Es difícil aceptar la maldad. Existe. Con más fuerza cada día, tal vez, o puede que la sintamos con más violencia. El mal se impacienta. Parece que algo ha cambiado definitivamente en el comportamiento de los seres humanos. Luchamos contra molinos de viento que no son, en este caso, nuestras fantasías sino nuestro egoísmo, individualismo y soledad. Estamos luchando contra fantasmas que dan vueltas, vueltas y vueltas para volver a empezar.

Malos tiempos para la sensibilidad o buenos tiempos, depende de lo que quieras hacer. Si quieres mezclarte con la gente que ha perdido el corazón, porque te va lo gregario, el pensamiento único o así te sientes más seguro, ya sabes el camino. Haz lo que quieras. Recuerda, no obstante, que la vida que has elegido carece de sentido. No vengas luego afirmando que eras víctima de un engaño. Asume de una vez por todas la maldad social y la tuya propia, asume que de ti no queda nada, tu corazón partió en vuelo regular hacia un lugar indeterminado en el que se ocultan los humanos fracasados. En tu cuerpo quedó un hueco, un vacío, que podrás cubrir con maldades más crueles cada día. Esas que no faltan: justificar el hambre, la guerra, odiar como un valor al que te aferras, hacer daño porque otras personas te imaginas que son más felices que tú, ser inmensamente rico para tener poder sobre los demás, ser rabiosamente injusto…

Si eres una persona que no quieres que confundan tu individualidad con individualismo; que no quieres que confundan tu sensibilidad con sensiblería; que no quieres que confundan el querer vivir dignamente con el desprecio hacia aquellos que no llegan, que están al margen. Si para ti la palabra amor no ha perdido su significado, entonces, busca a aquellos hombres y mujeres que sienten como tú en lo esencial, nunca en todos los aspectos de la existencia. La diversidad es riqueza, la uniformidad miseria. Intenta ver la vida desde la perspectiva de los excluidos, los oprimidos de la tierra. Ellos te guiarán, nos guiarán, mostrándonos los aspectos centrales de la existencia. Verás cuántas sorpresas puedes llevarte en tus análisis políticos, legales, ideológicos o culturales.

No olvides nunca tus sentimientos más nobles, aún a riesgo de parecer un inocente, o de padecer la mofa de tus “amigos de siempre” muchos de ellos esclavos secuestrados por esa mal llamada filosofía del economicismo.

Puedo ser excesivo, exagerado, lo sé, son tiempos insulsos (sin sal), carentes de ternura solidaria, de esperanza activa, comprometida, que nos impulse hacia un futuro más sensato.

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