El tiempo
Inundaciones domésticas y un rayo sobre una farola en La Línea

Algeciras jura 'La Pepa'

Unos tres actos se sucedieron a lo largo de varios días del mes de julio de 1812 en los que el pueblo algecireño y el Ayuntamiento juraron y aplaudieron la primera e innovadora Constitución de 1812

La fachada de la Casa Consistorial.
Manuel Tapia Ledesma / Algeciras

26 de agosto 2012 - 01:00

Este verano, Algeciras se ha encontrado con su historia de 1812, la de la primera Constitución del siglo XIX.

A través de dos importantes actos, uno celebrado en la Casa Consistorial y el otro en el Templo Mayor de la población, nuestro municipio ha sabido hacer memoria de su importante pasado y ha recordado mediante sendos actos cargados de solemnidad, la adhesión del pueblo de Algeciras a la Constitución del 1812.

Desde que comenzó el proceso constitucional gaditano, Algeciras mantenía una constante y permanente correspondencia con la capital de la provincia. Prueba de ello es el escrito que el Conde de Villanueva de La Barca, gobernador militar y presidente de la Junta Superior del Gobierno, envía al alcalde algecireño, Don Manuel Andrés Embite, con fecha de 20 de noviembre de 1810.

En el mismo se informa de las instrucciones recibidas por el Supremo Consejo de Regencia, para que "se satisfagan al Consejo algecireño, los gastos originados en la elección de Diputados a Cortes". La situación estratégica de Algeciras hacía necesario, para la sitiada ciudad gaditana, el permanente contacto con el municipio.

Tras la proclamación del texto constitucional, el Comandante General del Campo de San Roque puso en conocimiento del Consejo algecireño la recepción de un ejemplar de la Constitución de 1812, llamada Constitución Política de La Monarquía Española. Este le había sido enviado conjuntamente con un escrito que remitía el Secretario de Estado y de Gracia y Justicia.

Para la lectura oficial de aquel importante documento, el Ayuntamiento algecireño se reunió en sesión extraordinaria el día 11 de julio de 1812, acordando: "Se guarde, se cumpla y ejecute cuanto por Su Majestad se manda, se proceda a la publicación y juramento que se previene y para que aquella se verifique en los parajes más públicos y convenientes con el decoro correspondiente". Este fue el primer paso para la consagración de La Pepa en Algeciras.

Con aquellas palabras, no solo se ordena que se proceda al juramento de la nueva Constitución por parte de la ciudadanía, sino que además se designan los lugares para que el citado texto sea leído previamente a la población.

El cabildo algecireño, en el mismo pleno, designa a la Plaza Real (hoy la Plaza Alta) y a La Plaza Baja (hoy es Plaza de Nuestra Señora de La Palma), para tal función. Asímismo, se reseña "que se colocaran (en ambos lugares), un tablado con la posible decencia", es decir, un escenario apto para el acontecimiento que iba a tener lugar. La fabricación y la colocación se encarga a los señores Don Manuel Miciano, regidor, y a Don Manuel García, diputado, y los gastos que se originen los afrontará la comarca y la ciudad. Estas explicaciones se señalan el día 14, es decir, tres días más tarde de la sesión extraordinaria del Ayuntamiento, a las 17:30 horas.

Para acoger la publicación de la Constitución Política de La Monarquía Española, lo que se anunciará al público por edicto, se avisó de que "en la noche de dicho día, iluminen los vecinos sus casas, se oficie al señor vicario eclesiástico para el repique de campanas, al señor gobernador militar para que disponga la salva de artillería de la (batería) Isla Verde, y al señor comandante del apostadero para iguales salvas de artillería de los buques anclados en la bahía". Igualmente se aprueba en el pleno que se convide a las autoridades, jefes de cuerpos y demás empleados públicos.

Una vez llegado el día y la hora señalada (17,30 horas del día 14 de julio de 1812), salió el Cuerpo Capitular formado por el Ayuntamiento y se dirigió a La Plaza Real, en cuyo frente se hallaba constituido el tablado, y en dicho acto repicaban las campanas de la parroquia y demás iglesias, y saludaban la artillería de Mar e Isla Verde, estando formada una calle de bancos ante el citado tablado y a su costado la Compañía Fija de los Escopeteros de Getares.

Habiendo subido las autoridades con algunos jefes al tablado, todos en pie y descubiertas las cabezas, en voz alta el señor alcalde leyó toda la Constitución, y acto seguido el mandamiento (publicidad y juramento) del Supremo Consejo de Regencia para su observación.

Una vez finalizada la función en La Plaza Alta y ante el Templo Mayor de la ciudad, la comitiva "con todo el acompañamiento referido, se dirigió a la Plaza Baja, siguiendo la citada tropa y continuando los repiques y saludos, subió el Ayuntamiento al tablado con los señores que lo hicieron en La Plaza Real, volviendo a leerse la Constitución y mandamiento arriba referido, y se concluyó este solemne acto con vivas y aclamaciones del pueblo que en ambas plazas estuvo congregado, retirándose el Ayuntamiento a las salas consistoriales".

Formalizado el juramento de la población al texto constitucional, cuatro días más tarde, concretamente el 18 de aquel mismo mes, se volvió a reunir el cabildo municipal para leer el Real Decreto que previene "el modo y forma en que ha de jurarse" la Constitución por parte del Ayuntamiento.

"Y habiendo presentado el Ayuntamiento el más respetuoso obedecimiento, acordó su cumplimiento exacto y puntual y que, en su consecuencia, se jurase como Su Majestad manda". Puesto sobre la mesa de la sala consistorial el libro de los Santos Evangelios, se abrió y sobre él puso las manos el señor alcalde y en voz alta dijo: "Juro por Dios y por los Santos Evangelios, que guardaré y haré guardar la Constitución Política de La Monarquía Española, sancionada por las Cortes Generales y Extraordinarias de la Nación, y ser fiel al Rey".

Posteriormente, el alcalde Don Manuel Andrés Embite, tomó del mismo modo el juramento al resto de la corporación, respondiendo estos "Sí, juramos", con lo cual quedó concluido este acto, del que ordenó el alcalde que se sacase testimonio para cumplir con lo mandado y lo firmasen en señal de que la máxima autoridad del municipio daba fe.

Con este segundo acto, al juramento inicial del pueblo algecireño, se une el de su Ayuntamiento en pleno. Pero aún quedaba una tercera función solemne para formalizar definitivamente la obediencia de la ciudad de Algeciras hacia la Constitución, que para entonces el pueblo -incluido el algecireño- ya denominaba popularmente como La Pepa.

Al día siguiente del juramento de la corporación algecireña a La Pepa, a las 9:00 horas se congregaron en la Casa Consistorial el Consejo y las autoridades locales, estado eclesiástico, comunidad, jefes, cuerpos militares, empleados públicos y muchas otras personas de distinción del pueblo. Cuando dieron las 9:30 horas, salió el Ayuntamiento con todo el acompañamiento y se dirigió por la calle Imperial (Alfonso XI) y Plaza Real hacia la iglesia parroquial de Nuestra Señora de La Palma, templo que se hallaba adornado con la mayor pompa. Una vez que el Ayuntamiento ocupó su respectivo lugar y hallándose toda la iglesia cubierta de un inmenso pueblo, en la nave principal se instaló una calle de bancos que ocupó todo el acompañamiento.

Así dio comienzo la Misa solemne, y antes del ofertorio, fue leída literalmente la Constitución por el teniente de cura párroco. Concluida esta por el señor Don Vicente Terrero, conocido en las sesiones constituyentes como "el cura de Algeciras" y propietario de dicha parroquia además de diputado por la provincia de Cádiz en el Congreso Nacional de Las Cortes Generales y Extraordinarias, se hizo una exhortación a la nueva y liberal Constitución. Concluida la Misa y vuelto de cara al pueblo, el sacerdote subió al altar mayor e interrogó que se encontraba postrado de rodillas y con las manos sobre los Santos Evangelios, un acto más del protocolo. En alta e inteligible voz, el párroco dijo lo siguiente: "¿Juráis por Dios y por los Santos Evangelios, guardar y hacer guardar la Constitución Política de La Monarquía Española, sancionada por Las Cortes Generales y Extraordinarias de la Nación, y ser fiel al Rey?". El alcalde contestó en voz alta: "Sí, juramos". Y acto seguido se tomó en acción de gracias el Tedeum, cántico de agradecimiento que usa la iglesia católica. La ceremonia de juramento de la Constitución por la ciudad de Algeciras concluyó a las 12:30 horas. El Ayuntamiento se retiró a sus casas consistoriales, siendo seguido por todo el acompañamiento al que se ha hecho referencia anteriormente y buena parte del pueblo, donde se despidieron felicitándose mutuamente por los beneficios que a todos reportan la grandiosa obra que acababan de jurar, nada menos que la primera constitución liberal que marcaba una amplia diferencia con el resto de la historia de los siglos pasados.

Con fecha de 6 de agosto de aquel 1812, el Ayuntamiento algecireño, con su alcalde Don Manuel Andrés Embite, informó a las autoridades pertinentes del cumplimiento de lo ordenado en el Real Decreto por parte del municipio algecireño.

Los gastos de las celebraciones de la jura de la Constitución en Algeciras corrieron a cargo de la ciudad y del "asentista del ramo de aguardientes y licores de este Campo", lo que hoy son proveedores. La administración de las bebidas para el convite correspondía al municipio hermano de San Roque. Por ese motivo, el día 2 de noviembre de 1812 el alcalde sanroqueño, Don Jerónimo Agüero, le envía un escrito a su homólogo algecireño, expresándole: " En la primera Junta Municipal de Propios de esta ciudad y su campo que se celebre, haré presente la cuenta que usted redirige, de orden de ese Ayuntamiento constitucional, compresiva de los gastos ocasionados en la publicación de la Constitución Política de la Monarquía Española". Tras la alegría y las celebraciones por el nuevo texto constitucional, a la ciudad de Algeciras -como al resto de la nación- le aguardaba el absolutismo y con él, el regreso al oscurantismo y al retraso histórico que supuso el siglo XIX.

2

6

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último

Cuentos del Natal

Dulce Navidad