Completo y contagioso ritual de baile flamenco con Eva Yerbabuena
IX ENCUENTRO INTERNACIONAL DE GUITARRA PACO DE LUCÍA
El flamenco en todas sus expresiones se muestra en un espectáculo que domina la figura de la bailaora
“Me aterra eso de la Inteligencia Artificial porque no vamos a saber distinguir lo natural”
Flamenco en sus manos, flamenco en sus pies, en su cintura.. Eva Yerbabuena cerró en todo lo alto el IX Encuentro Internacional de Guitarra Paco de Lucía, acompañada de un grupo de artistas para los que no hay “peros” que valgan. Disfrutaron los profesionales y las profesionales del baile, que los hay hombres y mujeres en nuestra tierra, y también lo hicimos quienes nos arrimamos a este espectáculo, denominado Yerbabuena, que se anunciaba como una suma de experiencias en modo de coreografías de muchos años. Bueno sí, es una alusión a la técnica, pero Eva deja demostrada que desprende arte conforme mueve las manos, gira, taconea, y da su sitio a su gente, abriendo con los cantes de Segundo Falcón, Miguel Ortega y Antonio El Turry.
Quien ha nacido en Frankfurt (Alemania-1970), entre inmigrantes, es como quien ha nacido en Algeciras, que tiene más fácil entender al diferente, integrar en su ser cómo habla el otro, cómo se comporta, su cultura, aprender idiomas diferentes. Tiene tan cerca, y es tan enriquecedor conocer, acceder a otros mundos sin apenas andar mucho entre tu casa y la de él. Dicho de otro modo, tiene más difícil huir de la fusión, que sí, que si se empeña en cerrar los oídos no hay manera, pero ese sí que es un mundo muy chico, muy pobre, que solo se reduce a la inseguridad de no andar ningún camino, solo el corto, y solo rodearse de quienes no se atreven a empaparse de quienes cruzan puertas para ver qué pasa, quién hay al otro lado.
Que no, que no se trata de hablar otro idioma, que es tener disposición a saber entender al que tenemos enfrente, aunque hable el mismo andaluz que nosotros, a buscar cómo expresarse para hacerse entender ella, que ha elegido el baile para decirnos “esta soy yo, y vamos todos a disfrutar”.
“¡¡Cómo mueve las manos¡¡”, exclaman a nuestro lado, dos señoras que se suben sobre su asiento para ver mejor el baile.
Yerbabuena cruzó fronteras sin darse cuenta, desde su minuto uno, porque ya las había cruzado al nacer sin que nadie le pidiera permiso. Nació en la emigración, empuñando cepillos de peluquería para soñar mundos y formas de actuar. A partir de ahí, su tita Encarnita vislumbró que lo suyo se expresaba en el baile. Que eso le llevara al flamenco y no al ballet, o al teatro, o a la escritura, pues esa pregunta quedó sin plantear en la entrevista fácil y agradable que nos brindó a este periódico, mira que lo sentimos cuando escribimos esta crónica.
“Tenemos muchos puntos en común porque, a fin de cuentas, todo es danza. Tengo la sensación de que hablamos el mismo lenguaje, todos bebemos de la misma fuente. Los estilos no son más que etiquetas”, reflexionaba en una entrevista Fernando Suels, coreógrafo y bailarín venezolano afincado en Alemania al que conoció Eva Yerbabuena gracias a su amistad con Pina Bausch, bailarina alemana contemporánea, toda una referencia en la danza moderna, una de sus grandes experiencias personales y artísticas por la combinación de baile y teatralización. No olvidemos que también pasó por Cuba y allí aprendió coreografía y movimiento con Juan García. El resumen es que se empapó de mundos, de enfoques diferentes sobre una misma expresión artística.
Los que entienden, a pesar de lo que relatamos, señalan a Yerbabuena como hija de la escuela granaína del baile, y escuelas hay varias, entre ellas la sevillana. Que cómo se definen, pues en función de dónde le ponemos el acento en la expresión flamenca. Sin apellidos, a ver, hay quien dice como la gran Matilde Coral -que gran persona, que sencilla y genuina la recordamos en conversaciones con Chano Lobato en un restaurante de Algeciras- que el baile flamenco se define de cintura para arriba, a partir de la expresión del cuerpo y, sobre todo, de las manos y el manejo del mantón. También está nuestra paisana gaditana, Sara Baras, toda fuerza y expresión, que nos lleva a fijarnos en el movimiento de pies, en el taconeo que no le vemos nunca dónde está el final, consumidos por tanta riqueza y tanto chispazo flamenco en nuestra sensación.
Suena Se nos rompió el amor de tanto usarlo.., baila Eva, ella desplegando mantón, una delicia, acompañando la percusión de Daniel Suárez, marcando la guitarra de Paco Jarana.
Eva Yerbabuena es una bailaora completa, que de pronto dibuja su cuerpo sobre el escenario para que miremos hacía la puntas de los dedos de sus dos manos, que de pronto te estás fijando en la pataíta bien marcada de sus pies, llena de rabia y de fuerza, o que no hace ruido y nos tiene envueltos, embrujados.
En su espectáculo hay tiempo para disfrutar de ella y de todos los que le acompañan, “de los hombres de Eva”, como ella nos dijo en la entrevista previa a su actuación, con José Manuel Ramos, El Oruco incluido.
Para quienes quieran entender lo que pudimos ver en el cierre del festival Paco de Lucía en el parque María Cristina de Algeciras, o para quienes asistieron en vivo a ver el espectáculo que brindó Yerbabuena, en los archivos de Canal Sur Televisión hay una grabación hipnótica de 1992 que se puede ver en redes sociales. Eva baila una soleá en la gala final del XIII Concurso Nacional de Baile Flamenco, en el Gran Teatro de Córdoba. Al cante Juan Reina y Manolo Saavedra, al toque Pajo Jarana. Ahí se entiende el arte que desprende con todo su cuerpo.
Está preocupada Eva Yerbabuena por la amenaza creciente de la Inteligencia Artificial para el espectáculo visual y sensitivo, natural, del arte en directo, sin máquinas, en el que se muestran los cuerpos y se mueven los músculos humanos de manos, brazos y piernas al compás de guitarra y otros instrumentos, y con el movimiento impulsado por el cerebro humano.
Eso es lo natural, difícil, muy difícil de igualar en video frente la experiencia real de lo que ven nuestros ojos y ocurre sobre un escenario. Como natural es el flamenco como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad desde 2010. Basta vivir uno de sus espectáculos para entender cuánto hay de humano, de dichoso y caprichosamente humano, en el disfrute de la suma de música, movimiento de cuerpos y cante en el arte que compartimos y disfrutamos, y que esta semana que termina tanto hemos disfrutado en la ciudad de Algeciras, en el marco del IX Festival Internacional de Guitarra Paco de Lucía que ya encara una celebración redonda, su décimo aniversario. Eso será el año que viene, 2024.
Junta de Andalucía y Ayuntamiento ya piensan en el décimo aniversario
Cristóbal Ortega Martos, director del Instituto Andaluz del Flamenco, de la Junta de Andalucía, lo dejó dicho en la clausura de la novena edición del festival Paco de Lucía, antes de comenzar la actuación de Eva Yerbabuena. “Tenemos que generar público de hoy y público de mañana, fomentando el flamenco entre los más jóvenes, gracias a la colaboración público-privada que aquí, en el festival de Algeciras, se demuestra eficaz”, afirmó. Dijo algo más: “Si Viena tenía a Mozart, y Memphis a Elvis, Algeciras ha tenido y tiene a Paco de Lucía”. José Ignacio Landaluce, alcalde de Algeciras, adelantó que Junta de Andalucía y Ayuntamiento ya piensan en la décima edición del festival, que se celebrará el próximo año. Agradeció, una vez más, la ayuda de la familia de Paco de Lucía. “La familia siempre nos ha ayudado a tomar todas las decisiones”, declaró.
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