Semana Santa

La Magna demuestra su singuralidad en las calles de San Roque

  • La procesión de interés turístico andaluz congrega a miles de personas tras dos años de ausencia por lluvia

El sol y las altas temperaturas hacían presagiar desde primera hora del día que la Magna del Santo Entierro de San Roque viviría su gran Viernes Santo. Dos años de puertas cerradas en la parroquia de Santa María la Coronada pesaban demasiado sobre las ocho cofradías y los devotos enamorados de esta procesión declarada de Interés Turístico Nacional de Andalucía.

Los rayos de sol caían directamente sobre el atrio de la iglesia iluminando la salida impregnada del olor del incienso. En primer lugar la Oración del Huerto y el Mayor Dolor. Entre calor, viento, sombras y claros fueron tomando presencia una a una en la plaza. El cielo azul disfrazaba a las cinco de la tarde un día perfecto. El Medinaceli, con su vestimenta blanca, asomó a hombro de los cargadores; Nuestra Señora de la Merced fue elevada por mujeres que con cuidado y agachadas mostraron el Palio a los devotos, contados por cientos en los alrededores y balcones. El desfile, que continuaba por la calle San Felipe, iba aglutinando poco a poco a los ciudadanos que no querían perderse esta procesión singular.

Cuando marcaba el reloj las 18:02 horas apareció el Cristo de la Humildad y Paciencia. El viento empezó a resoplar con más fuerza y los mantos del paso se descubrían sobre el suelo elevados por los cargadores; el Palio, de mayor envergadura, requirió de un esfuerzo sutil y estudiado de las mujeres, para volver a mostrar en la Magna Nuestra Señora de la Esperanza.

Sobre las seis y media el frío empezó a empujar a los devotos y la amenaza de lluvia dibujaba con un manto de nubes negras empezó a pesar sobre los fieles devotos. El Nazareno mostró su rostro a las 18:32 horas, la leve oscuridad que se iba adueñando del Viernes Santo y la fuerza del aire saludaban, entre pequeños destellos de un sol que no quería marcharse, a las cientos de personas que observaban en silencio.

Al tiempo que María Santísima de los Dolores salía del templo tomaba protagonismo la Alameda Alfonso XI, punto de la carrera oficial, una modificación de este año en el recorrido y que convirtió la plaza en un auténtico desfile bañado de miles de sanroqueños y vecinos de otras ciudades. Sobre las siete menos cuarto el escuadrón de romanos a caballo, que abanderaba la Magna, pasó por el punto oficial donde el alcalde, Juan Carlos Ruiz Boix, aguardaba los pasos.

De la parroquia de Santa María Coronada siguieron desfilando las demás cofradías: el Cristo de la Buena Muerte y María Santísima de la Amargura; el Cristo de la Vera Cruz en el Calvario; Nuestra Señora de las Angustias; y el Santo Entierro y Nuestra Señora de la Soledad.

Los catorce pasos pudieron disfrutar del desfile así como las ocho cofradías de la localidad. Sobre las once de la noche la lluvia empezó a hacer acto de presencia tras varios intentos en los que las gotas desanimaron a los devotos pero no les restaron ilusión. Ante la previsión de estas malas condiciones climatológicas se acortó el itinerario oficial y las imágenes del Nazareno, la Virgen de los Dolores y la Virgen de las Angustias fueron guardadas en la Capilla de la Visitación. El resto de los pasos aceleraron el ritmo y a las 23:15 horas ya había finalizado la procesión Magna con más de seis horas de exposición como acto de fe y devoción. Miles de personas volvieron a encontrarse con las imágenes y, aunque hubo calor y frío, se pudo fotografiar al fin este año la grandiosidad de la Magna bajando por la calle San Felipe.

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