Corruptelas, amnistías y Algeciras bajo sospecha
EL SEXENIO DEMOCRÁTICO EN ALGECIRAS (1868-1874)
El caso Derqui: muchos y poderosos enemigos tenía el responsable del comité republicano y federalista algecireño
El enfermo excarcelado y padre de una gran familia -del que se hizo mención en la anterior entrega- además de responsable político de los republicanos federalistas algecireños, era hijo de Manuel Derqui, quién tenía su domicilio en la calle de Las Viudas, esquina con calle Larga o Cristóbal Colón. Esta vivienda fue adquirida al ser puesta en pública subasta por el Estado por, textualmente: "Pertenencia a instituto religioso y ante el juez de primera instancia de Cádiz, en 13 de diciembre de 1844".
Al mismo tiempo que Derqui sale de la prisión y regresa enfermo junto a su familia, en la corporación provincial presidida por quién fuera señalado como su principal enemigo político, el también algecireño González de la Vega, se ha de hacer frente a un posible caso de corrupción, cuando: "Se presentó por el Sr. Presidente -De la Vega-, una relación de los aprovechamientos forestales que se están realizando en la actualidad [...] llamando la atención y denunciando los graves abusos que podían cometerse toda vez que á su poder había llegado un marco real (unidad de medida) falso, enteramente igual al que usan los empleados del Cuerpo de Montes [...] y que con el cual y con otros ejemplares falsos [...] han podido hacerse los remates que hayan tenido ocasión de abusar en sus contratos marcando más árboles que los señalados al hacer la tasación. Dió cuenta de las averiguaciones [...] de las cuales parece indudable que la tasación se hizo muy baja, de una manera escandalosa, y la Comisión, después de manifestar la satisfacción con que veía al Sr. Presidente interesarse por los intereses de la prova. [...] acordó mirar con preferente interés este asunto, y al efecto oficiar al Excmo. Sr. Gobernador Civil de la provincia, sobre tan importante cuestión".
Flaco favor hacen estos escándalos al progresista desarrollo que se intentaba instaurar en aquella España regida por la Carta Magna del 69, bajo el reinado de Amadeo I y sustentada por el triste recuerdo del malogrado padre de La Septembrina, el general Prim. Como dijera cierto fandango de la época: "Presto me anuncian mis males/ que faltarán los puntales/ y se hundirá el edificio / como Dios no lo remedie".
De regreso a la situación del caso Derqui, muy relacionado con la represión política de la época, expresar que la decisión judicial que sacó a sus federalistas y republicanos huesos de la cárcel se dictó en los siguientes términos: "En la causa seguida á la Junta soberana de esta ciudad de Setiembre de 1868, donde se procesaba á los ciudadanos Pablo Gómez, Miguel José Derqui y otros, recayó en la Audiencia de Sevilla el 27 de Junio el fallo siguiente: Aceptando los fundamentos de hecho de la sentencia apelada y consultada. Considerando que todos los hechos probados en esta causa constituyen delitos políticos cometidos con ocasión del alzamiento nacional verificado en setiembre de 1868, y por tanto se hallan comprendidos en el artículo 1º del decreto de amnistía general de 9 de Agosto de 1870.- Visto también el artículo 2º del mismo decreto. Fallamos: Que debemos revocar y revocamos la sentencia consultada y apelada. Declaramos que todos los hechos á que esta causa se refiere constituyen delitos políticos comprendidos en el decreto de amnistía general de 9 de Agosto de 1870, y en tal consecuencia, sobreseemos en esta causa, declarando de oficio todas las costas, y devuélvase la causa. Esta sentencia fue notificada al procurador en Sevilla el 27 de Junio".
Importantes datos estos últimos que demuestran: primero, la apelación se dilató en el tiempo casi un año después de la publicación del decreto de amnistía general; y, segundo, aún tuvo que esperar dos semanas tras ser notificado para poder abandonar la prisión -y volver enfermo junto a su mujer y sus seis hijos-, salvo que fuese puesto en libertad primero y notificado en su propio domicilio después. Sin duda, muchos y poderosos enemigos tenía el responsable del comité republicano y federalista algecireño.
A pesar de esas “inconveniencias”, la administración del territorio del Campo de Gibraltar seguía su rutinaria marcha afectando sus decisiones al conjunto de municipios en general, como por ejemplo: "Aprobación del expediente de subasta de arbitrio de dos cuartos en carga de carbón, corcho y curtido que se apile en el punto de Palmones [...] durante el actual año económico, toda vez que en las diferentes subastas celebradas bajo diferentes tipos no ha habido licitadores [...] adjudicar el servicio á D. Manuel Pecino Meléndez por la suma de 380 escudos que ofreció y ha servido de base para el último remate".
Al mismo tiempo que Pecino Meléndez asume el servicio del arbitrio, con repercusión para todos los comerciantes de la zona del gremio afectado, aplicado en la barreña aldea de Palmones; a nivel nacional se ve “otro tipo de remate” en la coincidencia en el lugar y tiempo de la circunstancia que se analiza: "Andalucía está en una atmósfera montpensierista (en alusión al duque de Montpensier) que puede cortarse de espesa; en Algeciras se considera misteriosa la llegada de la escuadra del Mediterráneo á aquellas aguas; en un pueblo (?) del Campo de Gibraltar se hace sospechosa la permanencia en él del general Mackenann (capitán general de Andalucía y Extremadura en el verano de 1871), pisa la curiosidad las precauciones militares en Málaga; se comenta en Cádiz la venida de Topete á esta ciudad; se habla mucho de los actos del Gobernador Civil; no se explica que el Puerto de Santa María y Jerez manden los ayuntamientos montpensieristas; y se ve con escándalo en toda la región que el montpensierismo esté representado en las Cortes. Se conspira en Algeciras, en Málaga, en Cádiz, en el Puerto de Santa María y en Jerez. ¡Oh imbecilidad!, el progresismo lo sabe y lo consiente". Todo parece apuntar a un posible salto involucionista liderado por el “cuñadísimo” de la reina destronada.
Y mientras la actualidad pública tiene visos de retroceso, en nuestra ciudad y mirando por la economía del presente y futuro, continúa con total normalidad la actividad privada de sus habitantes, como la del propietario D. Francisco Miranda Pola, quién reconoce: "Haber recibido de Dña. Amalia Gamito Troyano, propietaria y asistida de su marido D. Rafael Enriquez Ramírez, la devolución de 1.400 escudos que el primero había prestado a la segunda en 2 de Marzo de 1869, y al interés del 1% mensual [...] poniendo en garantía casa de dos pisos número 6 de la plaza de la Palma de esta ciudad; teniendo como vecino por el sur a D. José Ceruti".
La ex deudora del Francisco Miranda también era propietaria de una vivienda en calle Munición, nº 22. La referida vivienda situada en la plaza de la Palma perteneció a Francisco Gamito, hermano de la citada propietaria quién la recibió tras la muerte de aquel. Posteriormente la vendería a quién fuera su cuñado, el popular industrial local Eugenio Oncala Amaya, por la cantidad de 7.500 pesetas. Junto al que fuera domicilio de Amalia Gamito y su esposo, junto a la plaza de Abastos, se encontraba el mítico café La Iberia, propiedad del matrimonio compuesto por Manuel Bianchi y Mercedes Delgado. Lugar de encuentro de la siempre sospechosa fauna local como: trajineros, republicanos, juntaletras y contrabandistas; en definitiva, los considerados desde el sector tradicionalista como gentes de mal vivir.
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