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El tiempo para el puente en el Campo de Gibraltar

Comercio y tráfico de pasajeros por el puerto de Algeciras entre los siglos XI y XIV

ESTAMPAS DE LA HISTORIA DEL CAMPO DE GIBRALTAR

Es probable que la intensidad del tráfico de pasajeros entre los puertos de Algeciras y Ceuta posibilitara la existencia de líneas permanentes

La importancia del tráfico comercial del puerto de Algeciras está avalada por el testimonio del ceutí al-Idrisi

Orígenes del Puerto Bahía de Algeciras (1726 a 1908)

El tráfico de pasajeros en el puerto de Algeciras entre 1930 y 1964

Embarcación musulmana dedicada al tráfico de pasajeros (siglo XI)
Antonio Torremocha

01 de julio 2023 - 01:32

De las noticias recogidas por las fuentes históricas y geográficas musulmanas y de algunos tratados jurídicos, se desprende que la construcción de edificios públicos en las ciudades y de sus murallas, así como de las estructuras portuarias (muelles, muros de cerramiento, diques de abrigo, arsenales, etc.), era potestad de los emires o los califas, que decidían el tipo de obra a realizar y los profesionales que debían acometerlas: arquitectos, ingenieros, alarifes, maestros carpinteros, etc. Las obras de construcción de la ciudad de Gibraltar, en el siglo XII, las dirigió el famoso arquitecto Ahmad ben Basso, el mismo que edificó la mezquita almohade de Sevilla y la Giralda. Estuvo ayudado por el ingeniero malagueño Hayy Yais. Una vez encargada la construcción de las murallas de una ciudad o de las estructuras portuarias, los emires nombraban a los funcionarios que debían controlar su ejecución y su posterior mantenimiento una vez finalizadas las obras.

Una interesante cita del sevillano Ibn Abdún, en su Tratado jurídico (siglo XII), se refiere a cómo las zonas portuarias en las ciudades andalusíes eran, como lo son en la actualidad, espacios de propiedad estatal que, bajo ninguna circunstancia, podían ser ocupados por los particulares. Escribe este tratadista que "debe protegerse el espacio donde está situado el puerto marítimo evitando que se enajene ninguna parcela o se edifique ninguna construcción. Esta zona es, en efecto, el punto vital de la ciudad, el lugar por donde salen las mercancías que exportan los comerciantes, el refugio de los extranjeros y el arsenal para reparar los barcos y, por tanto, no ha de ser propiedad particular, sino solo del Estado".

El tráfico de pasajeros desarrollado entre los diferentes puertos musulmanes de ambas orillas del Estrecho está bien documentado en los diccionarios biográficos, las crónicas históricas y las obras de carácter geográfico. La obligatoriedad de todo musulmán de hacer la Peregrinación a la Meca una vez en la vida, los viajes de estudio realizados por ulemas y estudiantes entre puertos de al-Ándalus y de Oriente, los contactos diplomáticos y las migraciones, primero de los bereberes entre los siglos VIII y XI, y, después, la forzosa al norte de África desde que los castellanos comenzaron a ocupar el Valle del Guadalquivir a mediado del siglo XIII, generaban un intenso tráfico de personas entre puertos andalusíes -especialmente el de Algeciras-, norteafricanos y orientales que es mencionado directa o indirectamente por las fuentes citadas.

Mapa del Estrecho del año 1513. Arriba, Tarifa y Gibraltar. Abajo, Ceuta y Tánger. / Piri Reis

De este tráfico de pasajeros, el puerto de Algeciras, estratégicamente situado en la orilla norte del Estrecho y en el extremo occidental del mar Mediterráneo, participaba de una manera destacada, aunque las referencias directas sean escasas. Por los diccionarios biográficos y por otras fuentes consultadas por las arabistas Manuela Marín y Maribel Fierro, se conocen los nombres de algunos de los viajeros que, o bien partieron de Algeciras por vía marítima hacia el Magreb u Oriente, o bien desembarcaron en el puerto algecireño procedentes de la otra orilla. Según estas investigadoras, entre los siglos IX y XIV se documentan numerosos casos de personajes ilustres que usaron el puerto de Algeciras para embarcar o desembarcar.

Aunque solo representan un pequeño porcentaje de los, sin duda, numerosos viajeros anónimos que debieron partir o arribar al puerto algecireño, se pueden mencionar, a modo de ejemplo, los viajes de sabios, ulemas, poetas, comerciantes y hombres de religión que aparecen reflejados en los diccionarios biográficos, como el sabio algecireño Yahyá ben Yahyá, que viajó a Oriente para aprender del famoso jurista Malik ben Anás; el poeta Abbas ben Nasih, que navegó hasta Oriente para estudiar; el ulema Idris al-Yaziri, que hizo un viaje de estudios a Egipto desde el puerto de Algeciras; Sulaymán al-Jadrawi, que se desplazó en varias ocasiones a Ceuta donde ejercía el cargo de juez; Muhammad al-Hilali, juez de Algeciras que viajó a Tremecén, ciudad en la que se estableció; el sabio algecireño Abd Alláh al-Laytí, que viajó a Egipto para completar sus estudios y otros muchos que son mencionados por las fuentes árabes entre los siglos IX y XIV.

Es probable que la intensidad del tráfico de pasajerosentre los puertos de Algeciras y Ceuta posibilitara la existencia de líneas permanentes que hacían la travesía entre ambas ciudades periódicamente y con unos horarios previamente fijados. Los navíos en los que embarcaban los pasajeros eran los mismos en los que se trasportaban las mercancías. El ya citado Ibn Abdún señala que "los marineros no deben poner mucha carga en los barcos, ni obligar a los pasajeros a remar, porque son ellos quienes han de contratar la gente que carguen y hagan avanzar el barco".

A diferencia de las fuentes cristianas medievales, en las que las noticias relativas a la actividad comercial desarrollada por mar son muy abundantes, las fuentes árabes se muestran muy parcas a la hora de aportar datos sobre la actividad mercantil, sobre todo, en relación con el comercio marítimo, que, por otra parte, debió ser muy intenso en la Plena y Baja Edad Media, entre ambas orillas del Estrecho a tenor de las noticias indirectas sobre intercambios comerciales, los tratados de comercio y la existencia de consulados en puertos de mar de las naciones musulmanas.

Navío cargando mercancías en un puerto andalusí. Siglo XIII (Miniatura de las Cantigas. Monasterio de El Escorial).

La importancia del tráfico comercial realizado a través del puerto de Algeciras está avalada por el testimonio del geógrafo ceutí al-Idrisi (siglo XII) que escribe que el puerto de Algeciras era "de importación y de exportación". Al-Himyarí (siglo XIV) añade que es un puerto que "ofrece un abrigo seguro, incluso durante el invierno, siendo el lugar más cómodo de embarque para atravesar el Estrecho de Gibraltar y el más cercano a la costa africana". Abu l-Fida (siglo XIV) dice que "su puerto es el mejor de los puertos para el tránsito".

Su actividad comercial está bien documentada desde los tiempos del Califato de Córdoba, cuando se hacía un intenso comercio entre el puerto de Tánger y el de Algeciras, a donde llegaba la plata de la región tangerina que era utilizada en la ceca de Medina Azahara para acuñar los dirhems.

Consta que el puerto de Algeciras, en las etapas almorávide, almohade y nazarí-meriní, era frecuentado por embarcaciones procedentes de otros puertos andalusíes, del norte de África e, incluso, portugueses, catalanes, mallorquines e italianos. Por su situación geográfica debía canalizar la mayor parte del tráfico de pasajeros y de mercancías procedentes del sur de al-Andalus hacia los vecinos puertos de Ceuta y Tánger y viceversa.

Del norte de África se importaba, a través del puerto algecireño, trigo, caballos, pieles, cueros, lana, hierro, cinturones, joyas de coral y, como se ha dicho, plata. Según Cristóbal Torres Delgado, estos productos entraban en al-Andalus a través "del estratégico puerto de Algeciras". También desde Algeciras se exportaba, como refiere el investigador Miguel Ángel Ladero Quesada, frutas (higos y pasas de uva), pescado salado (mojama de atún), sal y cerámica, una mercancía que se embarcaba durante el período meriní (finales del siglo XIII) en el puerto algecireño con destino a los puertos del norte de África, eran los cautivos cristianos tomados en las algaradas que hacían los emires en el reino de Sevilla. Algunos detalles sobre ese deleznable tráfico comercial realizado en Algeciras se pueden encontrar en la obra de Pero Marín, de finales del siglo XIII, los Miráculos Romaçados.

Tinaja medieval para el transporte marítimo de áridos y líquidos hallada en aguas de la bahía. (Museo Municipal de Algeciras).

Por Algeciras entraron, en el mismo período de tiempo, las ovejas merinas procedentes del Magreb que llegaron a ser muy apreciadas, por la calidad de su lana, en el reino de Castilla. Sin embargo, quizás el principal productos de exportación desde el norte de África hacia al-Ándalus a lo largo de toda la etapa musulmana fuera el excelente trigo magrebí. Comerciantes establecidos en el puerto de Ceuta eran los intermediarios encargados de transportar esta preciada mercancía hasta los puertos de Algeciras y Málaga.

Los marineros de las embarcaciones dedicadas al comercio percibían, por regla general, un salario variable que dependía del valor de la carga transportada y de la distancia a la que se hallaba el puerto de destino, teniendo acceso, para su manutención, a las productos alimenticios que transportaban en sus bodegas, lo que provocaba frecuentes abusos y pérdidas a los propietarios de las mercancías y a los armadores. A finales del siglo XII, en el puerto de Ceuta, según relata el juez ceutí Iyad en su obra Madahib al-Hukkam, se hicieron algunas reformas tendentes a que los marineros mercantes percibieran un sueldo fijo, sin proveer al mantenimiento de los miembros de la tripulación, a cambio de un aumento en las cuotas sobre la carga. Con estas medidas se conseguía mejorar el tráfico marítimo evitando conflictos entre mercaderes, armadores y marineros.

De la misma manera que en las ciudades se cobraban los derechos de paso de mercancías por funcionarios que se ubicaban en las puertas de entrada a las mismas, en los puertos marítimos se debía pagar el derecho de aduana por las mercancías desembarcadas, así como unas cantidades abonadas por el uso de servicios prestados por el Estado a los particulares (zonas de atraque, intervención de prácticos marítimos, trabajos de reparaciones en el arsenal, etc.). El musrif (supervisor) era el encargado de cobrar los derechos de aduanas a los mercaderes que arribaban a puertos como el de Algeciras.

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