Sin dioses

Mucho hablar de la AI, cuando lo que está llegando a todos los órdenes de la vida son los ‘hooligans’

Los hinchas son una raza en expansión. Ahora andamos preocupados con la inteligencia artificial y sus repercusiones en nuestra vida diaria; en como legislarla, y en dictaminar si se trata del fin del homo sapiens, o el inicio de una nueva etapa en la evolución de las especies que acerque a los humanos a la inmortalidad. Por cierto, si ese día llega ¿será el fin de los dioses? No nos desviemos, quería decir que mucho hablar de la AI, cuando lo que está llegando a todos los órdenes de la vida, son los hooligans. Los hay en el deporte, que es donde se hacen más visibles y ejercen de manera desinhibida y festiva. Cada equipo tiene los suyos, lo que convierte a quienes profesan el catecismo oficial de los colores, en seguidores de unos y en enemigos acérrimos de otros. Son hinchas que confunden el amor por su equipo, con la afición por el deporte. Son multitud los que creen que les gusta el fútbol, cuando sólo les emociona su equipo. La prueba es que les disgusta profundamente cuando quien lo practica, y más si gana, es el equipo rival.

Ocurre también en el Parlamento donde cada grupo aplaude a los suyos independientemente de que tengan un día bueno o malo, ajenos a las posibles razones y argumentos esgrimidos por sus oponentes. Excepto que aún no practican “la ola”, los asistentes a los debates se comportan de modo muy similar a quienes pueblan las tribunas de los estadios deportivos. El fenómeno también se ha extendido a los medios de comunicación. Salvo contadas excepciones, los medios y sus colaboradores reaccionan con sus editoriales y comentarios con la misma objetividad que lo hacen los miembros de las peñas más fieles de un equipo de fútbol. Hay pasión, energía y fuerza; pero también falta de objetividad y de análisis. Porque es imposible que nadie esté equivocado siempre, ni acertado en todo. Las verdades absolutas y de un único color no existen, y lo más cercano a lo real es un mosaico compuesto por miles de piezas de distinta forma, tamaño y color. En esa diversidad estriba su belleza. Sin embargo, la pluralidad consiste en colocar en la mesa defensores de todas las ideas. Está bien, pero se trata de un ejercicio más de paridad, que de objetividad. Ningún comunicador pro-Partido Popular le dará nunca la razón a Sánchez. Y viceversa. Estamos en un mundo de aficionados entusiastas que levantan la voz , pero no mejoran los argumentos , y en el que la inteligencia se la hemos dejado a las máquinas. Cuando se enfrenten está claro cuál será el desenlace. Y ni los Dioses podrán impedirlo, porque tendrán la vigencia caducada.

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