El tiempo
La borrasca Emilia golpea el Campo de Gibraltar

Las cosas de Pedro, el cura de La Piñera

Así es el sacerdote que este domingo recibe un homenaje por sus 50 años de entrega absoluta al barrio

Pedro Gómez Mancilla. / E.S.

Pedro Gómez Mancilla es un algecireño que nació en Cádiz, en la primavera de 1951, aunque todo el mundo lo conoce como el cura de La Piñera.

Por fortuna, lo ordenó sacerdote un extraordinario obispo que quiso mucho a La Piñera a las barriadas más humildes, Antonio Dorado Soto. Tras hacerlo el 25 de diciembre de 1975, lo nombró coadjutor de la Parroquia del Espíritu Santo, el 14 de enero siguiente. Por entonces había muchos curas y buena parte de ellos llegaban imbuidos del espíritu de renovación pastoral, litúrgica y ecuménica del Concilio Vaticano II que había convocado Juan XXIII una década antes.

Eran tiempos de transición política en el país, de curas obreros y comprometidos socialmente, de extensión de la heroína en jeringuillas por las calles.

Cuatro años y medio después, Pedro reemplazó a Vicente Peña como párroco. Pero don Antonio Dorado lo tenía ya calado como el hombre idóneo en el lugar adecuado y, en contra de la norma, lo mantuvo en su destino los doce restantes años de su obispado en la diócesis de Cádiz y Ceuta. Después, nadie lo tocó y, a estas alturas del siglo XXI, sigue al pie del cañón en su barrio, cinco décadas después de haber llegado aquí.

Este cura de sonrisa cómplice y mirada inteligente era uno de aquellos muchachos recién ordenados, que pedían destino en barrios obreros, entre gente humilde y trabajadora, donde entendían que más necesario era llevar el mensaje de esperanza de Jesús. Lo hacían con la intención de convertirse en instrumentos de transformación social, compartiendo sus vidas sencillas y sus problemas cotidianos, e incluso permitiendo en las parroquias reuniones sindicales clandestinas o actividades sociales sospechosas. En vez de promover cofradías procesionantes, acogían organizaciones juveniles alternativas a la OJE, como el Movimiento Scout. Pedro cuidó durante mucho al Grupo Scout de La Piñera, una ONG en la que se aplicaban principios coeducativos, ecologistas y pacifistas que resultaban aún extraños en una España que despertaba a las libertades. Gusta de recordar las palabras de tantos jóvenes que le susurran: “Gracias al grupo scout, yo no caí en la droga”.

Él se define como “una persona normal, que procura hacer las cosas bien cada día”, Simplemente. Y ha dedicado la vida a escuchar a la gente que no tiene quien le preste atención; a visitar a ancianos y enfermos; a acompañar en los momentos más duros, cuando la edad o la enfermedad se van llevando a sus parroquianos; a visitar en la cárcel a quienes tomaron decisiones equivocadas, y a convertirse, quizás sin querer, en un referente de solidaridad.

Por eso se le han acercado tantas personas de buen corazón que se dedican a seguir su ejemplo. Por eso, quizás, funciona de manera tan ejemplar la Cáritas de la parroquia, que ayuda a subsistir a cientos de familias necesitadas, a comprar medicamentos y a pagar la luz o el butano a los que no les llega. Pero todo con un respeto y un estilo que emociona. Porque en mi barrio no se hace caridad. Se comparte con los más desafortunados, que nunca han de guardar las humillantes colas del hambre, sino que acuden a citas personalizadas y son tratados con la dignidad que todas las personas merecen. También los más pobres.

Pero resulta ser un inconformista y, cuando las cosas funcionan, se plantea qué puede inventar para hacer más y mejor. Y, como hay mucha gente que lo sigue, pues es capaz de crear y convertir en una insólita realidad, por ejemplo, una escuela de música en la parroquia. Dedicada, como una extensión de la acción solidaria hacia los más necesitados, a sus convecinos más jóvenes. Claro, gracias al compromiso de voluntarios y al apoyo entusiasta de Barrio Vivo. Y así, cada Navidad, concierto solidario y cientos de seguidores llevando productos no perecederos. Aunque lo verdaderamente curioso es que la mayoría de los que apoyan sus iniciativas ya no viven en el barrio, aunque todos llevan a gala ser de La Piñera, una marca de orgullo que sólo se entiende si se conoce a Pedro, el cura. El hombre bueno, paciente, que tan bien sabe acompañar a su gente.

Con estos objetivos cubiertos y funcionando a la perfección, no podía quedarse quieto, de modo que se las apañó para que todo el mundo supiera que en la zona de La Piñera hay miles de ancianos aquejados de graves problemas que podrían paliarse con la creación de un centro de estancia diurna en el barrio. Y tiene hasta el sitio para llevarlo a cabo, la pista polideportiva que tuvo mucha actividad hasta los años 90 y ahora está en desuso. Justo al lado de su iglesia. Se trata de un establecimiento socio-sanitaria no residencial para la atención integral diurnaía a personas mayores o con discapacidad, sin que tengan que salir de su entorno habitual. Destinado a personas con pensiones reducidas, que hacen frente a situaciones de soledad no deseada que, con el paso del tiempo, se ven cada vez más agravadas, el objetivo estaba claro. El alcalde de Algeciras expresó su apoyo a la magnífica idea, la consejería correspondiente decidió prestarle apoyo y, tristemente, el proyecto encalló porque un obispo no supo discernir su obligación pastoral de la del ecónomo de la diócesis. Aceptada la renuncia del señor obispo por parte de Roma, el camino se despeja y retomamos la tarea por hacer.

Entretanto, el hombre anda ahora liado con construir un pozo de agua en el Sahel africano, donde son terribles las necesidades de poblaciones hostigadas por el avance imparable del desierto. Lo del pozo está al caer y lo del centro de día, si Dios quiere, también.

Son las cosas de Pedro, el cura de La Piñera.

Homenaje

Este domingo 14 de diciembre, a las 19:00, la parroquia del Espíritu Santo se convertirá en el corazón emocionado de La Piñera. Los vecinos han organizado un acto de homenaje a Pedro Gómez Mancilla, el cura que lleva medio siglo entregado al barrio, a sus niños, a sus mayores y, sobre todo, a quienes más lo necesitaban cuando nadie más estaba allí.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último