Once niños mueren hoy

Es necesario cauces ordenados de migración legal y segura que eviten estas peligrosas travesías y no sólo por interés humanitario

Es terrible la lectura del informe de Unicef publicado hace unos días que informaba que una media de once niños muere diariamente al intentar cruzar la ruta migratoria del Mediterráneo. El informe calcula que unos 11.600 niños y niñas hicieron la peligrosa travesía en lo que va 2023. La mayoría iban solos o separados de sus progenitores. No obstante, muchos de los naufragios que se producen en la travesía del Mediterráneo terminan en la muerte de todas las personas a bordo o simplemente no se registran, por lo que el número real de víctimas infantiles es prácticamente imposible de verificar y seguramente sea mucho mayor.

Probablemente algunos de los lectores de esta columna sean padres o madres. Creo que entenderán mejor el desgarro y dolor al tener conocimiento de esta espantosa realidad. Es casi inimaginable el padecimiento y sufrimiento de un padre el saber que sus hijos arriesgan su vida en una travesía del Mediterráneo controlada por mafias sin escrúpulos o crueles autocracias como las existentes en el norte de África donde la vida de un migrante simplemente no vale nada.

La lectura de este informe coincidió con el hallazgo de un bebé de apenas seis meses en una playa de Tarragona. Hoy he sabido que todos los ocupantes de una patera que había salido desde Argelia, incluidos sus padres, habían fallecido en el naufragio de la frágil embarcación que debía transportarlos hacia una vida mejor en Europa. Esta noticia la vi en televisión. Tal vez alguno de ustedes haya visto las mismas imágenes. Recuerdo que me chocó como alrededor de los miembros de las fuerzas de seguridad y forenses que levantaban el cadáver varias familias y turistas aguardaban con sus sombrillas y sillas plegables para ocupar el sitio y disfrutar de un día de playa. Con todo, para mí lo más peligroso de las reacciones en Europa ante esta realidad no es la indiferencia y frialdad de una gran parte de la población, sino las reacciones agresivas y demagógicas que criminalizan a los migrantes.

¿Recuerdan también la foto del niño turco Aylan de apenas tres años muerto en 2015 en una playa de Turquía? Pese a la conmoción que supuso esta imagen lo cierto es que los flujos migratorios que en 2015 partían masivamente de la guerra de Siria tuvo como consecuencia una exacerbación de radicalidad anti-inmigración que consolidó el auge de la extrema derecha en gran parte de la UE, especialmente en Alemania.

Es necesario cauces ordenados de migración legal y segura que eviten estas peligrosas travesías y no sólo por interés humanitario, sino por el propio interés de una Europa que envejece y que presenta serios problemas demográficos. Este es uno de los grandes retos de la presidencia española del Consejo de la UE este semestre, gobierne quien gobierne.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios