ASÍ FUE EL VIERNES Y EL SÁBADO SANTO EN ALGECIRAS

El silencio enaltece la madrugá

  • La iglesia de La Palma se llena de fieles para ver la salida del crucificado

El silencio también se puede escuchar. De hecho, cada día es más valorado si se tiene en cuenta que la gente peca de ruidosa y hasta de muy ruidosa en muchos casos. La estación de Penitencia del Cristo de la Fe arrancó a las dos de la madrugá del Viernes Santo.

La imagen conocida popularmente como "el vasco" llegó a la ciudad el 8 de marzo de 1939 procedente de Bilbao.

La Parroquia de Nuestra Señora de la Palma se llenó con antelación. Los fieles aprovecharon para ver la recogida de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de la Amargura y a colación la salida del crucificado. Además muchos algecireños saben que hay actos que no se pueden perder. Uno de ellos, según muchos, el más importante y sobrecogedor de la Semana Santa especial es el Descendimiento. Numerosas personas aguardaron en La Palma a oscuras y en silencio el descenso del Santísimo Cristo para realizar su estación de Penitencia.

El Crucificado abandonó el templo sobre nueve hermanos cargadores con túnica y antifaz morados. En La Plaza Alta se dieron cita los fieles que cada año acuden a ver y escuchar El Silencio. Con niños incluso pese a las horas. Este año además resultó relevante el número de promesas que acompañaron al Cristo de la Fe en su recorrido.

Nadie puede negar que el fervor tiene más peso cuando el recogimiento es lo más característico de una madrugada en la que se recuerda que Cristo murió en la cruz para salvarnos del pecado y darnos la vida eterna.

Lo único que rompió el silencio, si eso se puede llamar romper en vez de enaltecer, fue la música de capilla a cargo del trío Sant Pau de Algeciras.

Las luces de algunos locales abiertos a esas horas fueron apagadas al paso del crucificado. Viernes Santo de color morado. Silencio y oscuridad a partes iguales con una sola excepción, la luna llena que acompañó al Cristo de la Fe como todos los años. Otra fiel más.

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