Sagrada Mortaja

La Mortaja pone el broche de oro al luto

  • Andrades y Ortega lanzan flechas que enmudecen al público

Filigranas tuvieron que hacer los devotos que estuvieron presentes en las tres salidas previstas para la tarde noche del Viernes Santo.

El centenar de penitentes de la Sagrada Mortaja se distinguió del resto. Y no es por el color. La percalina negra de cola de alto capirote y el esparto ancho ceñido a la cintura suponen un ante y un después en la Semana Santa algecireña. Además, este año la hermandad quiso que la salida se adelantara y la gente lo agradeció. Todo un acierto. Teniente Miranda y Blas Infante se llenaron para ver la solemnidad.

El cortejo lleva medido hasta el último detalle. Los nazarenos de ruán pisaron el barrio de San Isidro a las ocho y media de la tarde mientras en el interior se oían cantetas y motetes del siglo XVII.

El clasicismo enmudeció a los fieles. Los 42 costaleros de la Sagrada Mortaja necesitan relevos pero no les faltan. Jóvenes fuertes vestidos de negro. Es Viernes Santo y el luto recorre el centro de Algeciras.

El lema de la Sagrada Mortaja lo dice todo: "Toma tu cruz y sígueme". Y un par de nazarenos lo siguieron al pie de la letra con su cruz a cuestas. Los costaleros hicieron las paradas necesarias si se tiene en cuenta que portan el pasaje evangélico en el que Cristo yace muerto en los brazos de su madre junto a las tres Marías, Nicodemo, San Juan y José de Arimatea.

El Trío de Capilla Campo de Gibraltar puso música, la precisa, a la estación de Penitencia. La procesión va por dentro. La seriedad desde los más pequeños a los mayores se hace notar. Y sobrecoge.

En la Sagrada Mortaja defienden que los más importante del recorrido no tiene por qué ser la carrera oficial. De hecho, en esta joven cofradía, quién lo diría, es importante todo. Desde el primer momento que pisan los adoquines de Teniente Miranda hasta cada calle y esquina que recorren en penitencia.

Dos saeteros quisieron rezar a Cristo muerto a su salida. El primero, el sanroqueño Juan José Andrades, cuya interpretación dejó sin palabras a los fieles. Después le tocó el turno a Manuel Ortega Gálvez, que a pie de calle echó mano del cante popular más grande para enaltecer la majestuosidad de la hermandad.

El adelanto de una hora y media en la salida permitió que la Semana Santa Especial se escribiera con mayúsculas.

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