enlosados de las calles y plazas de los pueblos y ciudades de esta provincia.
El autor de tan detallado informe se refiere sin duda, entre otras, a la cantera de Manuel Navarrete, situada en el pago de La Graná, en la dehesa de la Punta, de donde se dice se sacaron las primeras losas que se colocaron en la Plaza Alta. Otra cantera cercana a la ensenada de Getares sería la también ubicada en la misma dehesa y denominada Vergonzoso, propiedad de Andrés Rivero; junto a esta se encontraba la llamada Lazareto, propiedad de Francisco Alegre, quien también era propietario de otra situada en la garganta de Marchenilla; y por último, siempre tomando como referencia la playa de Getares, la que sería adquirida por Francisco España, situada en la dehesa de Ceuta y junto al promontorio conocido como Diente de la Vieja (donde se sitúa la actual Comandancia de la Guardia Civil de San García), hoy día calle Cantera.
Julio empezaba su andadura local con la noticia de que aún persistían los esfuerzos por reflotar al navío británico encallado en los bajos de La Perla: “Lamentamos tener que anunciar -hizo público la prensa británica-, que todos los esfuerzos realizados hasta el momento presente para recuperar el barco de S. M. Aquincourt han resultado inútiles y el único resultado fue que las cuerdas se han roto, todos los remolcadores disponibles han sido puestos al servicio para tal fin.”
La importancia del buque hizo necesaria y posible que: “El gobernador español de Algeciras -como así mismo también se recogió- visitó, junto al vicealmirante Wellesley, el navío encallado, siendo saludado con disparos de ordenanza [...] se indica que está hundido hasta su segundo trinquete; pero que no está tocando fondo en toda su longitud desde la proa hasta el mástil, pero sí encallado en su punto extremo.”
Curiosamente, lo que en principio podría entenderse como un accidente más en aquel popular y peligroso punto de la geografía entre Algeciras y Tarifa pasa a ser fuente de comentarios y bulos de todo tipo, obligando a las autoridades a solicitar públicamente: “En consecuencia de los mil y un rumores difundidos y tanto por la dificultad para obtener información confiable [...] recomendamos encarecidamente una absoluta incredulidad ante todas las noticias no oficiales.”
Como expresara, años después, uno de los galdosianos personajes de la novela La de los tristes destinos: “La opinión se hincha con la verdad así como con la mentira.”
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