Magna Mariana de Algeciras

Retrato histórico del movimiento cofrade algecireño

  • Cofradías y hermandades respaldan el patronazgo de La Palma en el Año Jubilar con su coronación canónica aún en el horizonte

  • La procesión de hoy bien puede ser un gran impulso para este anhelo

Un penitente durante el desfile procesional del Medinaceli, el pasado Martes Santo en Algeciras.

Un penitente durante el desfile procesional del Medinaceli, el pasado Martes Santo en Algeciras. / Erasmo Fenoy

La Magna que se va a celebrar en Algeciras es una manifestación católica, de su mundo cofrade, en homenaje a la relación histórica entre la Virgen de La Palma y la ciudad de Algeciras. Las hermandades y cofradías algecireñas han transitado hasta hoy por diferentes situaciones a lo largo de su trayectoria, documentada o transferida verbalmente entre familias y hermanos cofrades.

Como la calificaba Cristóbal Delgado, quien fue cronista oficial e hijo predilecto de Algeciras, la primera procesión de Las Palmas que recorrió las calles de la ciudad fue el 28 de marzo de 1344. El rey Alfonso XI había conquistado la plaza a los musulmanes y ordenó a sus cortesanos y soldados que portaran ese día palmas y ramos de olivo para celebrar su éxito militar en su entrada a la ciudad. El mismo rey es quien ordena a su obispo, don Gil de Albornoz, que consagrara la hasta entonces mezquita a la confesión cristiana bajo la advocación de Santa María de La Palma.

Orígenes

La historiografía no es una foto fija. Todavía hoy, y sobre todo en Algeciras, se producen hallazgos en excavaciones y archivos documentales que aportan nueva luz a hechos tenidos por ciertos al completo en reputados trabajos que hemos venido heredando. Pensemos, por ejemplo, en los resultados de los estudios de la Universidad de Cádiz y de arqueólogos y urbanistas algecireños sobre el yacimiento de la calle San Nicolás y sobre su entorno, en la villa vieja, que están arrojando nuevas certezas.

Queda mucho por saber y por investigar, y especialmente en cuanto a la vida cofrade algecireña. Algunas hermandades y cofradías han puesto mucho interés en conocer su propia historia y por eso se han publicado valiosos libros. Son los casos de las cofradías de Santo Entierro, Nazareno y Columna. Manuel García Campillo, cofrade que ha ejercido diferentes cargos, publicó en los años noventa del siglo pasado un extenso estudio sobre la Semana Santa algecireña. Está pendiente, una vez recuperados documentos y nuevos testimonios, una historia actualizada sobre la Semana Santa de Algeciras y sobre advocaciones tan señaladas como María Auxiliadora, Carmen y La Palma, que compare y reúna todos los datos que se exponen en diferentes obras, y en la que deberían participar historiadores, con su metodología, y cofrades, con su compromiso.

Algeciras es singular, y lo es también en su propia historia. A falta de resolver las incógnitas que todavía existen sobre Iulia Traducta, nuestra hoy ciudad fue fundada y refundada al menos dos veces, tal como refleja su heráldica reformada a instancias del recordado profesor Luis Alberto del Castillo, que fuera también cronista oficial de Algeciras. Nuestra ciudad existió, desapareció y revivió. El rey Fernando VI, mediante Real Cédula de 6 de septiembre de 1755 –luego discutida y confirmada– otorgó a Algeciras su separación de San Roque y la creación de su ayuntamiento. Han transcurrido ahora 268 años de una fecha que muchos han reconocido y celebran como Día de Algeciras. O sea, volvimos a ser ciudad en el siglo XVIII.

A partir de entonces, con una vitalidad recobrada y muy potente, la religiosidad católica se ha expresado en Algeciras en diferentes actos y celebraciones, y también mediante agrupaciones con diferentes objetivos. Se reseña la existencia de cofradías en el siglo XVIII. El historiador algecireño Mario Ocaña cita, entre otras, la cofradía de Las Ánimas, "que funcionaba para costear el entierro de personas pobres de solemnidad", la de San Pedro y la de los mareantes, que agrupaba a trabajadores y empresarios del comercio marítimo, a personas cuya actividad estaba en la mar, como pescadores y corsarios. Esa agrupación, además de la iglesia de San Antón y la propia cofradía del Carmen, impulsó la construcción de la capilla del Cristo de la Alameda. Ambos edificios se siguen mirando hoy de frente a lo largo de la plaza Juan de Lima y la calle Cayetano del Toro.

Varias mujeres ataviadas con mantilla. Varias mujeres ataviadas con mantilla.

Varias mujeres ataviadas con mantilla. / Erasmo Fenoy

En un documento fechado el 18 de diciembre de 1854 y firmado por el entonces párroco de La Palma, que se cita en una amplia e interesante reseña histórica de la cofradía del Nazareno, se detalla la existencia en Algeciras en el siglo XVIII de una serie de cofradías y hermandades, divididas en sacramentales, de gloria y de penitencia. Entre ellas algunas ya citadas y otras que hoy siguen vivas o se consideran herederas de aquellas, como la del Carmen, Santo Entierro y Nazareno.

Según los documentos que existen y citan tales agrupaciones, el orden de antigüedad sería el descrito: la que hoy conocemos como Venerable Archicofradía de Nuestra Señora del Carmen y Hermandad de Penitencia del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora del Mayor Dolor y San Juan Evangelista data su inicio en 1743, "según registro de la parroquia de La Palma de mediados del siglo XIX", que solo se refiere a la del Carmen; Santo Entierro tiene su nacimiento en 1752, bajo el nombre de Santo Cristo de la Expiración y Santo Entierro; y Nazareno y Soledad, con ese nombre, en 1759. Es también cierto que las fechas exactas de fundación pueden admitir discusión, bien por localización original de sede parroquial o porque tales fechas pueden confundirse en algún caso con la de la primera salida procesional. Tal puede ser, en el caso de Santo Entierro por el segundo motivo, como apunta el médico y hermano de dicha cofradía, Julio Luis Madrid Rondón, en un estudio muy completo y rico en fuentes documentales editado en libro por la propia cofradía. El autor no descarta que la erección de la cofradía pudiera ser anterior, en meses, a 1752.

Incluso Juan Pérez Arriete, otro ilustre cronista oficial de Algeciras, dejó escrito en su pregón de Semana Santa de 1959 que durante los siglos XVIII y XIX no procesionaron hermandades y cofradías propiamente dichas o como las conocemos ahora. Esta manifestación la rescata el abogado y joven cofrade José Carlos Pérez Arias en su libro Historia y anécdotas de la Semana Santa de Algeciras, publicado en 2017. Tal afirmación es parcialmente discutible, bien es cierto, a la luz del trabajo posterior y documentado de Julio Luis Madrid Rondón para la cofradía del Santo Entierro.

Resurgimiento

El devenir cofrade de Algeciras ha conocido diferentes crisis ligadas a acontecimientos históricos, unas veces políticos, religiosos y otros sociales, culturales y económicos. La más reciente se prolonga desde la década de los años sesenta hasta entrados ya en los ochenta del siglo XX.

La recuperación de la vitalidad tiene una de sus referencias en la constitución de la Junta Local de Hermandades y Cofradías, con sucesivos presidentes ligados a la cofradía del Medinaceli, creada en 1943 pero que ha reunido desde entonces y mantiene un potente respaldo popular. El primero de los presidentes fue Juan Garzón Vega, fallecido el pasado año, que dejó su impronta no solo en la Semana Santa sino en la pasión por la lectura.

Acompañamiento musical de una procesión. Acompañamiento musical de una procesión.

Acompañamiento musical de una procesión. / Erasmo Fenoy

Un punto de inflexión del movimiento cofrade, no el único pero si el que certificaba que seguía latiendo el respaldo popular al sentir cofradiero, se produjo el Martes Santo de 1977. Está descrito por Manuel Sánchez Herrera, cargador de la virgen de La Esperanza aquel día señalado, en el libro Algeciras y su Pasión. “La Virgen de La Esperanza no sale, los costaleros asalariados contratados se niegan a salir si no se les aumenta el dinero contratado”, relata. “El pueblo especial da su razón de ser y aporrea los aldabones de la puerta del templo, y se produce el milagro. Hermanos, devotos y, en honor a la verdad, algunos de los costaleros contratados unen sus esfuerzos con gente del barrio y se constituyen esa noche en la mejor cuadrilla de costaleros”, describe Manuel Sánchez.

Aquel acontecimiento lo denominaron como "La Costalada". En la misma publicación se refiere a Juan Garzón, quien se estrenaba ese día como hermano mayor de Medinaceli y Esperanza. Se le consultó que el pueblo quería sacar a la Virgen. “La Virgen es madre de todos, y si el pueblo quiere sacarla y lo hacen por amor y con dignidad, tienen mi permiso”, cuentan que dijo.

Este hecho épico cambia una relación económica para cargar los pasos para convertirla en un compromiso y expresión de fe cristiana. Con el paso de los años vendrán muchos más cambios, tanto en la forma de cargar como en la manera de procesionar, especialmente los palios. Con el paso de los años quedarán atrás los años de transición para el mundo cofrade y llegaron los del resurgimiento, con nuevas cofradías y hermandades y la recuperación de otras que habían languidecido o, incluso, desaparecido en cuanto a sus salidas procesionales. A Medinaceli, Buena Muerte y Santo Entierro, que se mantuvieron vivas y en la calle, se suman Columna y Lágrimas, Nazareno y Amargura, Oración en el Huerto y Buen Fin, Borriquita y Alegría, Tres Caídas y Trinidad, Misericordia, Mortaja y Piedad, Ecce-Homo y Estrella, y la más joven, La Salud.

Una mujer interpreta una saeta durante el pasado Jueves Santo en Algeciras. Una mujer interpreta una saeta durante el pasado Jueves Santo en Algeciras.

Una mujer interpreta una saeta durante el pasado Jueves Santo en Algeciras. / Erasmo Fenoy

De esa época de crisis no solo se resiente la demostración religiosa que suponen los desfiles procesionales, sino incluso edificios con mucha historia como la capilla de Europa y otros. Toda cofradía y hermandad no solo tiene sentido un día al año. La labor religiosa y social de cualquiera de estas agrupaciones es lo que le da razón de ser. Se cuenta poco, muchas veces por un exceso de humildad, que contrasta con la publicidad que se da a la adquisición de enseres, pero hay una labor social innegable en las cofradías y hermandades en la que no solo no deben desfallecer sino que tienen que mantener y, si es posible, aumentar.

Este es el perfil de un mundo cofrade que expresa en la calle este sábado, 9 de septiembre de 2023, su vitalidad y también su reconocimiento y respaldo al patronazgo algecireño de la Virgen de La Palma. Este hecho no es precisamente baladí en una ciudad que reparte su querencia católica entre diferentes advocaciones por tradición y por devoción, pues Algeciras es puerto de mar, y de ahí el Carmen, y asentamiento de la familia salesiana desde hace siglos, lo que en parte explica la coronación canónica de María Auxiliadora antes que La Palma, aún pendiente. Y no solo serán ciudadanos y ciudadanas algecireños y algecireñas, sino que esta procesión magna va a reunir en el desfile, dentro y fuera de los pasos, a habitantes de toda la comarca del Campo de Gibraltar.

A la hermandad de la Patrona de Algeciras le quedan citas y retos por delante en un Año Jubilar que terminará el 25 de abril de 2024. La coronación de la imagen de la Virgen tiene por delante un horizonte cuya distancia se quiere siempre acortar, y para ello hay que prodigarse en labor social. En el camino de ese objetivo, la procesión magna va a ser un hito muy importante que bien pudiera servir de impulso.

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