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El tiempo para el puente en el Campo de Gibraltar

El acta de Algeciras y demás enjuagues

El Sexenio Democrático en Algeciras (1868-1874)

Tras la aprobación de la cuestionada acta surgió un duro enfrentamiento entre monárquicos y republicanos que llegó hasta la Comisión electoral provincial

Los asfixiantes préstamos acucian a la ciudad aunque los algecireños se caracterizaron por ser buenos pagadores

La Perseverancia no encuentra licitadores

El número 4 de la calle Ríos, donde tenía domicilio Asunción Gonzalves.

La fallecida señora Asunción Gonzalves, -de la que se hizo mención en la anterior entrega- era de estado viuda y declara: "Tener 50 años de edad, natural de Cádiz y vecina de Algeciras, e hija legítima de Juan y de María de las Mercedes, vecinos que fueron de Cádiz, y difuntos [...] Es mi voluntad que mi cadáver se sepulte con entierro de medias honras acompañándolo este á mi cadáver hasta el Cementerio, aplicándose por mi alma e intenciones cuarenta misas rezadas dándose de limosna para cada una un escudo; y además se han de mandar decir las misas del Sr. San Vicente, dándose por ellas lo acostumbrado y aplicándose la cuarta parte de aquellas por la Colecturía de esta Parroquia, como está prevenido".

"Siendo soltera -prosigue en su declaración- contraje matrimonio en la inmediata ciudad de San Roque con Don Antonio David Enriquez, soltero en el pasado año de 1825 y durante este matrimonio tuvimos y procreamos cinco hijos de los cuales fallecieron tres en la menor edad, quedando los únicos en la actualidad y que son Doña Ana, de 38 años de edad, casada con D. José Riveiro Guimaraes y Don Tomás José David y Gonzalvez, de 36 años de edad, naturales de Lisboa, habiendo fallecido después mi indicado esposo. Declaro que mis bienes los heredé de mi difunta madre y los cuales son mi trabajo y agencia [...] Casa de mi morada en calle del Río número 4, junto al Cuartel de Caballería y fué adquirida por compra que hizo á Don Francisco Corbacho en 10 de Septiembre de 1840 [...] muebles y ropas de mi casa y algunas alhajas [...] mi primo Don José Rodríguez Marín, se hará cargo interín de mi casa y bienes, hasta que se presenten mis herederos que son mis significados hijos Don Tomás José y Doña Ana David Enriquez y Gonzalves, para que lo gocen con la bendición de Dios y la mía".

Con gran gesto de generosidad también expresó: "Queriendo dar una prueba de cariño, legó á Doña Juana Dorante, esposa legítima de mi primo Don José Rodríguez Marín, de las alhajas de mi propiedad, aquella que ella misma escoja á su voluntad para que la conserve como un recuerdo del afecto que la profeso. Legó 100 duros á cada una de las criadas que me asisten, Clara Rogier y Juana Mena, á las cuales se les dará, además, todas mis ropas de uso diario y Cama, las cuales distribuirán por partes iguales. Lego 50 duros á Inés Morales [...] 20 duros á Doña Vicenta Aguilar [...] 5 duros á Antonio Román [...] Y por último en prueba del agradecimiento en que estoy á la familia de Don Francisco Coterillo, le legó á este y á sus tres hijos 500 duros".

En igual travesía entre la vida y la muerte se encontraba el también vecino de Algeciras Francisco Franco Pinto, cuando declaró: "Soy hijo legítimo de Francisco Franco y de Francisca Pinto, casado con María Giménez Delgado [...] y queriendo que mi cadáver sea sepultado en el cementerio de esta Ciudad con el entierro de la hermandad del Rosario á que pertenezco [...] declaró estuve casado en primeras nupcias con Josefa Cañamaque, natural que fué de la villa de Gaucín, la cual falleció en esta Ciudad sin que de este matrimonio hayamos tenido hijos alguno; después contraje segundas nupcias en la Yglesia parroquial de esta Ciudad con mi actual consorte María Giménez Delgado, de cuyo matrimonio tuvimos un hijo llamado Manuel Franco Giménez, el cual falleció de año y medio y actualmente no tenemos ningunos otros hijos. La casa morada fué comprada por mi mujer y consorte á Josefa Cortés y Cortés y Ramón Núñez Montero en 8 de Junio de 1865, y se halla situada en la calle del Buen Aire de esta Ciudad, y otra casa comprada por mí á Antonio Grande y Medina en 26 de Marzo de 1862, situada en la calle de San Antonio número 15; y además poseo dos caballos con sus arreos y una pequeña tienda y las ropas de mi uso y casa. Declaró estoy adeudando 500 pesetas en un pagaré que tengo facilitado y de que es fiador Don José Macías Delgado de este domicilio; además debo 110 pesetas á Don José Sanguinety; y no recuerdo en este momento otras deudas en pró ó en contra".

Al mismo tiempo que, como escribiera el rondeño y pedagogo poeta Giner de los Ríos: "la vida sigue, los muertos mueren y la vida pasa...". En el lejano Madrid, mientras suenan los yunques y enmudecen las campanas -nuevamente don Francisco- tras la aprobación de la cuestionada acta de Algeciras, surge un duro enfrentamiento entre monárquicos y republicanos cuando: "El general Serrano promovió un grave incidente defendiendo al Ejército como el único mantenedor de la libertad. Los republicanos pidieron explicaciones acerca de estas palabras". Días después de la aprobación del acta las críticas continuaban desde el bando opositor: "Enjuagues y más enjuagues, es posible que se reproduzca la cuestión de la famosa acta de Algeciras [...] Vean Vds, como la situación del gobierno en las elecciones es terrible. No solamente se ha asesinado, herido, atropellado sino que se ha apelado a los presidiarios en algunos puntos [...] Uno de los diputados terminó con las graves palabras que pasaron desapercibidas para la guardia negra. No se dirá de una Cámara española que admite como fuente de derecho el sufragio de culpables; no se dirá que con tales sufragios pensáis consolidar la dinastía que habéis creado".

El director de la Hijuela de Algeciras rinde cuentas.

El electoral acta generada en el distrito algecireño había provocado que "los yunques y las campanas de la discordia" -parafraseando a nuestro rondeño poeta- sonarán más fuertes que nunca. Mientras tanto en el consistorio republicano local se recibe un amenazante oficio institucional provincial con el siguiente texto: "En vista de las razones expuestas por los alcaldes de Algeciras, Vejer y Villamartín se acordó concederles como Últmº. é improrrogable plazo pª. la formación de las cuentas de fondos municipales respectivamente al año económico de 1867 á 68, fecha fin de Mayo próximo en la inteligencia que pasado dicho término se procederá al apremio y exacción de multa". Estaba muy claro que las razones expuestas por dichos consistorios de ideología republicana no convencieron en modo alguno a la monárquica corporación provincial. Afortunadamente otra institución algecireña sí actuaba sobre la misma base económica y dentro de los plazos marcados por la ley: "Visto un oficio del Director de la Hijuela de expósitos de Algeciras remitiendo las cuentas de aquel establecimiento correspondientes a los meses de Diciembre de 1870 Enero y Febrero de 1871 se acordó pasarlas a la Sección para su examen y refundición en las cuentas generales de la provincia".

Y como era de esperar, y a pesar de la aprobación parlamentaria de la manida acta del distrito del Algeciras, el asunto llegó hasta la Comisión electoral provincial pronunciándose la citada del modo siguiente: "Considerando que aunque la Comisión pudiera emitir su parecer [...] no es de los deberes de la misma evacuar consultas y menos sobre actos políticos acerca de los cuales está llamado á conocer el Congreso al resolver sobre la validez y nulidad de la elección de Diputados á Cortes por aquel distrito. Considerando que los deberes de la Comisión se limitan en este asunto á entender la revisión de los acuerdos y actos puramente administrativos cuando contra ellos se entable reclamación en legal forma, pues las cuestiones electorales en elecciones generales y protestas que se den lugar son de la exclusiva competencia del Congreso de los Diputados y en las infracciones de ley cuando constituyen delitos, conocen los tribunales de Justicia, á donde ha podido acudir el exponente si creía había mérito para ello".

El asunto traspasó fronteras, publicándose en la anglosajona prensa: "El mismo día que en el Congreso fue declarado el Sr. Patxo diputado debidamente electo por el distrito de Algeciras, hubo considerable entusiasmo y el tono adoptado por los diputados de la oposición, especialmente los republicanos, fue suficiente. Es amargo mostrar que se pueden anticipar cálidos debates cuando la Cámara comienza á trabajar en serio. Al día siguiente, el señor Castelar, el gran orador republicano, al oponerse al resultado electoral, asestó un feroz ataque al Gobierno y al Rey".

Varios municipios se pronuncian sobre el deslinde en el Campo de Gibraltar.

Y mientras se sigue rumiando políticamente el acta de Algeciras, en la cercana provincia de Málaga, con más espíritu constructivo al parecer que en la vecina gaditana, se informa para el bien de las comunicaciones de la comarca, que: "Se están haciendo grandes esfuerzos para completar la nueva carretera entre Gibraltar y Málaga, y por la que transitará la compañía La Madrileña que actualmente lo hace entre Cádiz y Algeciras. El camino se anuncia, será terminado muy pronto".

Y así con la promesa de la pronta finalización de la vía con la capital malacitana mientras la carretera Medina-Los Barrios parece eternizarse, los municipios del Campo de Gibraltar afrontan una cuestión que también debía haber sido resuelta un siglo atrás, cuando: "Habiéndose oído á los Ayuntamientos de Algeciras, Jimena y los Barrios sobre el deslinde administrativo de términos municipales entre Castellar y San Roque conforme á lo ordenado por el Ministerio de la Gobernación en 24 de Diciembre últº cuyas corporaciones manifiestan que nada tienen que oponer á la expresada diligencia única que á juicio del Consejo de Estado falta evacuar para completar el expd te".

Mientras las públicas instituciones intentan cumplir con el mandato del ministerio de la Gobernación, privadamente la ciudadanía algecireña también procura cumplir con la legalidad vigente como así lo hizo: "Francisco Lozano Vázquez, soltero y de 50 años, quién para atender á su negocio pidió préstamo al comerciante Miguel Navarrete García la cantidad de 750 pesetas que se obliga á pagar en el plazo de un año, poniendo en garantía una viña que posee en el sitio de la Punta (dehesa de la Punta o Loma Longuera), ampliando 250 pesetas más [...] y si llegase el plazo señalado y no pagase las 1.000 pesetas que forman todo el crédito, Lozano Vázquez otorgará a favor de Navarrete García la indicada media viña".

En similar situación económica se genera el siguiente documento, cuando: "Sebastián de Torres Escassi y José Rodríguez España [...] y necesitando el primero algún efectivo ha convenido con el segundo, de quién recibe la cantidad de 750 pesetas en efectivo, poner en garantía una casa de planta baja situada en la calle Nueva de esta ciudad, número 38 compuesta de distintas habitaciones, dando su frente al levante y derecha al sur, colindando con calle de Montereros á que forma esquina, y su fondo al poniente con el Secano [...] esta casa que estaba dividida en dos, la adquirió la primera Torres Escassi a las hermanas María y Antonia Pérez en 13 de Enero de 1835; y la segunda, en 26 de Febrero de 1841 á Agustín Otero". Triste realidad económica local basada en asfixiantes préstamos que recuerda -de seguir aquel rumbo- la galdosiana frase recogida año después en la novela La Desheredada (1881), al expresar mi siempre admirado don Benito: "Aquí murió el fiar y el prestar también murió, y fué porque le ayudó á morir el mal pagar". Afortunadamente los algecireños se caracterizaban por ser buenos pagadores.

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