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No solo es una enfermedad de niños, también hay casos de tos ferina en adolescentes y adultos

Médico y paciente.

Médico y paciente.

Aunque comúnmente se asocia con la infancia, la tos ferina, originaria de una infección bacteriana altamente contagiosa, puede afectar a personas de todas las edades, presentando síntomas que van más allá de la simple tos característica. 

Vayamos al origen. La tos ferina es causada por la bacteria Bordetella pertussis y se propaga a través de las gotas respiratorias liberadas al estornudar, toser o incluso hablar. A pesar de que ha habido avances en la vacunación, la incidencia de esta patología en adolescentes y adultos ha ido en aumento, por lo que está generando una preocupación entre los profesionales de la salud. 

Una de las principales razones detrás de esta tendencia es la pérdida progresiva de inmunidad con el tiempo. Aunque la mayoría de las personas reciben la vacuna contra la tos ferina en la infancia, la protección disminuye con el paso de los años, dejando a la persona susceptible de contagio en la etapa adolescente y adulta, con síntomas que se pueden presentar leves y severos. 

Cómo identificar a la tos ferina

El síntoma más distintivo de la tos ferina es la tos paroxística, una serie de toses rápidas e intensas que a menudo se acompaña de un sonido agudo al inhalar, conocido como el "quiénop" característico. En los adolescentes y adultos, la tos ferina puede pasar desapercibida o atribuirse erróneamente a un resfriado común, lo que complica el diagnóstico y tratamiento oportunos.

La complicación más grave que puede darse en estas etapas es la de desarrollar tos convulsiva, una condición que puede resultar en episodios de tos tan intensos que llevan a la falta de aliento y vómitos. Pueden durar semanas o incluso meses, afectando significativamente a la calidad de vida y, en casos extremos, conduciendo a hospitalizaciones. A pesar de ello, lo normal es que la tos ferina en la etapa adulta y adolescente se presente de manera leve y sin complicaciones. 

Además de la carga física, la tos ferina también puede tener implicaciones psicosociales. La persistencia de la tos, en muchos casos, conlleva al aislamiento social y a una disminución del rendimiento laboral o académico, afectando a la salud mental y emocional de quienes la padecen.

El diagnóstico de la tos ferina en adolescentes y adultos puede ser confuso ya que los síntomas pueden superponerse con otras infecciones respiratorias, haciéndolos perfectamente confundibles con otras patologías parecidas. En el caso de presentar sintomatología, se puede hacer pruebas como el cultivo bacteriano o PCR, como herramientas fundamentales que confirmen la presencia de la bacteria.

Tratamiento y prevención

El tratamiento de la tos ferina en adolescentes y adultos generalmente se basa en la prescripción de antibióticos para reducir la gravedad de los síntomas y prevenir la propagación de la bacteria. Sin embargo, es más efectivo cuando se administra en las etapas iniciales de la infección. En cualquier caso, la prevención es el mejor antídoto y esto solo puede ser posible a través de la vacunación de refuerzo que se ha vuelto crucial en la protección contra la tos ferina en esta población.

La vacuna aporta una inmunidad colectiva ya que la propagación se corta, fundamentalmente si el adulto o adolescente contagiado está en contacto con niños pequeños o personas vulnerables a esta enfermedad,  como las embarazadas, para las que sí sería grave el contagio. 

La tos ferina puede reducirse con la vacunación ya que los casos que se han dado entre la población infantil ha sido porque esos niños no han completado el periodo de vacunación y entre los  adolescentes y adultos ha sido porque, con el tiempo, han perdido inmunidad frente a la tos ferina. 

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